Por Gerardo Laborde
MONTEVIDEO, 3 abr (Xinhua) -- Lejos del recogimiento litúrgico tradicional de la Semana Santa, la capital uruguaya tiene como protagonista por estos días a las jineteadas, donde gauchos y caballos libran una batalla relámpago.
Esta fiesta tiene lugar en un inmenso predio de la Asociación Rural en el barrio Prado de Montevideo que acoge desde 1925 la "Semana Criolla del Prado" y el "Concurso de Jineteadas", declarado Deporte Nacional.
Desde la edición pasada, las autoridades se han esmerado por dar un estricto cumplimiento a la ley de bienestar de los animales, luego de reiteradas protestas de activistas contrarios a ese deporte.
Así, un veterinario tiene la obligación de constatar que los animales no sufran maltratos.
Hace dos años, cuatro jóvenes ingresaron imprevistamente al ruedo e intentaron desplegar una pancarta que les fue arrebatada por los peones, que los sacaron a empujones con sus caballos.
JINETEADAS
Los mejores jinetes del país hacen un alto en las actividades rurales y llegan a Montevideo en busca de "la gloria": domar al animal manteniéndose montado durante 10 segundos.
Cumplido ese objetivo, el gaucho da la "vuelta de honor" con el pabellón patrio en alto de Uruguay o de los países vecinos de donde provienen como Argentina o Brasil.
La recaptura del caballo, ya sin jinete, por parte de los peones del ruedo, se transforma en otro espectáculo.
El sonido de una campana marca el inicio de la prueba que puede terminar de inmediato con el domador en el piso o devenir emotiva si permanece sujetado hasta la campanada final.
Los ponchos, las botas de potro con espuelas, las bombachas de campo (pantalón largo amplio) y los cuchillos calzados en amplios cintos, conforman el paisaje de este evento.
En el siglo XIX comenzó a nombrarse gaucho al jinete que cuidaba el ganado en las "estancias" de Argentina, Uruguay y el sur de Brasil.
Inauguradas el domingo pasado, cuando la mayoría de los uruguayos comienza un asueto de cinco días, las fiestas incluyen diariamente casi un centenar de jineteadas en las categorías de "Pelo", "Basto", "Internacional en Pelo" y "Basto Argentino".
Las jineteadas esperan recibir este año más de 300.000 espectadores en siete días.
La gigantesca parrillada donde se asan con el calor de las brasas miles de kilos de carne vacuna permanece encendida durante todas las jornadas.
Incluso este viernes, cuando según la tradición católica se debe dejar de lado el consumo de carne, el asado mantiene su protagonismo en el Prado.
HOMENAJES
Este año, la intendencia capitalina homenajeó a tres de los más experimentados jinetes del Prado que en conjunto suman 249 años.
Emilio Cedrés, de 81 años, se desempeñó a partir de 1952 como jinete y apadrinador, el encargado de coloborar en las tareas del ruedo.
"Esto fue la cuna de todos nosotros. Todos vinimos con el anhelo de salir campeón, de salir algo. Y si llegamos acá, llegamos con un orgullo muy grande", señaló Cedrés al diario La República.
"El apadrinador en primer lugar tiene que ser campero; un hombre de fuerza y de lucidez", explicó Cedrés.
Y agregó: "tiene que tener reflejo, pero también tiene que enseñar al caballo, a tu golpe de cuerpo".
Los otros dos homenajeados Altivar Quesada, de 85 años y Dimar "Yeyé" Delgado, de 83, también hicieron su estreno en el ruedo en la década de 1950.