Por Noemí Galbán
LA HABANA, 19 mar (Xinhua) -- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, eliminó a sólo cinco días de su llegada a La Habana algunos obstáculos que impiden el avance del proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y su país.
A partir de ahora los ciudadanos estadounidenses podrán viajar con fines no turísticos de manera independiente a la isla, al tiempo que permitió la utilización del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba, una de las principales demandas del gobierno caribeño.
Obama también autorizó a los buques estadounidenses tocar puertos de Cuba, siempre y cuando dispongan de permisos especiales, mientras que concedió a embarcaciones de terceros países anclar en costas cubanas sin las restricciones que impuso el bloqueo económico, comercial y financiero desde 1961.
En todas las medidas adoptadas está inscrito el afán del jefe de Estado por "involucrarse directamente" con el pueblo cubano, de acuerdo con las declaraciones que hizo hace unos días a la cadena estadounidense de noticias CNN en español.
No obstante, para el politólogo cubano Iroel Sánchez son ejemplos de los nuevos métodos seleccionados por la Casa Blanca para lograr los objetivos de siempre: restablecer su dominación sobre la isla.
Ahora, mediante un discurso dual, al apelar a la vieja política del "garrote y la zanahoria", propuesta a principios del siglo XX por el entonces presidente estadounidense Theodore Roosevelt, la cual marcó el inicio de la actuación imperialista de Washington y la hegemonía impuesta a priori en las relaciones con América Latina.
"Yo diría que la política de Estados Unidos ahora es ahogar al Estado cubano y hacer florecer un sector de clase media nacional que esté asociado de manera directa o indirecta a sus intereses. Eso en vez de resolver los problemas que enfrenta el pueblo, lo que hace es afectarlo", cuestionó Sánchez en entrevista a Xinhua.
En gran medida porque la economía de la isla es predominantemente estatal, la mayoría de la población activa desde el punto de vista laboral tributa a ese modelo y es el gobierno el que asume el funcionamiento de servicios fundamentales, como es el caso de la salud, la educación y la seguridad social.
"A lo que aspiran los cubanos es que todo este proceso repercuta positivamente en sus vidas cotidianas, permita eliminar las restricciones que deforman el funcionamiento de la economía y cese la pretensión de restringir al estado que es el que le ha garantizado el verdadero empoderamiento al pueblo", señaló el analista internacional.
Sin embargo, la agenda del presidente Obama tiene claro sus propósitos, según uno de sus asesores, Ben Rhodes, quien anunció reuniones entre el jefe de Estado de ese país, disidentes cubanos y empresarios por cuenta propia.
Rhodes admitió además que la situación de la isla puede "mejorar" mediante la promoción de un mayor intercambio entre personas de ambos países y el respaldo al naciente sector privado en Cuba.
Pero más allá de los cuestionamientos, la llegada a La Habana el 20 de marzo de Obama será sin dudas un acontecimiento histórico, no sólo porque es la primera visita de un presidente estadounidense en funciones en 88 años, sino porque marcará el rumbo de un nuevo capítulo en los vínculos entre ambos países.
"Obama va a ganar autoridad con este viaje porque ha tenido la valentía de revertir 50 años de políticas hostiles contra Cuba. Estoy seguro que con esta acción ya garantizó su legado y va a trascender en la historia como el presidente que restableció relaciones con La Habana revolucionaria", afirmó Iroel Sánchez.
Cuba, por su parte, tendrá la oportunidad de mostrar al jefe de la Casa Blanca y al resto del planeta, su realidad tal cual es, sin maquillajes ni manipulaciones, para que "la verdad se abra paso por sí misma a los ojos del mundo", opinó el analista cubano.
A juicio del politólogo, La Habana utilizará todo el aval internacional acumulado en más de medio siglo de resistencia, para que Estados Unidos renuncie a las políticas fracasadas impuestas durante décadas sin comprometer la soberanía nacional y preservando el proyecto de justicia social defendido por la Revolución Cubana en los últimos 57 años.
Ante este replanteamiento de estrategias, el experto caribeño señaló que existe el riesgo de permitir que se fortalezca y profundice la hegemonía cultural estadounidense en Cuba.
Las claves para contrarrestar esa amenaza, según Sánchez, radican en elevar la eficiencia del sistema socialista cubano en aras de resolver las necesidades del pueblo y reconocer que, si bien es cierto no puede existir competencia con el país más desarrollado del mundo en algunos aspectos, hay otros donde La Habana incluso puede darle lecciones.
Biotecnología, industria farmacéutica, educación, salud, seguridad social, capital humano, formación profesional, deporte y cultura, son algunas de las áreas con mejores resultados que pondera el Estado cubano ante la inminente apertura de un intercambio.
"Yo no recuerdo en la historia que Estados Unidos haya tenido que tratar de igual a igual a un país que supera 30 veces en población, alrededor de 200 veces en economía. Los problemas cuando existen esas desproporciones se resuelven de otra manera y Cuba ha logrado hacerlo en el plano político y diplomático, sólo ese hecho debería hacernos sentir muy orgullosos de ser cubanos", enfatizó.