Imagen del 8 de marzo de 2018 de hombres laborando en la selección por calidad en una planta de carbón, donde además se ensaca el producto final, en la provincia de Matanzas, Cuba. Bajo un sol inclemente un grupo de hombres, armados con motosierras, cortan árboles de una vieja plantación de cítricos en una llanura del occidente de Cuba, conocida antes por su alta producción de naranjas, toronjas y limones. Una epidemia de bacterias huanglongbing obligó a demoler grandes extensiones sembradas de cítricos en la Empresa Agroindustrial Victoria de Girón, ubicada en el municipio de Jagüey Grande, a unos 140 kilómetros al sureste de La Habana. Perder las plantaciones no fue el único problema de esa entidad, que además enfrentó el hecho de tener un gran volumen de madera cortada que permanecía sobre los campos. La decisión de los directivos fue comenzar a utilizar esos desechos en la producción de carbón, un producto que históricamente han elaborado los campesinos de la zona, quienes ahora se suman a los trabajadores de la empresa y mediante un beneficioso contrato venden a la entidad todo el carbón producido. El trabajo es duro pero uno se va adaptando y resolviendo el problema", dijo a Xinhua Alexis Macías, uno de los campesinos que corta leña desde 1993 y que ahora además produce carbón. Macías, que tiene 47 años y un hijo de 21 que realiza el servicio militar, recibe gratuitamente de la empresa todo lo necesario para el trabajo, desde la motosierra hasta los sacos y cordeles para amarrarlos, y a cambio le vende cada mes entre tres y cuatro toneladas de carbón. Hoy sus ingresos mensuales rondan los 2.000 pesos (igual al dólar al cambio oficial), a lo que se suma una paga extra de 40.00 pesos convertibles (un peso convertible igual a 25 pesos de acuerdo al cambio paralelo) y la cifra puede aumentar en dependencia de la calidad de la producción. Ese proceso de corte de la leña y elaboración del carbón involucra hoy a unos 600 campesinos de Jagüey Grande y otros cuatro municipios aledaños a la zona donde está enclavada la empresa, que el pasado año exportó unas 3.500 toneladas a Turquía y Canadá. El paulatino agotamiento de los desechos de las plantaciones citrícolas demolidas no ha sido un impedimento para el trabajo de los campesinos que ahora talan los tupidos bosques de marabú, un árbol de la familia de las Mimosáceas que invade los campos cubanos. Beneficiados ahora con mejores precios y equipamiento de trabajo, los carboneros de Jagüey Grande son parte de un mecanismo productivo que Cuba ha puesto en marcha para la exportación de un combustible doméstico transformado en un rubro exportable en crecimiento. (Xinhua/Joaquín Hernández)