Por Omar Mendoza
SANTIAGO, 29 abr (Xinhua) -- La juventud chilena, como la de muchos países latinoamericanos, vive en una sociedad marcada por la desigualdad, la que no ofrece las mismas oportunidades para todos.
Es muy difícil que un joven de una familia de bajos recursos se convierta en un eminente médico, científico, astrónomo o que llegue a cursar altos estudios en prestigiosas universidades de Europa o Estados Unidos.
Esa desigualdad provocó a partir de 2011 que los estudiantes protagonizaran masivas protestas contra el lucro en la educación y por una enseñanza gratuita, logrando que el actual gobierno emprendiera una Reforma Educativa.
Según varios estudios, un 45% de los jóvenes chilenos muestra una baja cultura cívica y desdeña la política, lo cual se comprobó en los comicios de principios del 2015, donde sólo un 30% de jóvenes entre 18 y 29 años acudió a las urnas.
Sin embargo, hay un grupo importante de jóvenes que ve el voto como una herramienta del ejercicio democrático y un medio para influir en la política, aunque rechazan a los partidos, tras descubrirse casos de corrupción en las últimas campañas de candidatos oficialistas y de oposición.
El descontento juvenil con la actual clase política se debe, en parte, a una débil cultura política, que no fomenta el involucramiento y la participación ciudadana, y a que es evidente que hay un desprestigio de los actores políticos.
Tras los aluviones de marzo pasado en el norte, varios miles de jóvenes se brindaron como voluntarios para ayudar a la reconstrucción de viviendas de los damnificados en las regiones nortinas de Atacama y Antofagasta. Igualmente, ello se ha visto frente a la actual emergencia por el volcán Calbuco en el sur de Chile.
En contraste, a esa actitud altruista, todas las cárceles chilenas están repletas, donde los jóvenes de familias de bajos recursos son mayoría y cumplen penas por cometer delitos de robo o tráfico de drogas, actividades crecientes en una nación de 16 millones de habitantes.
Por otro lado, se evidencia cambios culturales en los jóvenes por su paso de actitudes tradicionales hacia otras más liberales, vinculado con la defensa y tolerancia hacia ciertos derechos individuales, como la homosexualidad, el aborto y el divorcio, en una sociedad muy conservadora.
Un sondeo reciente indicó que un 44,5% cree que el consumo excesivo de alcohol o drogas es la mayor dificultad que deben enfrentar los jóvenes, seguida por un 34,2% por la falta de oportunidades para lograr un empleo.
A ello se suma la incontrolable delincuencia, los problemas para acceder a la educación superior y la falta de confianza que tienen los adultos en los jóvenes.
La violencia juvenil se evidencia a diario en las calles, como lo recogen los noticieros televisivos. Chile promulgó la Ley Estadio Seguro para controlar la violencia entre los hinchas de fútbol, que normalmente protagonizan hechos de sangre sin que la policía pueda detenerlos.
En momentos en que las Naciones Unidas discute la Agenda Global de Desarrollo Pos 2015, Chile y toda América Latina deben priorizar las demandas juveniles y dar respuestas a sus necesidades, a partir de las peticiones identificadas por jóvenes de todo el mundo en la encuesta "My World" (Mi Mundo).
Esa Agenda debía promover cambios sociales y culturales para reducir la desigualdad, promoviendo la inclusión de los jóvenes en un acercamiento intergeneracional que busque soluciones conjuntas a los problemas del desarrollo del país y la región.