Contra el abuso de la libre expresión, al igual que contra el intento de coartarla

Actualizado 2015-01-15 16:07:40 | Spanish. xinhuanet. com

BEIJING, 15 ene (Xinhua) -- Aunque la revista satírica francesa Charlie Hebdo ha regresado a los estanquillos, el mundo sigue enfrascado en un encendido debate sobre qué hay detrás del horrendo ataque terrorista contra la sede de la publicación en París la semana pasada.

La matanza del 7 de enero en la capital francesa, primero y más mortífero de una serie de dramáticos episodios que dejaron un total de 17 muertos, sin contar a los tres extremistas que fueron abatidos, fue deplorable e injustificable. No existe ningún motivo, sea religioso o moral, que justifique tan horribles crímenes.

El razonamiento, evidentemente, no debe quedar ahí. Para garantizar que las 17 muertes no sean en vano, resulta necesaria e imperativa la introspección, particularmente en Occidente, donde el sentido de supremacía y hasta chovinismo no son difíciles de encontrar.

Junto a la guerra contra el terrorismo, el enfrentamiento entre civilizaciones, la radicalización islámica, la división social y muchos otros temas, las libertades de expresión y de prensa han irrumpido como era de esperar en las discusiones mundiales.

Para muchos, el violento ataque contra Charlie Hebdo fue también un ataque contra la libertad de expresión, y los asaltantes intentaban reprimir la libertad de prensa mediante la masacre de los caricaturistas periodísticos. La lógica es simple: pese a la polémica que le rodea, la revista forma parte de la comunidad periodística, y fue atacada por lo que publicó.

Este es un argumento sólido. Y en un momento de conmoción y confusión como este, todos los miembros de la comunidad internacional necesitan expresar con una sola voz, alto y claro, su posición contra todos los ataques contra la libertad de expresión, no sólo aquellos que se presentan en la forma de horrendos asesinatos de periodistas.

Sin embargo, ahí no queda todo. Aunque no existe ningún "pero" en los artículos que consagran las libertades de expresión y de prensa en las constituciones, siempre hay uno entre líneas.

Las palabras tienen consecuencias, y en una gran variedad de casos lo que uno dice no puede ser justificado por la libertad de expresión. Por ejemplo, en la mayoría de países gritar bomba a bordo de un avión constituye un delito, al igual que "!Heil Hitler!" en un cualquier lugar público en muchos países europeos. Ciertos apelativos son considerados como altamente inapropiados en muchas sociedades.

Ese aspecto de la expresión es especialmente relevante en la comunicación masiva, dada su naturaleza pública. Mientras la prensa debe defender la diversidad para cubrir las diferentes necesidades del público general, también debe asumir la responsabilidad innata de promover el bien general de la humanidad.

Los reportajes innecesariamente ofensivos que sólo acentúan los malentendidos entre culturas y exacerban la desconfianza entre civilizaciones no conducen al bienestar de la humanidad, de manera que son erróneos en todas sus formas.

Ante esto, la prudencia básica por parte del interlocutor y la prensa resulta esencial. Para comenzar, es fácil deducir que las caricaturas provocadoras del profeta Mahoma sólo alimentan lo que se describe como radicalización islámica, una peligrosa tendencia que muchos en Occidente incluyen entre los vínculos casuales de la masacre de París.

Por eso en lo que a la libertad de expresión se refiere, la matanza de Charlie Hebdo deberá servir como una orden de movilización para defender la libertad de expresión, tanto contra la intenciones de coartarla como contra el abuso de la misma.

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