ESPECIAL: Adquieren relevancias las "políticas de cuidado" en América Latina

Spanish.xinhuanet.com   2016-03-27 06:54:57

Por Omar Mendoza

SANTIAGO, 26 mar (Xinhua) -- Las "políticas de cuidado", referidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional de las personas, han cobrando mayor importancia en América Latina y el Caribe durante los últimos años.

En su informe "Panorama Social 2015", la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con sede en Chile, subraya que los cuidados "constituyen una responsabilidad compartida entre la familia, la comunidad, el mercado y el Estado".

El trabajo del cuidado sin embargo recae principalmente sobre las familias, en especial sobre las mujeres, y recibe una escasa y fragmentada atención por parte de la política social, destacó el organismo.

En general, el tema del cuidado a las personas necesitadas es promovido con diverso grado de urgencia por gobiernos, partidos políticos, organizaciones sociales y organismos internacionales, con la finalidad de establecer "los cuidados como objeto de políticas públicas".

Uruguay, Ecuador, Cuba y Chile destacan por ocuparse de esta labor social.

Ha sido difícil definir qué tipo de cuidado se hace, a quién, dónde y durante cuánto tiempo.

La mayoría de las investigaciones toman como punto de partida un tipo de persona dependiente, a partir de la cual identifican a sus "cuidadores".

En la vida diaria y en todos los países, el cuidado informal ocurre en todas las edades y en diferentes condiciones; cada ser humano ha sido objeto de cuidado familiar o de un sistema informal u oficial, y la mayoría son, han sido o serán cuidadores.

Hay circunstancias o periodos en los que se requieren de cuidados intensivos o especializados, como, por ejemplo, en la niñez, durante la enfermedad, cuando existe alguna discapacidad y en situaciones de invalidez por vejez.

Se reconoce el aspecto afectivo y emocional que conllevan esas actividades, las cuales pueden ser delegadas en otras personas de la familia, en forma remunerada o no, incluso fuera del marco familiar.

El trabajo de cuidados se caracteriza por la relación de servicio y preocupación por los otros, siendo una actividad humana bien valorada.

Existen dos tipos de cuidados, el directo, con la prestación material y la atención a las necesidades físicas y biológicas de la persona, donde hay una interacción entre las personas que otorgan y reciben el cuidado; y el indirecto, donde el necesitado cuenta con alguien que lo apoya en la cocina o limpieza de hogar.

A nivel teórico, el cuidado es, tanto en la academia como en la política, un concepto estratégico, capaz de articular debates y agendas antes dispersas, así como generar consensos para avanzar en una agenda de equidad de género en la región.

Los debates académicos sobre su contenido se remontan a la década de los 70 del siglo anterior en los países anglosajones, impulsados por las corrientes feministas en el campo de las ciencias sociales.

En todo el mundo, el derecho al cuidado, a su vez, debe ser considerado como un derecho universal de toda la ciudadanía, desde la doble circunstancia de personas que precisan cuidados y las que cuidan, es decir, desde el derecho a dar y a recibir cuidados.

Fuera del entorno familiar, el trabajo de cuidado está marcado por la relación de servicio, de atención y preocupación por los otros; se realiza cara a cara entre dos personas y genera lazos de proximidad, en una situación de dependencia, pues una es tributaria de la otra para su bienestar y mantenimiento.

Hasta ahora, lo que unifica la noción de cuidado es que se trata de una labor muy humana esencialmente realizada por mujeres, ya sea dentro de la familia o que se exteriorice por la forma de prestación de servicios personales.

La idea del cuidado como derecho es todavía aún poco explorada en las investigaciones académicas en la mayoría de los países.

Un elemento común es que las investigaciones tienen como punto de partida un tipo de persona dependiente, a partir de la cual identifican a sus cuidadores, pero el cuidado informal ocurre en todas las edades en todos los países.

En cualquier sociedad, el cuidado abarca diversos sectores, como infraestructura, salud, educación, protección social y políticas de mercado de trabajo, por lo que se requiere una aproximación comprensiva en su análisis como en el diseño de las políticas.

El debate sobre cómo incorporar la complejidad del cuidado en una lógica de derechos se relaciona con la igualdad de oportunidades, de trato y de trayectorias en el marco de un contexto de ampliación de los derechos de las personas que implica un nuevo concepto de la ciudadanía.

Hasta ahora, no hay una definición aceptada completamente del cuidado.

Sin embargo, existe un consenso en cuanto a los bienes, servicios y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio, mientras sus límites son difíciles de demarcar en términos de qué se hace, a quién, dónde y durante cuánto tiempo.

Por otro lado, ha surgido el término "economía del cuidado" para especificar actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, con el fin de resaltar la relevancia de esa actividad para el desarrollo económico de los países y el bienestar de sus poblaciones.

También se ha mostrado, que, como todo el resto de los espacios sociales, la "economía del cuidado" presenta una particular configuración de género, mientras el impacto que sobre la misma tienen las políticas públicas en general y económicas en particular no resulta neutral.

El término "economía del cuidado" se ha difundido de manera reciente para referir a un espacio bastante indefinido de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades más básicas y relevantes para la existencia y reproducción de las personas, en sus respectivas sociedades.

No obstante, la CEPAL señala que "la economía del cuidado" está en construcción, y se refiere a aquellos elementos que cuidan o "nutren" a las personas, en el sentido que les otorgan los elementos físicos y simbólicos imprescindibles para sobrevivir en sociedad.

De esta manera, la "economía del cuidado" incluye a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en condiciones propicias para su desarrollo humano.

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ESPECIAL: Adquieren relevancias las "políticas de cuidado" en América Latina

Spanish.xinhuanet.com 2016-03-27 06:54:57

Por Omar Mendoza

SANTIAGO, 26 mar (Xinhua) -- Las "políticas de cuidado", referidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional de las personas, han cobrando mayor importancia en América Latina y el Caribe durante los últimos años.

En su informe "Panorama Social 2015", la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con sede en Chile, subraya que los cuidados "constituyen una responsabilidad compartida entre la familia, la comunidad, el mercado y el Estado".

El trabajo del cuidado sin embargo recae principalmente sobre las familias, en especial sobre las mujeres, y recibe una escasa y fragmentada atención por parte de la política social, destacó el organismo.

En general, el tema del cuidado a las personas necesitadas es promovido con diverso grado de urgencia por gobiernos, partidos políticos, organizaciones sociales y organismos internacionales, con la finalidad de establecer "los cuidados como objeto de políticas públicas".

Uruguay, Ecuador, Cuba y Chile destacan por ocuparse de esta labor social.

Ha sido difícil definir qué tipo de cuidado se hace, a quién, dónde y durante cuánto tiempo.

La mayoría de las investigaciones toman como punto de partida un tipo de persona dependiente, a partir de la cual identifican a sus "cuidadores".

En la vida diaria y en todos los países, el cuidado informal ocurre en todas las edades y en diferentes condiciones; cada ser humano ha sido objeto de cuidado familiar o de un sistema informal u oficial, y la mayoría son, han sido o serán cuidadores.

Hay circunstancias o periodos en los que se requieren de cuidados intensivos o especializados, como, por ejemplo, en la niñez, durante la enfermedad, cuando existe alguna discapacidad y en situaciones de invalidez por vejez.

Se reconoce el aspecto afectivo y emocional que conllevan esas actividades, las cuales pueden ser delegadas en otras personas de la familia, en forma remunerada o no, incluso fuera del marco familiar.

El trabajo de cuidados se caracteriza por la relación de servicio y preocupación por los otros, siendo una actividad humana bien valorada.

Existen dos tipos de cuidados, el directo, con la prestación material y la atención a las necesidades físicas y biológicas de la persona, donde hay una interacción entre las personas que otorgan y reciben el cuidado; y el indirecto, donde el necesitado cuenta con alguien que lo apoya en la cocina o limpieza de hogar.

A nivel teórico, el cuidado es, tanto en la academia como en la política, un concepto estratégico, capaz de articular debates y agendas antes dispersas, así como generar consensos para avanzar en una agenda de equidad de género en la región.

Los debates académicos sobre su contenido se remontan a la década de los 70 del siglo anterior en los países anglosajones, impulsados por las corrientes feministas en el campo de las ciencias sociales.

En todo el mundo, el derecho al cuidado, a su vez, debe ser considerado como un derecho universal de toda la ciudadanía, desde la doble circunstancia de personas que precisan cuidados y las que cuidan, es decir, desde el derecho a dar y a recibir cuidados.

Fuera del entorno familiar, el trabajo de cuidado está marcado por la relación de servicio, de atención y preocupación por los otros; se realiza cara a cara entre dos personas y genera lazos de proximidad, en una situación de dependencia, pues una es tributaria de la otra para su bienestar y mantenimiento.

Hasta ahora, lo que unifica la noción de cuidado es que se trata de una labor muy humana esencialmente realizada por mujeres, ya sea dentro de la familia o que se exteriorice por la forma de prestación de servicios personales.

La idea del cuidado como derecho es todavía aún poco explorada en las investigaciones académicas en la mayoría de los países.

Un elemento común es que las investigaciones tienen como punto de partida un tipo de persona dependiente, a partir de la cual identifican a sus cuidadores, pero el cuidado informal ocurre en todas las edades en todos los países.

En cualquier sociedad, el cuidado abarca diversos sectores, como infraestructura, salud, educación, protección social y políticas de mercado de trabajo, por lo que se requiere una aproximación comprensiva en su análisis como en el diseño de las políticas.

El debate sobre cómo incorporar la complejidad del cuidado en una lógica de derechos se relaciona con la igualdad de oportunidades, de trato y de trayectorias en el marco de un contexto de ampliación de los derechos de las personas que implica un nuevo concepto de la ciudadanía.

Hasta ahora, no hay una definición aceptada completamente del cuidado.

Sin embargo, existe un consenso en cuanto a los bienes, servicios y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio, mientras sus límites son difíciles de demarcar en términos de qué se hace, a quién, dónde y durante cuánto tiempo.

Por otro lado, ha surgido el término "economía del cuidado" para especificar actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, con el fin de resaltar la relevancia de esa actividad para el desarrollo económico de los países y el bienestar de sus poblaciones.

También se ha mostrado, que, como todo el resto de los espacios sociales, la "economía del cuidado" presenta una particular configuración de género, mientras el impacto que sobre la misma tienen las políticas públicas en general y económicas en particular no resulta neutral.

El término "economía del cuidado" se ha difundido de manera reciente para referir a un espacio bastante indefinido de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades más básicas y relevantes para la existencia y reproducción de las personas, en sus respectivas sociedades.

No obstante, la CEPAL señala que "la economía del cuidado" está en construcción, y se refiere a aquellos elementos que cuidan o "nutren" a las personas, en el sentido que les otorgan los elementos físicos y simbólicos imprescindibles para sobrevivir en sociedad.

De esta manera, la "economía del cuidado" incluye a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en condiciones propicias para su desarrollo humano.

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