ESPECIAL: Calaveras se pasean en CDMX por Día de Muertos; desfile honra a víctimas del sismo

Actualizado 2017-10-29 10:55:14 | Spanish. xinhuanet. com

(1)MEXICO-CIUDAD DE MEXICO-SOCIEDAD EVENTO

participan en el Desfile de Día de Muertos 2017 en la Ciudad de México, capital de México, el 28 de octubre de 2017. De acuerdo con información de la prensa local, el Desfile de Día de Muertos de este año estuvo dividido en los segmentos de "La Muerte Viva" y el "Carnaval de Calaveras", en un recorrido desde la Estela de Luz hacia el Zócalo de la Ciudad de México. (Xinhua/Francisco Cañedo)

MEXICO, 28 oct (Xinhua) -- Enormes calaveras multicolores, esqueletos danzantes, diablos de largos bigotes y perros negros se pasearon festivos este sábado por el centro de la Ciudad de México ante la mirada de cientos de miles de personas.

La capital del país comenzó las festividades por el Día de Muertos, el 1 y 2 de noviembre, con un multitudinario desfile que repasó la historia de esta centenaria tradición y honró a las 228 víctimas del temblor que la golpeó el 19 de septiembre.

Una gigante escultura de un puño hecha con decenas de cascos de rescatistas abrió la parada que comenzó en el monumento Estela de Luz, en la céntrica Paseo de la Reforma, como un tributo a los fallecidos por el terremoto y los miles de brigadistas que ayudaron en la emergencia.

El puño en alto se convirtió en un símbolo durante la tragedia, porque era la señal usada durante las tareas de rescate para pedir silencio total cuando se escuchaban voces entre los escombros de los edificios derrumbados.

Brigadistas uniformados y perros que rastrearon entre las ruinas de los inmuebles caminaron detrás de la escultura con el puño en alto, recibiendo a su paso la ovación de los asistentes que abarrotaron Paseo de la Reforma desde horas antes.

Entre esa multitud se encontraba Luz García, una maquillista de 27 años, y su hija Zulai, de 5, mirando conmovidas el paso del homenaje a las víctimas.

La mujer contó a Xinhua que perdió 13 compañeros de trabajo y amigos en varios edificios destruidos. "Eran igual que yo, maquillistas y cosmetólogos. En honor a ellos, que les hubiera encantado estar aquí, venimos", explicó Luz, quien iba disfrazada de la popular figura de La Catrina igual que su pequeña hija.

Después del carro en recuerdo a la tragedia siguió la colorida celebración con más de 800 danzantes de culturas originarias de México y bailarines que encarnaban calacas (esqueletos), parcas con su hoz o traviesos diablitos que se acercaban a la gente para asustarla.

La primera de dos partes del desfile hizo un recuento de la celebración desde la época preshispánica, como el paso de dos gigantes perros negros que caminaban en el aire y retorcían sus cuellos a manera de recuerdo de los canes que habitaban en el Mictlán, el inframundo y última morada de la cultura mexica.

Tradición que dicta que las almas de los seres queridos regresan a casa para convivir, el Día de Muertos es una festividad mexicana catalogada desde 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).

De luto por más de un mes a causa del temblor, los capitalinos aplaudieron y festejaron cada episodio de los dos contingentes que sumaron más de 1,5 kilómetros de longitud y que tardaron casi tres horas en llegar a su destino en la Plaza de la Constitución, corazón de la ciudad.

Los pequeños gritaron emocionados cuando miraron dos esculturas gigantes de un diablo rojo y un ángel con su flauta pelear en el aire, mientras que los adultos sonrieron con las calacas de combatientes de la Revolución con sus redondos sombreros de ala muy ancha.

El alcalde de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, informó por la noche que más de un millón de personas se dieron cita para disfrutar del desfile y de una ofrenda monumental en la Plaza de la Constitución hecha de papel picado, anaranjadas flores de cempasúchil y esqueletos.

Precisamente esqueletos y enormes calaveras protagonizaron la segunda parte de la parada, convertida ya en un carnaval multicolor con calacas de mariachis tocando en un carro que simulaba una trajinera, que es una embarcación típica de los canales que hay en el sur de la capital del país.

"México canta y no llores", se titulaba la última carroza. Delante de ella, alegres diablitos bailaban salsa, esqueletos se movían al ritmo de rumba y gigantes calaveras de azúcar y pan generaban aplausos.

En ese último carro viajaba, solemne, La Catrina con un ancho sombrero negro y un vestido morado de larga cola. Dicho personaje es una calavera creada por el ilustrador mexicano José Guadalupe Posada a inicios del siglo pasado que se convirtió en ícono de la festividad.

"Me encantó el colorido y la alegría. Me gustó mucho cómo contaron la historia desde el México prehispánico", comentó Bren, una pintora de 33 años.

Para su novio, Rafael, la parada mostró también la unión de los habitantes de la ciudad después de la tragedia del sismo."Es muy padre, te motiva, te hace sentir orgulloso de ser mexicano", dijo el músico de 34 años.

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participan en el Desfile de Día de Muertos 2017 en la Ciudad de México, capital de México, el 28 de octubre de 2017. De acuerdo con información de la prensa local, el Desfile de Día de Muertos de este año estuvo dividido en los segmentos de "La Muerte Viva" y el "Carnaval de Calaveras", en un recorrido desde la Estela de Luz hacia el Zócalo de la Ciudad de México. (Xinhua/Francisco Cañedo)

MEXICO, 28 oct (Xinhua) -- Enormes calaveras multicolores, esqueletos danzantes, diablos de largos bigotes y perros negros se pasearon festivos este sábado por el centro de la Ciudad de México ante la mirada de cientos de miles de personas.

La capital del país comenzó las festividades por el Día de Muertos, el 1 y 2 de noviembre, con un multitudinario desfile que repasó la historia de esta centenaria tradición y honró a las 228 víctimas del temblor que la golpeó el 19 de septiembre.

Una gigante escultura de un puño hecha con decenas de cascos de rescatistas abrió la parada que comenzó en el monumento Estela de Luz, en la céntrica Paseo de la Reforma, como un tributo a los fallecidos por el terremoto y los miles de brigadistas que ayudaron en la emergencia.

El puño en alto se convirtió en un símbolo durante la tragedia, porque era la señal usada durante las tareas de rescate para pedir silencio total cuando se escuchaban voces entre los escombros de los edificios derrumbados.

Brigadistas uniformados y perros que rastrearon entre las ruinas de los inmuebles caminaron detrás de la escultura con el puño en alto, recibiendo a su paso la ovación de los asistentes que abarrotaron Paseo de la Reforma desde horas antes.

Entre esa multitud se encontraba Luz García, una maquillista de 27 años, y su hija Zulai, de 5, mirando conmovidas el paso del homenaje a las víctimas.

La mujer contó a Xinhua que perdió 13 compañeros de trabajo y amigos en varios edificios destruidos. "Eran igual que yo, maquillistas y cosmetólogos. En honor a ellos, que les hubiera encantado estar aquí, venimos", explicó Luz, quien iba disfrazada de la popular figura de La Catrina igual que su pequeña hija.

Después del carro en recuerdo a la tragedia siguió la colorida celebración con más de 800 danzantes de culturas originarias de México y bailarines que encarnaban calacas (esqueletos), parcas con su hoz o traviesos diablitos que se acercaban a la gente para asustarla.

La primera de dos partes del desfile hizo un recuento de la celebración desde la época preshispánica, como el paso de dos gigantes perros negros que caminaban en el aire y retorcían sus cuellos a manera de recuerdo de los canes que habitaban en el Mictlán, el inframundo y última morada de la cultura mexica.

Tradición que dicta que las almas de los seres queridos regresan a casa para convivir, el Día de Muertos es una festividad mexicana catalogada desde 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).

De luto por más de un mes a causa del temblor, los capitalinos aplaudieron y festejaron cada episodio de los dos contingentes que sumaron más de 1,5 kilómetros de longitud y que tardaron casi tres horas en llegar a su destino en la Plaza de la Constitución, corazón de la ciudad.

Los pequeños gritaron emocionados cuando miraron dos esculturas gigantes de un diablo rojo y un ángel con su flauta pelear en el aire, mientras que los adultos sonrieron con las calacas de combatientes de la Revolución con sus redondos sombreros de ala muy ancha.

El alcalde de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, informó por la noche que más de un millón de personas se dieron cita para disfrutar del desfile y de una ofrenda monumental en la Plaza de la Constitución hecha de papel picado, anaranjadas flores de cempasúchil y esqueletos.

Precisamente esqueletos y enormes calaveras protagonizaron la segunda parte de la parada, convertida ya en un carnaval multicolor con calacas de mariachis tocando en un carro que simulaba una trajinera, que es una embarcación típica de los canales que hay en el sur de la capital del país.

"México canta y no llores", se titulaba la última carroza. Delante de ella, alegres diablitos bailaban salsa, esqueletos se movían al ritmo de rumba y gigantes calaveras de azúcar y pan generaban aplausos.

En ese último carro viajaba, solemne, La Catrina con un ancho sombrero negro y un vestido morado de larga cola. Dicho personaje es una calavera creada por el ilustrador mexicano José Guadalupe Posada a inicios del siglo pasado que se convirtió en ícono de la festividad.

"Me encantó el colorido y la alegría. Me gustó mucho cómo contaron la historia desde el México prehispánico", comentó Bren, una pintora de 33 años.

Para su novio, Rafael, la parada mostró también la unión de los habitantes de la ciudad después de la tragedia del sismo."Es muy padre, te motiva, te hace sentir orgulloso de ser mexicano", dijo el músico de 34 años.

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