Por Sabina di Muro
CARACAS, 22 mar (Xinhua) -- Desde inicios de la primera década del siglo XXI hemos visto el ascenso, por vía democrática, de gobiernos de carácter progresista y de izquierda que sin duda cambiaron el mapa político en la región latinoamericana.
En Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, Honduras, Paraguay y Nicaragua surgieron nuevos liderazgos, cuyas ideologías contrastaron con los intereses de las trasnacionales y las directrices de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), acostumbrado a aplicar "recetas" en estos países con el apoyo de las derechas internas.
"Hoy vemos cómo la misma derecha, desplazada del poder, arma expedientes no sólo contra estos liderazgos de cambio, sino contra aparatos de poder que sustentan la proyección de estos países en el mapa geopolítico", dijo en entrevista a Xinhua, el analista Miguel Jaimes.
En estos cuatro primeros países nombrados en el párrafo anterior, existen varios focos de desestabilización que se activan con distintos niveles de intensidad pero que han cobrado más ímpetu con el inicio del año 2016.
Las acciones de la oposición venezolana, por ejemplo, que busca retroceder las conquistas sociales alcanzadas por el pueblo en los últimos 15 años, y el nuevo impulso de la derecha ecuatoriana que intenta conseguir apoyo de un sector de la fuerza armada para derrocar a Rafael Correa.
También los ataques contra Evo Morales y la incertidumbre por los resultados del referéndum consultivo llevado a cabo en Bolivia, y el avance de las fuerzas derechistas contra el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil, con la detención e interrogatorio del dirigente socialista Lula da Silva, en la causa conocida como la operación "Lavado de Autos".
Para Jaimes, las acciones de desestabilización cobran similitudes y cercanías en torno a lo que se ha llamado "un golpe lento, suave o silencioso", que busca poner fin a los gobiernos de izquierda del Cono Sur.
"Cuando somos testigos, por ejemplo, que los sectores de la ultraderecha de la región y sus personajes estuvieron presentes en el triunfo de (Mauricio) Macri en Argentina, es indudable que hay una sintonía, un acuerdo entre ellos para llevar adelante la desestabilización, y esos motivos no descansan", señaló el politólogo.
En días pasados, los diputados socialistas de Venezuela rechazaron a través de un comunicado el "golpe de Estado" mediático y judicial que estaría desarrollando la derecha brasileña; y denunciaron las acciones desestabilizadoras en la región.
"Esta acción desestabilizadora de la oposición local devela una amplia concertación entre la derecha de América Latina y de Europa, con la finalidad de quebrantar la legitimidad social de los procesos populares y revolucionarios que se dan en la región", dice el texto.
Además, responsabilizaron al gobierno de Estados Unidos de impulsar operaciones que buscan "someter la voluntad democrática" de los pueblos, usando como elemento "la destrucción de referentes fundamentales del proceso histórico de afirmación de nuestra independencia".
Bajo la gestión del presidente Barack Obama, recordaron en el texto, fueron perpetrados los golpes contra los mandatarios de Honduras, Manuel Zelaya (2009); Ecuador, Rafael Correa (2010); Paraguay, Fernando Lugo (2012), y el "sistemático" ataque contra el mandatario venezolano Nicolás Maduro.
A este respecto, consideró el analista, hay líneas de acción bajo la llamada "Guerra contra la corrupción" que lleva adelante el Departamento de Estado Estadounidense "contra los líderes regionales creando expedientes afines a sus intereses geopolíticos".
"(Los expedientes) tienen como finalidad deslegitimar empresas estatales para relanzar o fortalecer sus mercados comerciales con Chevron, Exxon Mobil o los 'fondos buitres' en Argentina, y a la vez proyectar a los líderes regionales como una clase privilegiada para minar la confianza en ellos y alejarlos de la población", aseveró Jaimes.
Como ejemplos, citó los casos de espionaje en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), en la brasileña Petrobras, y la posterior "criminalización" de sus funcionarios a través de expedientes de corrupción o narcotráfico, como en las causas del Banco de Andorra y el ex presidente de la estatal venezolana, Rafael Ramírez; o el mismo Lula da Silva con el "Lavado de Autos".
Destacó como elemento más distorsionador y elocuente la posición del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien no ha "titubeado en atacar a los gobiernos progresistas de la región y amenazar a Venezuela con activar la Carta Democrática".
"Un personaje (Almagro) está comprometido abiertamente en el caso venezolano con los partidos opositores y con dirigentes de la ultraderecha como Leopoldo López, usado como figura para atacar la democracia venezolana", sostuvo.
En su trabajo "Víctimas dignas e indignas", el periodista venezolano Fernando Casado escribió, citando al lingüista estadounidense Noam Chomsky: "Los medios internacionales y los poderes económicos y políticos que están detrás de ellos, fijan su atención en aquellas víctimas que apoyan sus intereses, es decir las víctimas dignas, mientras que las incómodas son las indignas".
"El caso de Leopoldo López (dirigente opositor) y las víctimas de la 'guarimbas' (manifestaciones violentas) expresan de manera paradigmática los conceptos de Chomsky en eventos que se están desarrollando en este momento y sobre el mismo caso", escribió Casado, al referirse a la Ley de Amnistía que pretende aplicar el opositor Parlamento venezolano.
El "complot mediático" forma parte fundamental del "golpe lento" en Venezuela y los otros países de la región, con el desbalance informativo en medios privados nacionales e internacionales y una campaña de difusión de rumores, que conforman una estrategia de "guerra psicológica" contra la estabilidad democrática.
Un documento publicado por el Ministerio para la Información y Comunicación, titulado "Venezuela se respeta", denuncia que uno de los mecanismos para mentir a las audiencias es la presentación de fotos y vídeos de hechos violentos ocurridos en otras partes del mundo como si hubieran sucedido en el país caribeño.
A juicio del politólogo, se trata de una lucha en la cual la derecha ha sacado sus mejores estrategias para volver al poder, y "ha aprovechado la fatiga o el desgaste sufrido por estos procesos revolucionarios; considerando que los movimientos sociales tienen que tener un constante reimpulso, renovación y revisión".
"La derecha ha entendido esto y juega a que sea el desvaloramiento político el que impere. Las cartas están echadas de manera muy clara y los gobiernos progresistas lo saben, porque tratan de apoyarse en los mecanismos de integración como la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe), o la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas)", precisó Jaimes.
Se refirió como el acto desestabilizador más grave en la región la extensión de la Orden Ejecutiva del presidente Barack Obama contra Venezuela, en la que se califica al país de una "amenaza inusual y extraordinaria" para Estados Unidos.
Sin duda, dijo Jaimes, que el relanzamiento de este decreto busca atinar una situación política en la región que recupere los precios del crudo, porque "es una decisión apresurada para intentar que el petróleo escale nuevos precios ante el evidente desbarajuste en su economía (la de Estados Unidos)".
No obstante este escenario, lleno de focos de conspiración, confirmar que estamos ante el fin de la era progresista en la región, sería desdeñar y simplificar la lucha de estos pueblos por su independencia.
En este siglo los pueblos suramericanos han mostrado un importante avance en organización, formación y conciencia política, lo que demuestra que mientras sigan luchando existe un futuro promisorio.