Brasil: una decepción sin fin

Actualizado 2015-06-28 13:15:16 | Spanish. xinhuanet. com

CONCEPCION, 27 jun (Xinhua) -- En un ambiente gélido, digno para la ocasión, la selección brasileña volvió a tropezar con la misma piedra que lo eliminó en la Copa América de Argentina en 2011: Paraguay.

Igual que hace cuatro años, el conjunto guaraní dejó en la cuneta a la "canarinha" en la tanda de penaltis de los cuartos de final, esta vez en la fría Concepción.

Fue una nueva decepción para la ya desmoralizada "torcida" brasileña, aún no recuperada del humillante 7-1 encajado en el Mundial de hace un año y cuyo juego avergüenza cada vez más a los miles de fans que tiene repartidos por el planeta.

Brasil, por primera vez en muchos años, no jugará la Copa de las Confederaciones, torneo que ha ganado en las tres últimas ediciones y que no sirve ni para ocultar los graves problemas que vive la selección. La última vez que se jugó la Copa de las Confederaciones sin Brasil, fue en 1995, en su segunda edición.

El desconcierto que reina ahora mismo en el seno de la selección brasileña es total, empezando por un presidente que no quiso acompañar al equipo en Chile por miedo a ser detenido por el escándalo de corrupción en la FIFA, una prensa y una afición que reclaman resultados y buen juego y unos jugadores con un nivel, exceptuando Neymar, muy por debajo de los que Brasil siempre tuvo históricamente.

Los responsables de la Confederación brasileña eligieron a un viejo conocido, Dunga, para intentar devolver el camino de los éxitos a la selección, en otros tiempos el rival más temido y admirado del mundo, y hoy en día, una caricatura de lo que fue.

Un año después de su llegada al banquillo, el juego de Brasil continúa estando a años luz de lo que siempre fue y que se prometió por parte de los dirigentes que se recuperaría.

El Brasil de Dunga llegaba a la Copa América 2015 avalada por los 10 triunfos consecutivos que logró desde el retorno del espartano técnico a la canarinha. No obstante, la verdeamarela parece no haber superado los traumas de su Mundial al ofrecer un decepcionante torneo que terminó con el público chileno coreando "olé, olé" cada vez que Paraguay tocaba la pelota en el último partido de Brasil en el torneo.

Bajo la estrella de su único referente mundial actual, Neymar, Brasil se había convencido de que la Copa América era el mejor escaparate para enterrar el fiasco en el Mundial del año pasado y sacar el espíritu ganador que siempre tuvo la selección.

Las bajas de Oscar y Luiz Gustavo, titulares indiscutibles para Dunga, nunca pudieron ser resueltas por el técnico, cuyo equipo dependió mucho de Neymar y nunca pudo ofrecer la solidez defensiva y orden táctico que caracteriza a los equipos de un seleccionador que, si bien ha mejorado levemente su relación con los medios, continúa sin saber aceptar ninguna critica y parece totalmente desconcertado a la hora de tomar decisiones tácticas.

Otra prueba del desconcierto es la convocatoria a última hora de Daniel Alves, quien ya estaba de vacaciones y fue llamado de urgencia tras la lesión del madridista Danilo. Aunque apuntaba como suplente de Fabinho, el lateral azulgrana acabó disputando todos los minutos en el torneo.

Tras la dura suspensión a Neymar, a raíz de los incidentes en el partido contra Colombia, Dunga apeló al veterano Robinho, Roberto Firmino y Philippe Coutinho para liderar el ataque brasileño ante Venezuela.

Tras jugar los mejores 45 minutos del torneo, el juego de la canarinha se apagó hasta tal punto que terminó el partido jugando con seis defensas para aguantar el resultado contra la vinotinto, algo inédito y objeto de burla aún hoy en la prensa del país.

Ante Paraguay, el equipo hizo una buena primera mitad, logrando el gol inicial, pero nuevamente volvió a decaer en la segunda. Sin Willian y Robinho en el campo, Brasil terminó sofocada por el siempre corajoso y aguerrido once guaraní, que se vio favorecido por otro de los problemas que afectan al equipo: los errores infantiles.

En esta ocasión, fue el experimentado defensa Thiago Silva, quien colocó en el aire una mano absurda que el árbitro sancionó muy acertadamente como penalti. Tras el empate, Brasil no tuvo poder de reacción y pareció conformarse con llegar a la tanda de penaltis.

La "pentacampeona" se marcha por la puerta de atrás de la Copa América igual que hace cuatro años y desaprovechando una nueva oportunidad para recuperar el prestigio de antaño, perdido hace más de una década y que amenaza en durar otra década más, ante la evidente falta de talento en los últimos productos de su inagotable cantera de futbolistas.

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