Por Wang Haiqing
BEIJING, 22 jun (Xinhua) -- En el último acto de la intromisión de Tokio en el Mar Meridional de China, una aeronave de patrulla de la Fuerza Marítima de Autodefensa nipona aterrizó en la ciudad filipina de Puerto Princesa el domingo como preparativo del vuelo que esta semana planea hacer sobre las disputadas aguas.
El previsto vuelo, al igual que el resto de movimientos realizados por Japón con respecto al Mar Meridional de China, está diseñado por Tokio para alcanzar sus metas en este nuevo frente, pero los cálculos no son realistas.
Para empezar, la reciente obsesión de Tokio por inmiscuirse en el asunto del Mar Meridional de China tiene como objetivo presionar a Beijing para que desvíe recursos del Mar Oriental de China, donde ha aumentado la tensión entre ambos países sobre las islas Diaoyu, que empezó tras la nacionalización japonesa del lugar.
Esta maniobra en apariencia inteligente tiene en realidad poca visión de futuro porque la próxima vez que Tokio diga que quiere sinceramente mejorar los lazos bilaterales, Beijing probablemente no se lo creerá.
Al tratar de describir a Beijing como un abusón en el Mar Meridional de China y alinearse con sus rivales en la zona, Tokio también desea crear la atmósfera adecuada para aprobar proyectos de ley sobre seguridad que expandirán significativamente el campo de las operaciones en el extranjero de sus fuerzas de autodefensa.
Sin embargo, estos planes en poco cambiarán la fuerte oposición nacional e internacional que enfrentan los proyectos legislativos, ya que el llamado "derecho de autodefensa colectiva" viola la Constitución pacifista y evoca memorias del pasado militarista de Japón.
Por último, pero no menos importante, entubiando las aguas en el Mar Meridional de China Tokio también quiere desviar la atención global, cada vez más intensa, de su falta de remordimiento, casi 70 años después de su rendición, por las atrocidades que cometió en la Segunda Guerra Mundial.
Hay que recordar a Tokio que cualquier intento de desviar la atención de la planeada declaración del primer ministro japonés, Shinzo Abe, con motivo del 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial es fútil y solo servirá para profundizar la desconfianza hacia Japón.
Todo el mundo sabe que aunque varios países están involurados en las disputas territoriales sobre el Mar Meridional de China, las vías navegables no han sido nunca bloqueadas ni la libertad de navegación perjudicada.
Japón, que no es parte involucrada en las disputas, debe abandonar cualquier intento de agravar la siutación en el área.
Los hechos han mostrado que China y los otros implicados son plenamente capaces de salvaguardar la seguridad marítima en la zona y han demostrado su voluntad de encontrar una solución pacífica a las divergencias.