Por Gerardo Laborde
MONTEVIDEO, 27 feb (Xinhua) -- Con una mochila cargada de logros y debes sobre sus espaldas, según él mismo ha reconocido, José Mujica se despide este domingo de la presidencia de Uruguay, cargo que desempeñó con una austeridad que sorprendió al mundo.
Los medios internacionales lo llamaron "el presidente más pobre del mundo", un mote del que él renegaba.
Pero no era exagerado.
Desde que asumió en marzo de 2010 para encabezar el segundo gobierno del izquierdista Frente Amplio (FA), donó el 90 por ciento de su sueldo para un plan de vivienda social y siguió viviendo en su modesta granja de las afueras de Montevideo.
Despreció la señorial residencia reservada para los mandatarios y se quedó en su destartalada granja, recibiendo a periodistas y funcionarios en una de las tres habitaciones de pocos metros cuadrados, que sirve de comedor y escritorio.
"Yo no soy pobre. Pobres son los que precisan mucho para vivir, esos son los verdaderos pobres, yo tengo lo suficiente", afirmó Mujica a Xinhua durante una entrevista en mayo de 2013.
Allí se reconoció "austero", "sobrio" y "liviano de equipaje" porque "para vivir no preciso más equipaje que eso. Peleo por la libertad y la libertad es tener tiempo para hacer lo que a uno le gusta".
También se hizo famoso mundialmente como promotor de la legalización de la marihuana en un inédito sistema de producción y distribución bajo supervisión estatal, que todavía no se implementa totalmente.
LUCES Y SOMBRAS
A los 79 años, el mandatario saliente reitera que no es afecto a los balances, aunque sus palabras dejan traslucir una evaluación de su gestión.
"Yo no soy almacenero, no hago balance porque no tengo nada que colocar en los estantes. Hicimos lo que pudimos", admitió en una entrevista en el cierre de 2014.
Es notorio que no pudo concretar las inversiones en infraestructura que el país requería para evitar un apagón logístico, luego de 11 años de alzas anuales consecutivas de la economía con tasas superiores al promedio histórico.
Más allá de las buenas intenciones, no pudo recuperar la deteriorada red de ferrocarril ni avanzar en la mejora de las rutas.
Aunque logró apoyos, no consiguió financiación para el puerto de aguas profundas en el océano Atlántico, que pretendía construir con el apoyo de los países de la región.
Otro desvelo de Mujica era una reforma de la educación, bloqueada por los sindicatos y los partidos de oposición.
"Uno llega a la presidencia con una cuota de idealización y después la realidad lo golpea en el hocico", reconoció esta semana al hablar de su malogrado poyecto.
La prioridad era transformar el actual servicio secundario de formación técnica en una universidad tecnológica y científica de alcance nacional, pero como premio consuelo debió conformarse con la creación desde cero de una nueva universidad.
Al citar los avances, hay consenso para afirmar que condujo un gobierno con un timón económico responsable que permitió al país seguir creciendo a tasas superiores al 3 por ciento.
Durante su mandato, la pobreza bajó a un 11,5 por ciento (medida por ingresos) y el desempleo hasta 6,6 por ciento.
Al mismo tiempo, el gobierno apostó por políticas de diversificación de la matriz energética a través de la instalación de parques eólicos y la construcción de una planta regasificadora.
Una cultura de diálogo permanente con la oposición fue otro sello de su mandato, aunque a veces hubo chispazos en esa relación.
El vínculo con Argentina, además, fue recuperado por Mujica luego de cinco años de virtual congelamiento a raíz de un litigio ambiental.
Más allá de lo hecho o no, luego de cederle la presidencia a Tabaré Vázquez, quien gobernó para el FA entre 2005 y 2010, Mujica no piensa jubilarse y aprovechará la popularidad del 65 por ciento con la que se retira.
El mandatario saliente fue electo senador en las elecciones de octubre pasado.
"Si el cuerpo me responde no hay ni jubilación ni licencia. Pero no porque esté en el Senado, mi adicción es la militancia. Empecé a militar cuando tenía 14 años y ahora ya no puedo parar", declaró a la radio Océano FM.
Lejos de extrañar la responsabilidad de la jefatura de Estado, el volver al llano será un alivio para Mujica: "Es como cuando te ponés un par de zapatos nuevos y te lo sacas. ¡Qué alivio!".