Por Hu Zimeng
MEXICO, 26 jun (Xinhua) -- El famoso escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su obra "Las venas abiertas de América Latina", indicó que "es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha transmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder".
Después de sufrir centenares de años de explotación y represión colonial, América Latina aún no puede recuperarse. Hoy día las garras de las drogas abren de nuevo las venas largamente heridas de esta región.
En América Latina está ubicada la mundialmente famosa región productora de drogas "Triángulo de Plata" formada por Colombia, Bolivia y Perú. La producción de cocaína de los tres países representa el 98 por ciento de la producción global y la superficie de coca del mundo es de 220.000 hectáreas.
Del total de las drogas producidas en estos países sudamericanos, el 90 por ciento es enviado a Estados Unidos como destino final, vía América Central y el golfo de México.
La droga es el tema "que quiere dejar, pero no puede dejar" la gente latinoamericana, es la guerra de palabras de la vida política, es el trabajo diario de los campesinos cocaleros, es el intercambio de fuego de las banda de narcotraficantes en las calles.
La droga es el enfoque de la política latinoamericana. Tomando a México como ejemplo, de 2006 a 2012, el entonces presidente Felipe Calderón libró la "guerra contra las drogas", en un intento por aniquilar a las bandas de narcotraficantes a través de medios militares, pero apenas logró su objetivo.
Después de la asunción del presidente Enrique Peña Nieto, diversos cabecillas de los cárteles mexicanos han sido capturados, pero las bandas de narcotraficantes no han sido desarticuladas, aún persiste la delincuencia derivada de las drogas y el pueblo sigue padeciendo la inseguridad.
La droga alimenta la violencia social. Hoy día las bandas de narcotraficantes empiezan su expansión hacia las zonas indefensas de Centroamérica y del Caribe. Sólo en República Dominicana, pequeño país caribeño, el 70 por ciento de la delincuencia violenta está relacionada con las drogas, al tiempo que alienta el próspero mercado negro de armas ilegales en la nación insular.
La droga afecta la vida civil. Según las estadísticas de la Organización de Naciones Unidas, un total de cuatro millones de personas en el mundo se ganan la vida a partir de los cultivos de coca y amapola, y la mayoría de ellos vive por debajo de la línea de la pobreza (menos de dos dólares diarios).
Si se toma a Colombia como ejemplo, los campesinos cocaleros quedan excluidos de la economía formal principal del país y su suerte está controlada por los narcotraficantes intermedios. Si se abastecen cultivos alternativos, la mayor parte de estos cocaleros estarían dispuestos a buscar nuevas fuentes de ingresos.
La droga daña el futuro de América Latina. Los niños representan el futuro y la esperanza de los países. Sin embargo el destino de algunos infantes mexicanos preocupa a la gente.
A principios de este mes el Comité de los Derechos del Niño de la ONU se mostró "profundamente preocupado" por este problema, al indicar que el gobierno mexicano "se han tomado medidas insuficientes para prevenir el continuo reclutamiento de niños por grupos armados".
Durante muchos años Estados Unidos adoptó una posición positiva sobre la lucha contra las drogas en América Latina. En el año 2000 Estados Unidos lanzó el "Plan Colombia", al fumigar los plantíos de coca en los montes y llanos andinos, y suministrar 2.500 millones de dólares al gobierno colombiano para combatir a los rebeldes antigubernamentales vinculados con el narcotráfico.
El glifosato ha sido esparcido indiscriminadamente por aviones estadounidenses en campos y selvas, provocando la destrucción de cultivos y de selvas tropicales de la Amazonas.
La mirada del gobierno norteamericano está concentrada más en la eliminación de la coca, pero sin hacer caso al empeoramiento del medio ambiente o el daño a la salud de los habitantes locales, por lo tanto su política contra las drogas tuvo un frío recibimiento en América Latina.
En 2012, durante la Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, Estados Unidos y los países latinoamericanos no llegaron a un acuerdo. América Latina sabe que las existentes políticas impuestas por EEUU contra las drogas no pueden lograr los objetivos deseados, los gobiernos regionales han pagado un enorme precio aplicando estas políticas, y enfrentan demenciales desafíos derivados de la droga y la violencia.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) indicó en un informe que los gobiernos de América Latina deben reducir la influencia de Estados Unidos respecto a la lucha contra las drogas.
No se puede solucionar el problema del narcotráfico solamente con la lucha contra el cultivo y el tráfico de drogas en América Latina. Bajo las reglas del mercado, si existen amplias necesidades, habrá un abastecimiento incesante.
Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo, exige a América Latina luchar activamente contra las drogas, sin embargo debería contener su gran mercado negro interno.
Sin la compra y venta, no habrá daños. En la lucha contra las drogas, hay que controlar más el consumo. Sólo con esto se podrá someter a "la garra invisible" que abre las venas de América Latina.