A cerca de un kilómetro de distancia hay dos comunidades residenciales, donde vehículos quemados bloquean las calles y vidrios rotos cubren el piso. La mayoría de los muertos eran trabajadores migrantes que vivían en estas comunidades. Muchos huyeron de sus casas en piyamas luego de ser arrojados de sus camas por la fuerza de las explosiones.
El presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang han pedido realizar los máximos esfuerzos para salvar a la gente y advirtieron que "los responsables serán tratados con severidad".