BEIJING, 22 nov (Xinhua) -- Un reciente artículo publicado por primer ministro chino, Li Keqiang, sobre el impulso a la reforma de China y la cooperación internacional demuestra el pragmatismo y la determinación del país, al tiempo que traza un proyecto nuevo y sin precedentes que también beneficiará al crecimiento económico mundial.
El texto de Li, titulado "El proyecto económico de China" y que fue publicado en la revista The Economist el pasado 2 de noviembre, describe la dirección y los puntos clave de las reformas chinas, además de abordar las perspectivas y los caminos para la cooperación internacional.
En el artículo, Li enviaba al mundo el mensaje claro de que el Gobierno chino ha modificado los criterios que utiliza para evaluar su actuación económica, desde la expansión cuantitativa a la mejora cualitativa y el incremento de la eficiencia.
El primer ministro indio, Narendra Modi, le contó a Li durante un encuentro que mantuvieron en Kuala Lumpur este sábado que el artículo le había impresionado, y elogió la filosofía de su homólogo chino con respecto al desarrollo económico.
En el texto, Li reconocía que unos de los derivados de la reforma estructural que está llevando a cabo el Gobierno chino es la caída en la relevancia de indicadores como el consumo energético, el volumen de mercancías transportadas por tren o la concesión de nuevos créditos bancarios a la hora de calibrar la situación económica.
Los tres indicadores mencionados por Li son componentes de lo que se conoce como el "Indice Keqiang", un término creado por The Economist basándose en el método que el propio Li había utilizado para evaluar la economía local cuando era el secretario del Comité Provincial de Liaoning del Partido Comunista de China entre 2004 y 2007.
En su reciente artículo, Li abordaba los mismos indicadores con puntos de vista evolucionados para mantenerse, de esta forma, acorde con los tiempos actuales. Algunos analistas observan que Li subrayaba el empleo, los niveles de ingresos y el medioambiente como prioridades gubernamentales, por lo que se refieren a estos indicadores como el "nuevo índice Keqiang", que está más en línea con la nueva normalidad de la economía china.
Para el decano del centro de estudios australiano Academia de Finanzas Creativas del APEC, Guo Shengxiang, el "nuevo índice Keqiang" muestra, en realidad, un énfasis en la eficiencia económica, lo que indica que las políticas están avanzando con los tiempos y mantienen la guía.
Con el sector servicios creciendo hasta representar la mitad de la producción interior bruta y el consumo contribuyendo hasta un 60 por ciento del crecimiento económico, los viejos criterios de evaluación son menos relevantes para el crecimiento económico, y, por tanto, ya no pueden reflejar con precisión la nueva normalidad de la economía china, argumentó Guo.
En el contexto de una débil recuperación de la economía mundial, China se ha estado enfrentando a la presión de una ralentización económica significativa. Sin embargo, el país ha evitado abrir las compuertas a la liquidez, lo que le habría llevado al desfasado patrón de crecimiento extensivo. Ha optado, en cambio, por una nueva senda de desarrollo sostenible, centrado en alentar la demanda interna y la innovación.
Está opción política se presenta de manera clara en el artículo de Li. "Lo que se reclama no son parches temporales: mi Gobierno ha resistido las tentaciones de la expansión cuantitativa y de la devaluación competitiva de la moneda. A cambio, elegimos la reforma estructural", enfatiza el premier en el texto.
Junto a la modificación de los indicadores está la aceleración del motor del crecimiento económico de China. Con la iniciativa "Internet Plus" en cabeza, una ola de innovación está jugando un importante papel en la reconstrucción de la economía del país, acelerando el crecimiento de nuevas industrias, actualizando las tradicionales y creando numerosas oportunidades de negocio.
Evidentemente, como ninguna reforma se produce sin dolor, siempre se sacrificará el crecimiento a corto plazo y dará lugar a desequilibrios y discrepancias entre industrias, lo que conducirá a la caída de ciertos indicadores económicos. En el largo plazo, sin embargo, esto no es malo porque muestra que los ajustes estructurales ha producido resultados positivos.
Es justo como lo expresó Li: "Incluso esta transición de lo 'más grande es mejor' al 'menos es más' es algo bueno. Me preocuparía si las reformas no estuviesen funcionando según lo previsto".
La confianza de Li se basa en el enorme volumen económico de China, la capacidad del Gobierno para gestionar la situación en su globalidad, el fuerte consenso sobre la reforma en la sociedad china, el inmenso atractivo del mercado chino y el gigantesco potencial de una gran integración de recursos y factores esenciales de producción, tanto el interior como en el exterior del país.
"En industrialización y urbanización ofrecemos asociaciones en cooperación en materia de capacidad industrial. Combinando la pericia de China con las tecnologías vanguardistas de las economías desarrolladas, podemos, juntos, suministrar buenos equipamientos a buen precio al mundo en desarrollo, manteniendo un crecimiento robusto con la oferta de innovación", escribió Li en su artículo.
El proyecto que Li trazó en su texto no pertenece exclusivamente a los 1.300 millones de chinos. Es más, también beneficiará a la gente del resto del mundo y aportará una fuerza impulsora nueva y duradera a la recuperación ecomómica global.