Al recorrer las exhibiciones, incluyendo los modelos de embarcaciones y restos de porcelana que se dice que se excavaron de un antiguo almacén dejado por Zheng, el primer ministro dijo que también existe agudo contraste entre lo que pudieron haber hecho las poderosas flotas de Zheng y lo que en realidad hicieron, lo que les valió reputación perpetua.
Como exhibe el museo, Zheng pidió a las personas a su cargo ayudar a los soldados y civiles locales a construir murallas en la ciudad, a alejar a los piratas, a solucionar los conflictos y a mantener la paz en el mar de Malaca. También transfirieron tecnologías agrícolas y manufactureras, así como habilidades médicas, a los habitantes locales.
Al mando de la flota más grande y más avanzada de su tiempo, Zheng no llevó hostilidad ni conflicto. Esto representa la esencia fundamental de la filosofía tradicional china, en la que la paz y buena vecindad siempre son primero, señaló Li.
Otro de los legados de Zheng yace en la genealogía de una comunidad muy especial en Malasia: Baba y Nyonya. Son descendientes de los seguidores de Zheng que decidieron quedarse y casarse con los residentes locales entre los siglos XV y XVII.
En Malaca, Li también visitó un museo sobre estos nativos mestizos, quienes heredaron tradiciones chinas y malayas y formaron su propia cultura en cuanto a alimentos, ropa, porcelana y construcciones.
"Aprendamos de la historia, debemos promover aún más los intercambios culturales entre China y Malasia", indicó el primer ministro.