Sólo el puerto de Catania recibe entre 500 y 600 migrantes cada semana, dijo el policía. Y cada vez, cerca de 100 trabajadores humanitarios, personal de sanidad, fuerzas armadas, trabajadores sociales y todo tipo de voluntarios están listos para darles la bienvenida, agregó.
"Por favor, anote esto con claridad", dijo a Xinhua otro ciudadano que trabaja cerca del puerto. "Anote con claridad que soy Fabio Cosentino Carmelo, propietario de esta panadería, y que mi familia y yo somos personas muy hospitalarias", dijo.
"Tratamos de ayudar a los migrantes, les dimos pan y todo tipo de pastelillos gratis. ¿Y qué fue lo que hicieron a cambio? Cuando salieron de mi panadería me di cuenta de que mi celular había sido robado. Estaba ahí en el mostrador. Lo robaron cuando fui a la trastienda para traerles pan fresco. Por favor, escriba que no somos racistas. Sólo queremos respeto a nuestras vidas", insistió.
"Somos trabajadores honrados y cuando vemos a grupos de migrantes pasar frente a nuestra panadería nos sentimos aterrados", dijo Carmelo.
"En otra ocasión, cuando intenté decirles algo, uno de ellos me gritó y me dijo que me metiera de inmediato a mi tienda porque si no me cortaría el cuello", dijo Carmelo a Xinhua.
"Yo soy mecánico y mi esposa es ama de casa. Tenemos cuatro hijos", dijo otro hombre, Gaetano Castorina, con el menor de sus hijos en brazos. "El gobierno está pagando a cada una de estas personas cerca de 30 euros diarios (32 dólares). ¿Y nosotros no merecemos lo mismo? Nosotros somos italianos, nacimos aquí. ¿Por qué el Estado ayuda a los migrantes y no nos ayuda a nosotros?" preguntó.
En una entrevista reciente con Xinhua, el director de Cara di Mineo explicó que el Estado italiano paga la renta del complejo y 29,5 euros (31,7 dólares) diarios por cada migrante, lo cual incluye servicios, actividades y salarios de los empleados del centro.
Cara di Mineo es manejado por siete compañías especializadas en servicios que incluyen salud y alimentación. El centro también estuvo involucrado recientemente en un escándalo relacionado con un contrato público presuntamente fraudulento.
"Los centros de recepción están floreciendo. Son grandes negocios para las compañías privadas. Ellos se enriquecen y el Estado se crea una buena reputación diciendo que puede dar la bienvenida a los migrantes. Y mírenos a nosotros los ciudadanos pobres. ¿Pueden llamar a esto hospitalidad? ¿Así tienen que ser las cosas?" dijo Castorina a Xinhua.