Por Zhu Dongyang
BEIJING, 27 abr (Xinhua) -- La sensibilidad es tentadora, pero cuando se trata de los intereses nacionales e internacionales un hombre sabio siempre elige la razón por encima de los sentimientos, y el pragmatismo en lugar de un optimismo excesivo.
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, que comenzó su viaje de perfil alto a Estados Unidos este domingo, debería contener esta vez sus impulsos derechistas, nacionalistas y revisionistas, y lanzar unas declaraciones más prudentes y, por consiguiente, más sabias.
En la Colina del Capitolio, bajo el foco mediático global, debería aprovechar la oportunidad para mostrar arrepentimiento por la fanfarronería derechista desplegada por Japón en los últimos años y para pronunciar, alto y claro, la largamente esperada disculpa por los crímenes cometidos por su país en tiempos de guerra.
Sin embargo, según las informaciones sobre el borrador de su inminente discurso ante el legislativo estadounidense, la pieza, como otras declaraciones públicas que ha realizado hasta la fecha, está contumazmente obsesionada con el juego de palabras sobre la historia y con el tópico de la contención de China.
Además, Abe ya ha manifestado que no tiene intención de repetir las disculpas hechas por sus antecesores, ni siquiera en su declaración sobre la Segunda Guerra Mundial que realizará más adelante este mismo año.
Estas decisiones desenfrenadas, aparte de cálculos especulativos para complacer a los derechistas japoneses, son en realidad una bofetada en la cara de Washington.
Igual que otros países aliados, en especial las naciones asiáticas, el propio EEUU también sufrió de grandes pérdidas humanas por los horrendos ataques de Japón durante la Segunda Guerra Mundial, y asimismo realizó enormes sacrificios para derrotar al país insular.
Ya es hora de que el premier Abe recurra a la prudencia en lugar de a los impulsos nacionalistas durante su visita de una semana a EEUU, y de que evite enviar mensajes desafiantes respecto a la historia y a los temas territoriales que contradicen sus autodeclaraciones anteriores como defensor de la paz.
Por su parte, Washington también debe abstenerse del ansia de utilizar a Tokio como un instrumento para perseguir su política, ejecutada desde hace décadas, de contener a China a través del impulso de su iniciativa del "giro hacia Asia".
Al fin y al cabo, está probado que un aliado caprichoso y provocativo como Japón es un creador de problemas, que ha alborotado frecuentemente la estabilidad de la región Asia-Pacífico, y ha enredado a EEUU en sus disputas con vecinos irritados por contiendas históricas y riñas territoriales.
El presidente estadounidense, Barack Obama, también debe estar alerta para que no ser seducido y secuestrado por las declaraciones derechistas del estridente líder japonés durante su visita.
Ha habido consenso desde hace mucho tiempo entre líderes chinos y estadounidenses en que las dos economías mayores del mundo deben adherirse a la cooperación en vez de a la confrontación.