SANTIAGO, 27 ene (Xinhua) -- Los indígenas e inmigrantes tienen algunas funciones que les facilitan su inserción en ciudades latinoamericanas, pero con frecuencia sufren segregación al persistir mecanismos de exclusión para esos grupos.
"La creciente vinculación de los pueblos indígenas con las ciudades plantea retos considerables", entre los cuales se destaca el riesgo de su cultura e identidad, indicó la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL) al presentar hoy en la capital chilena el estudio "Panorama social de la región".
Para enfrentar esta situación, estos pueblos tratan de mantener su sistema sociocultural y conservar sus lazos con las comunidades de origen, al acudir a diversas estrategias, incluidas las que se relacionan con sus decisiones de localización en el espacio urbano.
Gran parte de las personas indígenas viven en zonas precarias, con riesgo ambiental y social, carentes de seguridad y sin oportunidades de acceso a empleos de calidad y servicios básicos, como educación y salud.
Los indígenas corren el riesgo permanente de ser presa de la explotación y el tráfico de personas, entre otros factores que amenazan el ejercicio de sus derechos en el ámbito urbano.
El proceso de localización espacial de los indígenas dentro de las ciudades y su relación con el entorno urbano, "están mediados por factores culturales y dimensiones simbólicas, lo que provoca que la estructura de relaciones espaciales que asume la población indígena sea compleja en los países y ciudades", explicó la CEPAL.
Al llegar a las ciudades, la población indígena, afrodescendiente y otros inmigrantes tienden a localizar su residencia en sectores que se caracterizan por la pobreza, las malas condiciones de vivienda y de acceso a los servicios básicos, "lo cual configuraría para ellos una situación de segregación espacial".
Según el estudio, las ciudades donde la población indígena está más segregada son Guaranda (Ecuador), Limón (Costa Rica), y Maracaibo (Venezuela), con concentraciones que superan 60 por ciento la distribución aleatoria.
Esa situación se observa en las ciudades brasileñas de Belo Horizonte, Fortaleza, Río de Janeiro, Sao Paulo y en la ecuatoriana de Guayaquil, cuyos factores fluctúan de 40 a 50 por ciento.
Los mayores niveles de segregación de la población afrodescendiente están por debajo del 30 por ciento, salvo en la ecuatoriana Guaranda, donde existe una alta y doble concentración étnica, indígena y afrodescendiente en zonas de las ciudad.
En cuanto a inmigrantes de otros países, la CEPAL señala que se advierte una concentración en las ciudades.
"Si bien ciertos grupos minoritarios tienden a padecer situaciones específicas de desventajas, exclusión, xenofobia, racismo y discriminación, asociadas a su condición de extranjeros, no necesariamente conforman grupos étnicos y se diferencian de la sociedad de destino", subrayó.
La CEPAL manifestó que existen pocos estudios sobre la segregación espacial en las ciudades de la región, por ejemplo, Montevideo se asemeja a Buenos Aires por los bajos niveles de segregación, mientras en Costa Rica es relativamente moderada, similar a la de los afrodescendientes en Estados Unidos.
En contraste, en Santiago de Chile, donde viven miles de peruanos y grupos indígenas, no existen "guetos étnicos".
La CEPAL concluyó que las condiciones de vida en que residen los inmigrantes "suelen ser más bien precarias, lo que relativiza, en parte al menos, los beneficios de esa localización".