BEIJING, 12 jul (Xinhua) -- Como un árbol venenoso que nunca dará buen fruto, el fallo emitido en relación con el arbitraje sobre el Mar Meridional de China estuvo contaminado desde un principio.
Un reclamante belicoso, un árbitro sesgado y la falta de racionalidad difícilmente pueden ser la base de la imparcialidad.
El arbitraje es la suma de sus partes y estuvo errado desde el principio. Así, en lugar de sentar un precedente, todo el proceso ha dejado una fea cicatriz en el sistema legal internacional.
El tribunal que manejó el caso de arbitraje sobre el Mar Meridional de China iniciado unilateralmente por un anterior gobierno filipino emitió su fallo el 12 de julio en medio de un coro global que señala que el panel carece de jurisdicción para el caso.
El tribunal de cinco integrantes presenta un resumen de sus decisiones que se ubican ampliamente del lado de los reclamos de la administración del ex presidente filipino Benigno S. Aquino III.
China señala que ni acepta ni reconoce el fallo.
El sistema internacional de justicia y solución de disputas debe ser un bastión de imparcialidad, racionalidad y equidad. Pero en esta ocasión parece que la política y los intereses creados han erosionado estos cimientos y han socavado el foro legal.
El fallo, envuelto en nombre de la ley, es una mala imitación de la justicia.
El arbitraje iniciado de manera unilateral fue un intento de Filipinas por desacreditar la soberanía territorial de China y sus derechos e intereses marítimos en el Mar Meridional de China. No es de extrañar que Filipinas haya guardado silencio sobre sus propias prácticas ilegales en relación con algunas islas y arrecifes alrededor de las islas Nansha de China.
Además, la interferencia de ciertos países sólo ha enturbiado más las aguas lo que permitió ver el caso de arbitraje por lo que es: pura provocación política.
Estados Unidos, por ejemplo, no es una parte directamente involucrada ni signatario de la Declaración sobre la Conducta de las Partes en el Mar Meridional de China ni es un país que haya accedido a la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar (Unclos). Sin embargo, esto no le ha impedido expresarse sobre el tema.
El tribunal de arbitraje no fue objetivo y parece haber olvidado la esencia de Unclos y el derecho internacional, los cuales alientan el respeto, el entendimiento y la cooperación.
En consecuencia, el único precedente que se ha establecido es el de que los reclamos oportunistas serán alentados y de que las negociaciones serán dejadas de lado.
La búsqueda de una región pacífica y cooperativa en el Mar Meridional de China debe ser el objetivo común de todos, sin importar si están directamente involucrados o no.
Con este fin, es imperativo que el tema sea llevado de nuevo a la mesa de negociaciones pues la solución pacífica a través del diálogo y las consultas es la única manera viable de solucionar las disputas.
Además, quienes no están directamente involucrados deben al menos abstenerse de interferir y no agravar las tensiones.
El fallo nunca podría haber resuelto este asunto, pero el menos pone fin a este injusto proceso de arbitraje, lo que permite a todas las partes involucradas reanudar las negociaciones.
El compromiso y la determinación de China de buscar soluciones a través de conversaciones pacíficas y de trabajar con los miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático para alentar la cooperación y defender la paz y la estabilidad en el Mar Meridional de China nunca cambiarán.