ESPECIAL: Perros callejeros convertidos en guardianes del patrimonio cubano

Actualizado 2018-10-21 23:28:18 | Spanish. xinhuanet. com

CUBA-HABANA-PERROS-PATRIMONIO

LA HABANA, octubre 21, 2018 (Xinhua) -- Imagen del 20 de octubre de 2018, de "Cortico", uno de los perros que cuida Margarita García, descansando en La Habana, Cuba. Cada día, Margarita García se acerca a la centenaria Plaza de Armas, donde cuida y alimenta a una decena de perros callejeros que hoy se desempeñan como singulares guardianes del patrimonio de la zona histórica de La Habana Vieja. A lo largo de dos décadas, Margarita, que se confiesa amante de los animales, ha cuidado de una veintena de perros abandonados que merodeaban por la zona, y no ha cejado en su labor a pesar de las críticas de su esposo, quien asegura que ella atiende más a los animales que a él. Cuando Margarita está en el trabajo o en la casa, donde tiene cinco perras, los canes andan desperdigados por la Habana Vieja, y en la madrugada acompañan a los custodios de los múltiples inmuebles patrimoniales de la zona. Las leyes cubanas prohíben la presencia de animales en lugares de trabajo, aunque se exceptúan los perros de guardia, exclusión que parecen aprovechar los canes de Margarita para pasarse de noche por una decena de instituciones gubernamentales en compañía de los custodios. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 21 oct (Xinhua) -- Cada día, Margarita García se acerca a la centenaria Plaza de Armas, donde cuida y alimenta a una decena de perros callejeros que hoy se desempeñan como singulares guardianes del patrimonio de la zona histórica de La Habana Vieja.

A lo largo de dos décadas, Margarita, que se confiesa amante de los animales, ha cuidado de una veintena de perros abandonados que merodeaban por la zona, y no ha cejado en su labor a pesar de las críticas de su esposo, quien asegura que ella atiende más a los animales que a él.

Especialista de la Editorial Boloña y licenciada en Español y Literatura, esta mujer de 58 años dedica las mañanas de los sábados a limpiar a los animales, quienes llevan al cuello simpáticas identificaciones.

"Estos animalitos fueron apareciendo en el entorno de la Plaza y decidí acogerlos, esterilizarlos y alimentarlos", relata a Xinhua sin pizca de envanecimiento.

Lo singular es que esta sencilla mujer, cuyo salario no es muy alto, destina la mayor parte de su dinero al cuidado de los perros, al sufragar no sólo la alimentación y la limpieza, sino incluso las visitas del veterinario.

"Es que ya son perros adultos a los que nadie acoge pero todo el mundo respeta como mascotas de acá del área y de la Oficina del Historiador de la ciudad", agrega mientras pasa un cepillo por el lomo de Aparicio, uno de los perros.

Aparicio, Cortico, Pelusa, Vladimir, Canela, Mulata, Mocha, Nano, La Niña y P-9, son los nombres de estos animales, según se lee en sus identificaciones que además tienen una foto del perro.

Cuando Margarita está en el trabajo o en la casa, donde tiene cinco perras, los canes andan desperdigados por la Habana Vieja, y en la madrugada acompañan a los custodios de los múltiples inmuebles patrimoniales de la zona.

Las leyes cubanas prohíben la presencia de animales en lugares de trabajo, aunque se exceptúan los perros de guardia, exclusión que parecen aprovechar los canes de Margarita para pasarse de noche por una decena de instituciones gubernamentales en compañía de los custodios.

En la Cámara Oscura, una torre con lentes y espejos que permite una vista de La Habana Vieja en 360 grados, están La Niña y P-9, quienes acompañan a Nilda Saavedra, custodia del sitio que es visitado por decenas de turistas.

"En las guardias nocturnas ellos son una ayuda adicional y una compañía increíble", dice Saavedra.

La adopción de perros como mascotas no es un fenómeno único de la zona antigua de la capital cubana, pues incluso respetables instituciones como los bomberos tienen adoptado a algún can.

El Comando 5 de La Habana lleva en sus carros a Nena, una perra flacucha que un bombero recogió en la calle y que ahora participa en cada intervención de esos hombres, a quienes observa y espera ansiosa sentada al lado del chofer.

En la actualidad, la no gubernamental Sociedad Cubana para la Protección de Animales y Plantas (Aniplant) lucha por la inclusión en una nueva Constitución del derecho de los animales.

Esa institución surgió en 1882 por el impulso del español Juan García Villarraza, quien además fundó la primera academia dental que existió en Cuba, pero quizás el más conocido intento de protección animal en la isla fue el desarrollado por la estadounidense Jeannette Ryder, quien creó el Bando de Piedad, en 1906.

La muerte de Ryder, en 1931, significó el inicio de una hermosa historia, cuando su perro Rinti no quiso abandonar la tumba donde falleció meses después, lo que generó una campaña de colecta popular para levantar un panteón que hoy es uno de los más curiosos atractivos del principal Cementerio habanero.

Cifras del Instituto Nacional de Medicina Veterinaria indican que las clínicas estatales atienden a más de 1,9 millones perros y más de 50.000 gatos.

Los animales abandonados pueden morir en la calle o ser sacrificados después de ser capturados por especialistas de alguno de los departamentos de Zoonosis adscritos a las direcciones provinciales de salud pública.

Una tercera opción es que sean adoptados como de manera extraoficial hace Margarita, una habanera que ha logrado convertir a un grupo de perros callejeros en guardianes del valioso patrimonio de la isla.

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LA HABANA, octubre 21, 2018 (Xinhua) -- Imagen del 20 de octubre de 2018, de "Cortico", uno de los perros que cuida Margarita García, descansando en La Habana, Cuba. Cada día, Margarita García se acerca a la centenaria Plaza de Armas, donde cuida y alimenta a una decena de perros callejeros que hoy se desempeñan como singulares guardianes del patrimonio de la zona histórica de La Habana Vieja. A lo largo de dos décadas, Margarita, que se confiesa amante de los animales, ha cuidado de una veintena de perros abandonados que merodeaban por la zona, y no ha cejado en su labor a pesar de las críticas de su esposo, quien asegura que ella atiende más a los animales que a él. Cuando Margarita está en el trabajo o en la casa, donde tiene cinco perras, los canes andan desperdigados por la Habana Vieja, y en la madrugada acompañan a los custodios de los múltiples inmuebles patrimoniales de la zona. Las leyes cubanas prohíben la presencia de animales en lugares de trabajo, aunque se exceptúan los perros de guardia, exclusión que parecen aprovechar los canes de Margarita para pasarse de noche por una decena de instituciones gubernamentales en compañía de los custodios. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 21 oct (Xinhua) -- Cada día, Margarita García se acerca a la centenaria Plaza de Armas, donde cuida y alimenta a una decena de perros callejeros que hoy se desempeñan como singulares guardianes del patrimonio de la zona histórica de La Habana Vieja.

A lo largo de dos décadas, Margarita, que se confiesa amante de los animales, ha cuidado de una veintena de perros abandonados que merodeaban por la zona, y no ha cejado en su labor a pesar de las críticas de su esposo, quien asegura que ella atiende más a los animales que a él.

Especialista de la Editorial Boloña y licenciada en Español y Literatura, esta mujer de 58 años dedica las mañanas de los sábados a limpiar a los animales, quienes llevan al cuello simpáticas identificaciones.

"Estos animalitos fueron apareciendo en el entorno de la Plaza y decidí acogerlos, esterilizarlos y alimentarlos", relata a Xinhua sin pizca de envanecimiento.

Lo singular es que esta sencilla mujer, cuyo salario no es muy alto, destina la mayor parte de su dinero al cuidado de los perros, al sufragar no sólo la alimentación y la limpieza, sino incluso las visitas del veterinario.

"Es que ya son perros adultos a los que nadie acoge pero todo el mundo respeta como mascotas de acá del área y de la Oficina del Historiador de la ciudad", agrega mientras pasa un cepillo por el lomo de Aparicio, uno de los perros.

Aparicio, Cortico, Pelusa, Vladimir, Canela, Mulata, Mocha, Nano, La Niña y P-9, son los nombres de estos animales, según se lee en sus identificaciones que además tienen una foto del perro.

Cuando Margarita está en el trabajo o en la casa, donde tiene cinco perras, los canes andan desperdigados por la Habana Vieja, y en la madrugada acompañan a los custodios de los múltiples inmuebles patrimoniales de la zona.

Las leyes cubanas prohíben la presencia de animales en lugares de trabajo, aunque se exceptúan los perros de guardia, exclusión que parecen aprovechar los canes de Margarita para pasarse de noche por una decena de instituciones gubernamentales en compañía de los custodios.

En la Cámara Oscura, una torre con lentes y espejos que permite una vista de La Habana Vieja en 360 grados, están La Niña y P-9, quienes acompañan a Nilda Saavedra, custodia del sitio que es visitado por decenas de turistas.

"En las guardias nocturnas ellos son una ayuda adicional y una compañía increíble", dice Saavedra.

La adopción de perros como mascotas no es un fenómeno único de la zona antigua de la capital cubana, pues incluso respetables instituciones como los bomberos tienen adoptado a algún can.

El Comando 5 de La Habana lleva en sus carros a Nena, una perra flacucha que un bombero recogió en la calle y que ahora participa en cada intervención de esos hombres, a quienes observa y espera ansiosa sentada al lado del chofer.

En la actualidad, la no gubernamental Sociedad Cubana para la Protección de Animales y Plantas (Aniplant) lucha por la inclusión en una nueva Constitución del derecho de los animales.

Esa institución surgió en 1882 por el impulso del español Juan García Villarraza, quien además fundó la primera academia dental que existió en Cuba, pero quizás el más conocido intento de protección animal en la isla fue el desarrollado por la estadounidense Jeannette Ryder, quien creó el Bando de Piedad, en 1906.

La muerte de Ryder, en 1931, significó el inicio de una hermosa historia, cuando su perro Rinti no quiso abandonar la tumba donde falleció meses después, lo que generó una campaña de colecta popular para levantar un panteón que hoy es uno de los más curiosos atractivos del principal Cementerio habanero.

Cifras del Instituto Nacional de Medicina Veterinaria indican que las clínicas estatales atienden a más de 1,9 millones perros y más de 50.000 gatos.

Los animales abandonados pueden morir en la calle o ser sacrificados después de ser capturados por especialistas de alguno de los departamentos de Zoonosis adscritos a las direcciones provinciales de salud pública.

Una tercera opción es que sean adoptados como de manera extraoficial hace Margarita, una habanera que ha logrado convertir a un grupo de perros callejeros en guardianes del valioso patrimonio de la isla.

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