SANTIAGO, agosto 26, 2017 (Xinhua) -- Imagen del 24 de agosto de 2017, de Aznous (frente) participando en una clase de Kung Fu en la academia Longhun Wudao, en la ciudad de Santiago, capital de Chile. Cuando tenía 14 años de edad, Aznous Boisseranc veía películas de artes marciales de sus ídolos Bruce Lee y Jackie Chan, en ese momento, según recordó en entrevista con Xinhua, no imaginaba que la vida lo llevaría años más tarde a crear una "pequeña China" dentro de Chile. El vacío que le dejaba el fútbol, el deporte más popular en Chile, le animó a ir a una clase de Kung Fu en Santiago, la capital, en ese momento algo cambió, el Kung Fu ejercitaba todo su cuerpo y le daba una sensación de libertad que no había experimentado antes. A medida que pasaban los años, el plano físico de las artes marciales comenzó a ser insuficiente, y decidió explorar una nueva vertiente, la vertiente espiritual. El Xing Yi Quan se convirtió en la forma de vida de Aznous, quien observó que el conocimiento de su maestro trascendía las artes marciales y abarcaba incluso la cultura y el idioma de China, un reto que decidió afrontar. Más tarde, en un concurso que organizaba la Embajada china en Chile, Aznous obtuvo el segundo premio, y el Instituto Confucio le otorgó un billete, por lo que el sueño de viajar al gigante asiático tomó forma. En agosto de 2011 Aznous tomó un avión con destino Beijing, y llegó después a la ciudad de Jinan, donde pasó cuatro años, el primero lo dedicó sólo a aprender el idioma, mientras que los tres siguientes estudió un master de Historia Antigua de China. En Jinan, una mujer cubana, a la que daba clases de chino, le habló de la existencia de un maestro de gran potencial, Li Shufeng, así que optó por asistir a una de sus clases. El entrenamiento con Li Shufeng progresaba a medida que lo hacía la integración de Aznous en la comunidad de Jinan: ya consideraba amigos a sus compañeros de universidad, daba clases de Taiji para una empresa en un estadio para 300 personas e incluso ganó 25 competiciones en su estancia en China. En 2015 se graduó y llegó el momento de volver a Chile, cuando llegó, le ofrecieron trabajar como profesor del Instituto Confucio de la Universidad Católica de Chile (UC) y decidió montar su propia escuela de artes marciales chinas. "Es mi forma de devolverle a China todo lo que me ha dado, de restablecer el vínculo que se creó durante aquellos cuatro años allá", aseguró. (Xinhua/Jorge Villegas)