Por Omar Mendoza
SANTIAGO, 12 feb (Xinhua) -- A casi 55 años del lanzamiento por Estados Unidos de la fracasada Alianza del Progreso para América Latina, la región, más unida e independiente que nunca, ha creado un Foro de Cooperación con China.
Los tiempos han cambiado. Estados Unidos ya no puede imponer su política en lo que consideraba su "patio trasero", porque los países latinoamericanos y caribeños son más libres hoy y China se ha convertido en una potencia económica del mundo, practicando una diplomacia de paz y amistad.
El 13 de marzo de 1961, el presidente John Kennedy lanzó, con bombos y platillos en Washington, la Alianza del Progreso, con la promesa de mejorar la vida de los latinoamericanos. Se anunció que la región crecería 2,5 por ciento, pero a pesar de la ayuda estadounidense sólo llegó ese año al 1,8 por ciento, mientras que la situación social quedó peor.
Aquella Alianza fue una gran empresa política para evitar que se extendiera el ejemplo revolucionario de Cuba en la región, y también para reforzar el dominio estadounidense sobre los países latinoamericanos, en medio de la confrontación ideológica soviético-estadounidense durante la Guerra Fría (1947-1991).
Estados Unidos prometió ayuda por 20.000 millones de dólares en 10 años, a partir de 1961, mientras intensificó la contrainsurgencia para combatir a los movimientos guerrilleros en la región y organizó una invasión a Cuba, que resultó derrotada, y luego estableció un bloqueo económico contra la isla.
El presidente John Kennedy reclamaba para Estados Unidos el liderazgo de"una revolución social pacífica" en América Latina y el derecho a extender su control político-militar y la presencia de los monopolios en sus economías. Encontró el apoyo de todos los países, excepto de México.
Ciertamente, mediante la Alianza del Progreso se construyeron algunas carreteras, viviendas y otras obras, pero parte del dinero fue a parar a las manos de los gobernantes corruptos de la época.
Paralelamente, la Alianza del Progreso fortaleció a la derecha latinoamericana y fomentó las dictaduras militares en la región, con sus secuelas de represión y muerte, que luego fueron desapareciendo por las luchas populares.
El asesinato de Kennedy en 1963, cuyos detalles aun son un secreto, marcó la caída del proyecto aliancista, que fue desechado en 1970, pasando a la historia sin gloria y demostrando el fracaso de imponer soluciones externas a los problemas internos de las naciones.
Despúes de cuatro décadas, la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), acordó en enero de 2014 en Cuba ampliar la vinculación entre los 33 países de América Latina y el Caribe con China, "conscientes del interés de promover las relaciones, basadas en el respeto, la igualdad y el beneficio mutuo, libres de toda condicionalidad, con todos los países y regiones".
En noviembre pasado, en Beijing, representantes de CELAC y de China formalizaron la creación del foro, culminando un largo período de acercamiento y entendimiento mutuos, con el fin de elevar los lazos bilaterales.
Este foro es fruto de la maduración de los intercambios políticos, diplomáticos, económico-comerciales, culturales y educativos entre América Latina y China.
En la actualidad, China ya se posiciona como el segundo socio comercial y la tercera fuente de inversiones para América Latina y el Caribe. Según cifras oficiales chinas, el intercambio comercial entre China-América Latina superó los 240.000 millones de dólares en los primeros 11 meses de 2014.
El presidente chino, Xi Jinping, anunció que en la próxima década se elevarán en 500.000 millones de dólares los intercambios comerciales con América Latina y el Caribe y hasta 250.000 millones las inversiones directas de China.
El Foro ratificó la propuesta del líder chino de establecer un ambicioso programa de cooperación conocido bajo el título de "1+3+6", que incluye un plan quinquenal, tres motores (comercio, inversión y cooperación) y seis áreas fundamentales de colaboración.
Ese plan, que marcará las relaciones de cooperación bilaterales entre los años 2015 y 2019, comprende las siguientes áreas: seguridad, política, comercio, inversión, finanzas, infraestructuras, energía, recursos, industria, agricultura, ciencia e intercambios entre pueblos, entre otros aspectos.
También fueron aprobados los reglamentos del Foro, los cuales determinan la frecuencia de los diálogos entre las dos partes y garantiza un sistema para la implementación de los consensos y los planes políticos.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que ha venido actuando como secretaría técnica para los vínculos CELAC-China, considera que "es el momento propicio para dar un salto de calidad en la relación" con la nación asiática.
En ese sentido, ha advertido que "el principal desafío que tiene América Latina y el Caribe es interno", instando a establecer una estrategia de desarrollo productivo, para avanzar en productividad, innovación, infraestructura y recursos humanos, con el fin de crear una agenda regional para la cooperación con China.
En la historia ha quedado la frustrada y olvidada la Alianza del Progreso, intento neocolonial que buscaba seguir expoliando los recursos naturales y dominando a las naciones de América Latina y el Caribe.
Por delante, está el Foro de Cooperación con China, un noble proyecto inspirado en hacer realidad los sueños de los pueblos de CELAC y China.