BEIJING, 13 ago (Xinhua) -- Para la mayoría de la gente de todo el mundo, la historia tiene que ver con los hechos objetivos del pasado. Sin embargo, para un puñado de políticos derechistas japoneses no es así.
Mientras los testigos alzan la voz y las víctimas de la época de guerra y sus familias demandan disculpas, los políticos derechistas están tratando flagrantemente de distorsionar la verdad y encubrir el pasado agresivo y atrocidades cometidas por Japón durante la Segunda Guerra Mundial.
La evidencia muestra que Japón ha sostenido una "guerra santa" contra los asuntos históricos para encubrir su agresión. Esto ha sido equiparado con la "guerra santa" que los militaristas japoneses creían que sostenían en nombre de "Asia del Este Mayor" durante la Segunda Guerra Mundial.
Este sábado se conmemora el 70° aniversario del anuncio de Japón de su rendición incondicional después de la Segunda Guerra Mundial.
Al igual que sus predecesores, se espera que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, emita una declaración por el aniversario. Sin embargo, como sucedió en 1937 cuando abundaban las especulaciones sobre si Japón lanzaría una invasión de escala total contra China, la próxima declaración del primer ministro también está cubierta de incertidumbre.
TRAICIÓN A LA HISTORIA
Las conjeturas rodean el contenido de la declaración de Abe y, existen dudas de si abordará los temas de "régimen colonialista", "agresión" o "disculpa", y si la declaración será oficial o personal.
Esas palabras aparecieron en una declaración histórica hecha por el ex primer ministro Tomiichi Murayama el 15 de agosto de 1995 en el 50° aniversario del final de la guerra. Su contenido fue repetido por su sucesor, Junichiro Koizumi, en 2005 en el 60° aniversario. Ambas declaraciones fueron avaladas unánimemente por el gabinete.
Sin embargo, al parecer el primer ministro actual está planeando desviarse de la tradición y se habla de que la fecha del discurso cambiará, que no se utilizarán términos clave y que será personal en lugar de pronunciarlo en su calidad de primero ministro.
Los medios de comunicación japoneses informaron que la declaración de Abe expresará "remordimiento" por las acciones japonesas durante la guerra, insistirá en la búsqueda de la paz en la era de la posguerra y mostrará a una nación que ve hacia el futuro. El foco de la declaración serán las dos segundas partes, en tanto que la sección de "remordimiento" podría ser atenuada.
El ex primer ministro Morihiro Hosokawa, quien durante su periodo admitió inequívocamente los crímenes de guerra de Japón, dijo en una entrevista con el "Tokyo Shimbun" que cualquier declaración que socave el espíritu de las declaraciones de Murayama y de Koizumi sería contraproducente.
Abe ha visitado personalmente o presentado ofrendas rituales en el santuario Yasukuni, donde se honra a los muertos de guerra japoneses, entre quienes se encuentran 14 criminales de Clase A de la Segunda Guerra Mundial declarados culpables. También ha rechazado la definición universal de "agresión" y ha hecho declaraciones que niegan la Masacre de Nanjing y la práctica de esclavitud sexual de tiempos de guerra. Estas acciones no han logrado convencer al mundo de que su gabinete acepta la responsabilidad.
Su camino de extrema derecha es seguido también por su gabinete.
Al desafiar sin compasión los sentimientos de los países y pueblos víctimas, la administración japonesa no ha dado muestra del trato considerado que se atribuye como una virtud de la nación japonesa.
La antropóloga estadounidense Ruth Benedict ha usado las imágenes del "crisantemo y la espada" para describir a la cultura japonesa. Pero cuando se trata de su autoridad, el "crisantemo" tranquilo se ha desvanecido y sólo queda una "espada" bélica.
PELIGROS BÉLICOS
Abe y su administración han estado en el cargo durante casi tres años y durante ese tiempo Japón ha flexibilizado sus reglas de exportación de armas, incrementado su gasto militar, debilitado el control civil sobre las Fuerzas de Autodefensa (FAD) e impulsado iniciativas y enmiendas de ley de seguridad controvertidas a su Constitución pacifista. Éstas parecen ser acciones peligrosas para buscar poderío militar.
La Constitución de posguerra de Japón establece que "... las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, así como otro potencial de guerra, jamás serán mantenidas. El derecho a la beligerancia del Estado no será reconocido".
Esas disposiciones, aunque han establecido la piedra angular política para la paz y estabilidad de Japón y su despegue económico, son consideradas por las fuerzas de derecha como grilletes para el país. Esta situación recuerda circunstancias similares que involucraron a la autoridad militar de Japón en la década de los 30. La autoridad se molestó y retiró de los acuerdos de desarme del Tratado Naval de Washington y del Tratado Naval de Londres.
Existen aún más señales que pueden hacer que la gente se preocupe por el posible regreso de Japón a su pasado militarista.
A través del control de la cadena pública NHK, Abe ha convertido a la organización en órgano de difusión de la derecha, lo que es similar al frenesí de los medios de comunicación de tiempos de guerra hacia el militarismo en Japón.
Asimismo, el gobierno japonés ha modificado los libros de texto para adoctrinar a los estudiantes con ideas acerca del control japonés sobre las islas Diaoyu, que de hecho son territorio chino, así como sobre otros territorios disputados. Esta parece ser la enseñanza de la autoridad japonesa para justificar su régimen colonialista en el noreste de China durante la década de los 30.
Además, la gente puede dudar de manera justificada de los conceptos de "pacifismo activo" y "arca de libertad y prosperidad" expresados por Abe, pues parecen muy similares a la retórica de tiempos guerra de Japón de la "Esfera de la Prosperidad Común de la Asia del Este Mayor", que fue usada como una excusa para su invasión y ocupación de China y de otros vecinos regionales.
Lo que sería considerado como alarmante sería la aceptación de la ideología de ala derecha entre algunos ciudadanos japoneses comunes.
La opinión de que China y la República de Corea están causando un alboroto sobre algunos asuntos históricos son temas de los foros en línea en Japón, lo que, una vez más, recuerda una situación de hace 70 años, cuando muchos japoneses cegados por su autoridad militarista, estaban desconcertados por la resistencia de los pueblos chino y coreano.
GUERRA CONDENADA AL FRACASO
Sin embargo, afortunadamente las voces moderadas y amantes de la paz siguen siendo la principal corriente entre el público japonés.
De acuerdo con una encuesta reciente de NHK, la tasa de apoyo para el gabinete de Abe ha disminuido a 37 por ciento. Más del 60 por ciento de los entrevistados han expresado su desaprobación a las controvertidas iniciativas de ley de seguridad del país, que permitirían que Japón ejerciera el derecho a la autodefensa colectiva.
Hano Kenji, un ex miembro del consejo local de Toyama, calificó de "vergonzosa" la ignorancia de Abe sobre el pasado agresivo del país.
Hace más de 70 años, los milicianos japoneses emprendieron una guerra de agresión bajo el estandarte de una "Guerra Santa". Décadas después, la administración japonesa puede ser vista como una continuación de esa "Guerra Santa" en temas históricos, y que conduce a un final similar condenado al fracaso.