BEIJING, 8 jun (Xinhua) -- El intento del primer ministro japonés, Shinzo Abe, de provocar preocupaciones sobre el Mar Meridional de China durante la cumbre del Grupo de los 7 (G7) para forjar un frente unido anti-China es fútil.
La cumbre está centrada principalmente en la crisis ucraniana, y el cambio climático, entre otros temas. Sin embargo, Abe se distanció de estas discusiones para hablar sobre las disputas del Mar Meridional de China y los llamados intentos de China de cambiar el status quo por la fuerza.
Japón no se encuentra entre los estados demandantes en el asunto del Mar Meridional de China. Su interferencia en las disputas pretende desviar la atención y los recursos de Beijing del mar Oriental de China, donde las tensiones entre China y Japón han ido en aumento por las Islas Diaoyu.
Esta no es la primera vez que Japón ha usado la plataforma del G7 para servir a sus propios intereses.
Durante la última cumbre del G7 en Bruselas, Japón también intentó vender su agenda anti-China. Sin embargo, los países occidentales sabiamente rechazaron la posición pro-japonesa sobre el mar Oriental de China.
En esta ocasión, Abe seguramente se sentirá decepcionado de nuevo ya que sus esfuerzos para crear presión sobre China bajo un marco multilateral son contraproducentes.
Primero, China tiene soberanía indisputable sobre las Islas Nansha y las aguas adyacentes del Mar Meridional de China, y los trabajos de construcción que se están llevando a cabo allí son razonables y legítimos.
China es firme defensora de la paz y la estabilidad en la región Asia-Pacífico y en el mundo, y está comprometida con la resolución de las disputas a través de la negociación con los países directamente involucrados.
En segundo lugar, algunos miembros del G7, como Alemania y Francia, tienen importantes relaciones bilaterales con China, lo que hace imposible que caigan en el truco de Abe.
Dado que los países europeos del G7 ya han presentado su solicitud para ser miembros del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que lidera China, están más interesados en la inclusión del renmimbi (la moneda china) en la cesta monetaria de los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional que en el asunto del Mar Meridional de China.
Al tiempo, con la influencia global del G7 volviéndose menos prominente, resulta dudoso que el bloque todavía tenga la gran autoridad en los asuntos internacionales que le supone Japón.
Por ello, Abe está pinchando en hueso haciendo uso de la cumbre del G7 para conformar una alianza contra China.
Es aconsejable que los otros miembros del bloque se protejan contra las maniobras egoístas de Tokio para, de este modo, no permitir que Japón secuestre sus propios intereses.