Por corresponsales Xia Lin y Ye Shuhong
PANAMA, 11 abr (Xinhua) -- Pese a los esfuerzos aparentemente activos para reparar sus relaciones con Cuba, tensas desde hace más de medio siglo, es improbable que Estados Unidos modifique en breve su política de tratar a los países latinoamericanos y caribeños como herramienta en favor de sus propios intereses.
Puede que los líderes hemisféricos que han participado en la recién concluida VII Cumbre de las Américas hayan visto indicaciones al respecto en las declaraciones hechas por el presidente de EEUU, Barack Obama, las cuales apuntan a la renuencia de Washington a despedirse de la Doctrina Monroe, en base a la cual se ha considerado a Latinoamérica patio trasero de EEUU en las últimas décadas.
El quinto presidente de EEUU en su historia, James Monroe, estableció la doctrina en 1823 con el objetivo inicial de mantener fuera de la región a las fuerzas coloniales de Europa.
Sin embargo, posteriormente este principio lo invocaron varios mandatarios del país norteamericano para ejercer su predominio en la región, satisfaciendo el apetito voraz del país por recursos, incluso a costa de las naciones latinoamericanas.
En 2013, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, dijo a la Organización de Estados Americanos (OEA) que Washington optaría por abandonar la Doctrina Monroe en un gran cambio de sus políticas. No obstante, recibió un silencio colectivo entre los líderes de la región, familiarizados con la historia del Tío Sam de hacer promesas en vano.
Remontándonos a 1994 cuando se celebró la I Cumbre de las Américas, el entonces presidente de EEUU, Bill Clinton, propuso la creación de un área de libre comercio de las Américas (ALCA), para "revitalizar las economías" de la región.
Sin mencionar que la verdadera finalidad de esta iniciativa consistía en contrarrestar el Area Económica Europea, el mayor bloque de comercio en ese momento, la propuesta del ALCA no consiguió ningún avance en la II cumbre celebrada en 1998 en la capital chilena de Santiago, e incluso fue archivada en la III cumbre que se llevó a cabo en 2001 en Québec, Canadá, durante la cual el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, se centró en temas relacionados con Oriente Medio y la lucha contra el terrorismo.
La IV cumbre fue una banalidad diplomática, mientras que la V, celebrada en 2009 en Trinidad y Tobago, fue testigo de una expresión realista de cooperación intercontinental, ya que EEUU ayudó a varios países latinoamericanos de peso a salir de la crisis financiera y económica global, entre ellos a México, su inmediato vecino meridional.
Si la situación en México no se hubiera arreglado con ayuda exterior, EEUU se habría visto afectado directamente debido a su frontera común.
La lógica es clara: el Tío Sam sólo se preocupa de extender una mano de ayuda a los países de América Latina y el Caribe cuando teme que los problemas le puedan afectar de alguna manera.
Después de asumir la presidencia de EEUU, Obama parecía aún más ansioso que sus predecesores por convencer a sus socios latinoamericanos de que disfrutarían de una vida de abundancia si bailaban al ritmo de la música de Washington.
Sin embargo, la VI Cumbre de las Américas, que se celebró en 2012 en Cartagena de Indias (Colombia) y a la que asistió Obama, concluyó sin llegar a ninguna declaración para reforzar el desarrollo de los países en la región, en un momento en el que sufrían de una gran crisis económica provocada por la caída de los precios de los recursos.
Fue otra decepcionante cumbre, que demuestra de nuevo que el "patio trasero" sólo pretendía utilizarse para servir a los intereses estadounidenses. La prosperidad común no era más que una mentira.
Desde la primera cumbre, los lazos entre EEUU y América Latina se han vuelto cada vez más complicados, ya que Washington impone una tras otra políticas impopulares a pesar de la resistencia de los países latinoamericanos.
Si Estados Unidos fuera un verdadero creyente de la "Prosperidad con Equidad", tema de la cumbre de este año, el ALCA ya se habría establecido formalmente, beneficiando a los estados miembros, y la cumbre serviría como un foro amistoso, en lugar de una arena para que el Tío Sam ejerza su autoridad.