BEIJING, 17 jul (Xinhua) -- El intento de Manila de buscar arbitraje internacional sobre su disputa con Beijing en torno al Mar Meridional de China es fútil y está condenado al fracaso ya que el caso es, en sí mismo, insostenible.
El gobierno filipino presentó una demanda de arbitraje en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya a comienzos de 2013 y el pasado lunes 13 de julio concluyó la vista sobre jurisdicción y admisibilidad.
Sin embargo, la acción unilateral de Manila para ocupar el territorio chino en ese mar no son más que castillos en el aire.
Es obvio que Manila ha depositado su esperanza en que las fuerzas internacionales y multilaterales apoyen su infundada reclamación, retratándose a sí misma como víctima y presionando a Beijing al publicitar la disputa en la corte.
Esta vez, Filipinas envió a un grupo de 35 miembros a La Haya cuando bastan tres para discutir el caso. Sin disimulo alguno, las autoridades manifestaron que la delegación era una "muestra de fuerza" para "dar la impresión a los árbitros" de que el país está unido en este caso.
No obstante, aunque enviara más delegados a La Haya para intentar influir en los jueces, Manila no conseguirá los resultados esperados mediante dichos esfuerzos.
Beijing es, en realidad, la verdadera víctima del contencioso sobre el Mar Meridional de China, pues Filipinas ha ocupado de manera ilegal los territorios chinos en la zona desde la década de 1970.
Sin embargo, con miras a salvaguardar la paz y la estabilidad regionales, China ha mantenido la contención.
En cuanto a la soberanía territorial, China dispone de abundantes pruebas históricas y legales para comprobarla, en tanto que sus derechos marítimos en las aguas comprendidas dentro de la llamada Línea de Nueve Puntos en el Mar Meridional de China también han sido confirmados por la historia.
Sobre el arbitraje, el tema de discusión en este caso es la soberanía territorial sobre varios rasgos marítimos en ese mar, lo que está más allá del alcance de la Convención de la ONU sobre Derecho Marítimo bajo la cual Manila inició el arbitraje.
Por otro lado, cualquier arbitraje debe basarse en el principio del consentimiento. En cuanto a las disputas bilaterales, si una parte no lo acepta ni participa en el arbitraje, la otra no deberá instituirlo en contra de la voluntad de la primera.
En repetidas ocasiones, China ha afirmado que no va a aceptar ni participar en el arbitraje, y ha explicado con todo detalle el fundamento jurídico de su posición de que el tribunal arbitral no tiene jurisdicción sobre este caso.
La acción unilateral de Manila no contribuye a solventar la disputa sino que, todo lo contrario, va a envenenar sus relaciones con China. Darle bombo al arbitraje y gastarse mucho dinero en cabildear con los árbitros extranjeros también provocará crisis internas dentro del país.
En consecuencia, ya es hora de que Filipinas termine la farsa del arbitraje sobre el Mar Meridional de China y vuelva al camino correcto de las conversaciones bilaterales para lograr una solución final aceptable para ambos países.