Eliminación de Cuba de "lista del terrorismo" plantea más preguntas sobre credibilidad de EEUU

Actualizado 2015-05-30 19:55:54 | Spanish. xinhuanet. com

Por Sun Ding

BEIJING, 30 may (Xinhua) -- En Washington, la eliminación de Cuba de la denominada lista de "estados patrocinadores del terrorismo" fue saludada como un éxito diplomático.

Sin embargo, mientras la mayoría del mundo desea presenciar un deshielo en las relaciones Estados Unidos-Cuba después de más de cinco décadas de enemistad, la supresión de la lista también ha planteado más preguntas sobre la credibilidad del propio listado y del Tío Sam.

Para justificar la decisión, el presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó que el Gobierno de Cuba "no ha suministrado apoyo alguno al terrorismo internacional a lo largo de los últimos seis meses y ha aportado garantías de que no respaldará actos terroristas en el futuro".

Sin embargo, este tipo de palabras difícilmente suponen un cumplido para los cubanos, que, para empezar, dicen que su país nunca debería haber estado en esa lista. Lo que hizo Obama es, como mucho, corregir un error obvio.

Hay pruebas abundantes que muestran que Washington parecía carecer de un estándar único y objetivo para seleccionar a los candidatos a formar parte de la lista. Y la designación de los denominados "estados patrocinadores del terrorismo" es a menudo interesada, discrecional e inconstante.

Es digno de atención que Irak fue retirado de la lista negra en 1982 por su guerra contra Irán, un adversario de Estados Unidos; sin embargo, más tarde, fue devuelto a ella por atacar Kuwait hasta que, de nuevo, fue suprimido después de que la invasión liderada por EEUU desplazase del poder al entonces líder iraquí, Saddam Hussein.

La conclusión que se extrae de este caprichoso patrón es evidente: la lista es una herramienta política manejada por una mentalidad propia de la Guerra Fría y sus criterios pueden ser alterados en cualquier momento, siempre y cuando sirvan a sus propios intereses.

Sin embargo, al menos Estados Unidos es consistente en una cosa: su lista solo se dirige contra los que considera sus adversarios.

Con respecto a Cuba, isla caribeña que ha estado sufriendo desde hace tanto tiempo el embargo estadounidense, su designación como terrorista era solo otra cicatriz inflingida por la enemistad, la injusticia y la arrogancia de Washington.

Impulsado por necesidades política urgentes, a finales de 2014 Obama cambió de rumbo para perseguir un deshielo de las relaciones con Cuba, que siguió con cuatro rondas de conversaciones mantenidas los pasados meses, en un intento de restablecer los lazos diplomáticos y reabrir las embajadas.

Ignorando la profunda división entre ambos países y la multitud de asuntos espinosos pendientes, Obama, en apariencia, fijó su mirada en las ganancias a corto plazo para su legado político.

Por otra parte, la supresión no llevará un gran beneficio a los cubanos, dado que la mayoría de las prohibiciones sobre las exportaciones y la ayuda extranjera se mantienen como resultado de otras sanciones estadounidenses sobre comercio y armas.

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