BEIJING, 16 mar (Xinhuanet) --En el marco de la celebración de las sesiones anuales de la Asamblea Popular Nacional (APN), el máximo órgano legislativo, y de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, el máximo órgano de asesoría política, periodo conocido popularmente como las "dos sesiones", el embajador de Argentina en China Diego Guelar analizó las cuestiones actuales relativas al país asiático y tomó el pulso a las relaciones bilaterales entre ambos países en una entrevista con Xinhuanet.
Xinhuanet:En los últimos años, numerosas innovaciones tecnológicas de China han cambiado de manera sustancial la vida de la gente. Por ejemplo, el pago a través del móvil, el tren de alta velocidad, el comercio electrónico o las bicicletas de uso compartido. ¿Qué opinión le merecen estos adelantos? ¿Usted los ha usado alguna vez? ¿Cuál es su visión sobre la actual capacidad china de innovación? ¿Cómo cree que China y Argentina pueden cooperar en este ámbito?
Diego Guelar:Hace pocos días firmamos un acuerdo de propiedad intelectual entre nuestra agencia de propiedad intelectual y su homóloga china. Los funcionarios que vinieron estaban muy impresionados por datos que no tenían, como por ejemplo que la agencia de protección intelectual china tiene 1,3 millones de pedidos de invenciones para ser registradas. La cifra es mayor que el número anual de la suma de los pedidos de Estados Unidos y Europa juntos. Hay mucha gente que piensa en China como el lugar que se produce poca tecnología, que la tecnología se piratea o se roba, que viola las normas de protección de propiedad intelectual. A nosotros en las embajadas nos tocan permanentemente informar sobre el cambio que está ocurriendo, que también ha sido muy acelerado. Hoy como gran productor de invenciones, China adopta una posición de cuidar y darle garantías a la propiedad intelectual. Esto también es nuevo, muy positivo que sea así. Estamos viendo este impulso tecnológico y esta práctica tecnológica en el sistema de pago, comunicaciones, donde China hoy está tomando una delantera extraordinaria. Por eso creemos que hoy esta locomotora no es un hecho ferroviario, sino un hecho, que a la cabeza, en el primer vagón de esta locomotora, se encuentra el desarrollo de la tecnología que se aplica en todos los campos, desde la más sofisticada a la más aplicada, como por ejemplo poder desbloquear una bicicleta y llevársela por un yuan y dejarla en cualquier lado. Esta ya no es la China donde había millones de bicicletas que eran los únicos medios de comunicación. Esto es otra cosa. Esto es China hipermoderna con un parque automovilístico espectacular, pero que tiene problemas de concentración urbana, que ha derivado en el desarrollo de compañías que hoy valen fortunas en apenas un año, como por ejemplo las de bicis compartidas, y que han sido imitadas en todo el mundo. Este vagón tecnológico es el primero que está atado a la locomotora del desarrollo chino y creo que esta es una línea de tendencia que se va a ir desarrollando. Huawei está disputando con las compañías que están en la primera línea, si uno dice ¿puede ser Huawei la primera compañía tecnológica en telefonía móvil? ¿Por qué no? Si no es la primera, será la segunda. Indudablemente, este desarrollo marca estos tiempos. Sería imposible pensar en este rol de China si el dato tecnológico no tuviera este desarrollo.
Xinhuanet:Este año se celebra el 40º aniversario de la puesta en marcha de la política china de la reforma y la apertura. ¿Cuáles cree usted que son los cambios que China ha logrado durante los últimos 40 años? ¿Cree que estos cambios han influido en el mundo? ¿Cómo cree que evolucionará el desarrollo económico chino en el futuro?
Diego Guelar:Creo que una conclusión muy importante es que se trataba de una generación que no estaba formada por jóvenes. Deng Xiaoping es la generación que tomó la conclusión del cambio, adelantándose a la caída de la Unión Soviética, un modelo muy cercano e importante en los anteriores 50 años, tras tener una enorme conciencia de que por ahí se iba al fracaso. Creo que esta lucidez que encabezó Deng Xiaoping, acompañado de gente que había venido de la lucha tanto en la guerra civil como en la ocupación japonesa y que había vivido los primeros 30 años en la experiencia comunista liderada por el gran timonel, Mao Zedong, se dio cuenta de que que no podía seguir así. Había cumplido un rol fundacional pero había que cambiarlo. Creo que este espíritu ha sido renovado en el XIX Congreso de Partido y ahora en esta asamblea, porque todo cambio que no se renueva se transforma en un periodo o de estancamiento o de retroceso. Hay un cambio dentro del cambio. La realidad que estamos viendo es que esa decisión extraordinaria adoptada hace 40 años se renueva, tiene un nuevo impulso y por eso va a lograr esos logros. Si hoy habláramos de forma conservadora, quietista al decir que tras 40 años se acabó el cambio, estaríamos hablando de una locomotora parada. Esta locomotora renueva su impulso y sale a mayor velocidad. Recientemente estaba leyendo un artículo sobre la velocidad de los trenes de alta velocidad. Actualmente es de 300 kilómetros horas, próximamente será a 400 kilómetros y antes de 10 años vamos a tener en China trenes de alta velocidad que van a andar a más de 600 kilómetros por hora. Esto es exactamente lo que estamos viviendo entre la decisión original de hace 40 años y la decisión de si el cambio es permanente. No se terminó el proceso de cambio, sino que al contrario, estamos en una etapa con nuevas ambiciones. Es un enorme ejemplo para el mundo y va a tener un impacto, y el siglo XXI va a ser el siglo de China, bueno ya lo está siendo.
Xinhuanet: China se ha convertido en el mayor emisor de turistas en el mundo y se ha diversificado sus demandas. ¿Qué facilidades y viajes peculiares ha puesto en marcha su país para atraer a los turistas chinos?
El primer dato es que hemos liberalizado en el curso de los dos últimos años las medidas consulares. Personalmente creo que hay que eliminar las visas, que son un resabio de una concepción de un mundo trabado, y que deben quedar para motivos muy puntuales que pueden plantear restricciones o algunos cuidados que tienen que ver con nichos delictivos individuales, pero que son las excepciones. En la regla general, así como en Argentina, que no tenemos visas con los países europeos, no tenemos visas con nuestros vecinos latinoamericanos, queremos que en un proceso de no más de cinco años se eliminen las visas. Es una invitación a nuestro país: usted saca un pasaje y venga que es bienvenido. Nuestra experiencia concreta, y la de la mayor parte de los países, es que de los 130 millones de turistas chinos que hasta ahora están yendo a distintos destinos es que son contingentes estupendos. No solo por su comportamiento personal, sino también por lo que gastan, que de media es el doble que un americano o europeo. Además es un fenómeno que hace conocer a la gente, ya que se pasa de esa idea de poblaciones que se desconocen, lejanas y con un idioma muy difícil, a la realidad. El turismo, y los turistas como embajadores de paz, tiene sin lugar a dudas un impacto extraordinario en el conocimiento de la gente, el acercamiento de los pueblos, y un valor económico y cultural extraordinario y facilita un concepto más profundo de la cultura, que no es solo un concierto o un ballet, sino el intercambio del razonamiento humano. Esa es la cultura más importante.
Lo demás es simbólico. Pero, efectivamente, que la gente pueda ocupar el espacio común y respetarse y entender cuán similares somos, qué cercanos estamos. Es el mejor antídoto contra cualquier posibilidad de guerra. Siempre digo que por suerte el nombre de Estados Unidos en mandarín es Meiguo, que es país bello. Es muy difícil que el pueblo chino piense que Meiguo sea un país enemigo, pese a algunos mensajes circunstanciales, que van a desaparecer así como han aparecido, y que son un poco agresivos. La realidad es que es Meiguo es un símbolo. Si Mao hubiese decidido que la versión en mandarín hubiera sido Direnguo, que es país enemigo, lo que hubiese sido habría sido un envenenamiento masivo. Esto habría provocado que cada vez que un chino viera a un americano, u occidental, le miraría como un enemigo. Todos los occidentales que vivimos en China sabemos que esto no es así. En esto el turismo es una materialización de esa aproximación pacífica. Nadie va a hacer turismo a un país que considere enemigo o donde le vayan a recibir mal. Si un país hace eso, la gente no va, sea argentino o chino. Es una propuesta de paz práctica: que alguien tome un avión o barco y vaya un país a disfrutar y a emplear su tiempo de descanso y compartirlo con su familia. Se trata del gesto más pacífico.