BEIJING, 17 jul (Xinhua) -- Las recientes informaciones de algunos medios turcos sobre la supuesta prohibición china del mes sagrado del Ramadán y las actividades religiosas a él asociadas carecen de todo fundamento, son irresponsables y van contra un hecho irrefutable como es la armonía étnica en China.
Violando principios fundamentales de los medios de información, algunos medios turcos, llevados por segundas intenciones, han publicado reportes irresponsables e infundados sobre una presunta intromisión de las autoridades chinas en el Ramadán y otros actos religiosos, lo que resultó en actos violentos contra la Embajada y los turistas chinos en Turquía.
En los casos más graves, empresas con intereses chinos fueron saqueadas e incluso algunos surcoreanos en Turquía fueron atacados al ser confundidos con ciudadanos chinos.
Sin embargo, una gira alrededor de China durante el mes sagrado musulmán revela la realidad que vive la vasta comunidad de chinos musulmanes y muestra lo lejos que han ido los medios turcos conducidos por el odio al elaborar esas informaciones inventadas y distorsionadas.
En la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China y donde viven más de 10 millones de musulmanes, el Ramadán es estrictamente observado por las minorías étnicas hui, uygur, kazaja, uzbeka, tayika y kirguís, entre otras.
El mes sagrado, que este año se celebra entre el 18 de junio y el 18 de julio, es una temporada de reflexión espiritual en la que los fieles musulmanes no pueden comer ni beber desde el amanecer hasta el anochecer.
Según cuenta Abdurahman, imán de una mezquita en la capital regional uygur, Urumqi, la mezquita recibe normalmente 1.200 visitantes al día pero durante el Ramadán el número se eleva a más de 3.000.
"El gobierno nos ha dado protección y respeto suficientes", afirmó, y añadió que las autoridades locales llevaron a cabo labores de prevención de incendios y de epidemias antes del Ramadán.
Los musulmanes de fuera de China también están viviendo la paz del Ramadán en Xinjiang. En el Gran Bazar Internacional de Urumqi, decenas de empresarios turcos venden productos típicos como comida, ropa, accesorios y alfombras.
Cihan Aydogmus, de 38 años, ha vivido en Xinjiang durante más de 10 años. Es propietario de dos fábricas de alfombras, una en Estambul (Turquía) y otra en Kashgar (China). Está casado con una mujer uygur y tiene dos hijos.
"Mi mujer está ayunando, pero yo no porque he estado demasiado ocupado con mi negocio. La gente aquí decide por sí misma si hacer el ayuno y si ir a la mezquita a partir de sus situaciones, sin interferencia por parte de otros", aseguró.
En China, la creencia religiosa está garantizada por la Constitución, que estipula que ningún órgano gubernamental, grupo social o individuo está autorizado a obligar a nadie a convertirse o a abandonar una fe religiosa.
El gobierno convocó una reunión especial en Xinjiang antes del mes sagrado, con el objetivo de abordar medidas para garantizar las actividades religiosas legales por parte de los residentes.