Por Gretel Heredia y Noemí Galbán
Imagen del 7 de septiembre de 2018 de una vendedora ambulante y pregonera ofreciendo churros a sus clientes en la zona de La Habana Vieja, en La Habana, capital de Cuba. Típicos como la palma real son en Cuba los pregones, esa forma tan peculiar de ir anunciando productos por las calles, de forma poética, jocosa y a veces musical. Los vendedores, tanto jóvenes como ancianos, hombres y mujeres, son a la vez trabajadores privados, promotores de venta y bardos, en cuyos anuncios abundan los símiles, metáforas y las más increíbles figuras del lenguaje, podrían dejar boquiabiertos a los grandes poetas del siglo XIX en Iberoamérica. En Cuba, el pregón no sólo es una necesidad mercantil sino una tradición, y ha mutado para adaptarse a los nuevos tiempos, donde la tecnología forma parte de la cotidianidad, por eso algunos se acompañan de bocinas y de música. (Xinhua/Joaquín Hernández)
LA HABANA, 8 sep (Xinhua) -- Típicos como la palma real son en Cuba los pregones, esa forma tan peculiar de ir anunciando productos por las calles, de forma poética, jocosa y a veces musical.
Bajo ardiente sol o un aguacero, y de enero a diciembre, a pie, en bicicleta o guiando una carretilla, a diario pasan los pregoneros, con las más diversas y hasta insólitas ofertas.
Los vendedores, tanto jóvenes como ancianos, hombres y mujeres, son a la vez trabajadores privados, promotores de venta y bardos, en cuyos anuncios abundan los símiles, metáforas y las más increíbles figuras del lenguaje, podrían dejar boquiabiertos a los grandes poetas del siglo XIX en Iberoamérica.
De modo particular, en los barrios de La Habana puede escucharse de todo en materia de pregón, tanto es así que hoy sábado una vendedora de flores y otras cosas gritaba: "Báñate con flores blancas/ que sirven como despojo/ para librarte del dengue, el maleficio y los piojos".
La mujer anunciaba "productos de limpieza", mientras ofertaba flores de vicaria, ramas de un arbusto conocido como vencedor, así como jicoteas vivas (tortugas) y cocos verdes y secos.
Lo increíble es que siempre hay quien les compre tales productos, bien pueden fumigar la casa y mantener sus cabellos limpios mediante el uso de champú.
Para muchos cubanos que han heredado la mitología de los esclavos africanos, el "despojo" no equivale a saquear a alguien, sino a golpearse el cuerpo con ciertas flores y ramas para "limpiarse de malas influencias espirituales".
Otro joven vendedor decía "compro viejas, pero en buen estado" , mientras llevaba una carretilla con varias planchas eléctricas del siglo pasado, las cuales pensaba reparar y revender a mayor precio.
Algunos pregoneros usan un estilo jocoso, a la vez que anuncian los productos y servicios más discordantes, como uno que exclamaba: "Vendo una pistola... para soldar metales", y "puedo cuidar a una anciana, si heredo su casa".
Otros poetas ambulantes de la compra-venta se ofrecen a reparar corazones y devolver la alegría, mientras ofertan discos de música romántica y servicios de reparación de colchones de cama matrimonial.
"Compro televisores viejos y pomos de perfume vacíos" son otras demandas de algunos pregoneros con carretillas, que a su vez ofrecen botellas de aromatizante para el hogar, viandas, legumbres y piezas de repuesto para relojes despertadores de la era soviética.
Qué decir de "la buena guayaba" que pregonan algunos, cuando tratan de vender una mezcla colorada de remolacha con plátano burro, en forma de barra.
Aunque no se sabe cuándo surgió el pregón, se supone que fue hace miles de años, cuando alguien quiso vender una mercancía u ofertar un servicio explicó a Xinhua el historiador y periodista cubano Ciro Bianchi.
Después, cuando un empleado empezó a moverse y a venderla por las calles, comenzó el anuncio ambulante y todo eso dio a pie a un pregón oficial, donde la ciudad hacía saber las noticias de mayor interés, añadió Bianchi.
"En Cuba hubo pregoneros desde siempre, pero después de 1959 cerraron los negocios privados, y casi desaparecieron, salvo los que anunciaban la venta de flores", dijo el periodista.
Con la autorización del gobierno para el trabajo por cuenta propia, reaparecieron los vendedores ambulantes, con propuestas tan disímiles como sus pregones, señaló Bianchi.
"Yo recuerdo que de niño pasaba por mi casa un anciano que vendía torticas de Morón (dulce criollo de harina de trigo), y decía: "A kilito (centavo) las torticas de Morón, que ricas son; a kilito las torticas de Morón, son sensación", recordó el periodista cubano.
En la década de 1950 era común en Cuba el oficio de viajante de comercio, personas que iban de pueblo en pueblo llevando diversas mercancías, cuya labor, aunque no se anunciaba a toda voz, derivó del pregonero de barrios.
Para los cubanos, este vendedor presta un servicio a la comunidad, pues las personas pueden adquirir un producto o resolver un problema en la puerta de sus casas, sin tener que trasladarse a un mercado o a otro lugar.
Lo mismo en la mañana que de tarde, los habaneros pueden escuchar silbatos que identifican al cartero y al panadero, mientras que el amolador de cuchillos y tijeras y el vendedor de helados se anuncian con melodías producidas por cajas de música.
"Buen tamaño, buen sabor, a buen precio los tamales", grita la vendedora de esa masa de maíz cocinada dentro de las hojas del propio cereal, mientras un colega oferta botellas de cloro "que limpia todo, hasta la conciencia".
De este modo, el pregón, sin ser autóctono de Cuba, ha tomado su propia forma nacional y se ha convertido en parte de la identidad cultural y social del cubano.
En Cuba, el pregón no sólo es una necesidad mercantil sino una tradición, y ha mutado para adaptarse a los nuevos tiempos, donde la tecnología forma parte de la cotidianidad, por eso algunos se acompañan de bocinas y de música.
Sin duda, el pregón cubano más famoso de todos los tiempos, y primer éxito de la música de la isla en el mundo, fue el pregón "El Manisero" del compositor Moisés Simons (La Habana, 1889 - Madrid, 1945) e inmortalizado en la imcomparable voz de Rita Montaner.
En 1928 este compositor, pianista y director de orquesta y teatro escribió sobre una servilleta el inmortal pregón, que fue incluido en el filme The Cuban Song (La canción cubana), de la productora Metro Goldwyn Mayer, y en el programa televisivo estadounidense "Nace una estrella".
"Maní, manicero llegó... caserita no te acuestes a dormir/sin comerte un cucurucho de maní... El manicero se va" , dice esta canción que 90 años después sigue gustando a cubanos y extranjeros por su alegre y contagioso ritmo.
Luego le siguieron otros pregones-canciones que también fueron muy populares, como El panquelero (vendedor del dulce conocido como panqué) y Los Tamalitos de Olga, pero nunca a la altura de "El Manicero".