ESPECIAL: Cada refugiado sirio tiene una historia trágica que contar

Actualizado 2015-08-29 03:39:12 | Spanish. xinhuanet. com

ATENAS, 28 ago (Xinhua) -- Raja S., una mujer de 50 años y madre de tres hijos, lloró al contar a Xinhua la desoladora historia de su familia en un pequeño departamento en malas condiciones ubicado en un distrito pobre del centro de Atenas, en donde ha estado viviendo durante el último mes con su hija de 21 años y su nieta de un año de edad.

Como Raja, cada refugiado sirio tiene una historia que contar.

A cuatro años del inicio de la guerra civil en Siria, el número de refugiados que huyen del país ha establecido un sombrío récord y ha superado los cuatro millones de personas, de acuerdo con los datos más recientes de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Acnur.

El 80 por ciento de los 160.000 migrantes y refugiados que han llegado en lo que va del año a las costas de Grecia son sirios y detrás de las cifras se encuentran innumerables tragedias familiares.

Raja no sabe qué ocurrió con su esposo y dos hijos de 55, 18 y 24 años de edad. La familia fue separada en un puesto de control cercano a la frontera turca hace tres meses. Se permitió a las mujeres y los niños seguir adelante, pero los hombres fueron retenidos.

Su nieta no conoció a su padre, quien murió en un bombardeo.

La familia de Raja es originaria de Douma, una ciudad de cerca de 100.000 habitantes en el sur de Siria que se ha visto seriamente afectada desde el inicio del conflicto.

Raja y su familia rota, al igual que millones de sirios, perdió su "hogar, familia, amigos, país, la alegría y los sueños", dijo la mujer a Xinhua.

"Ahora en la mente y en el corazón llevamos miedo, terror, humillación y pesadillas", dijo Raja.

Raja tema revelar su identidad y su rostro. La mujer de ojos llorosos y cabello cano explica que ella y su hija solían ser muy extrovertidas y sociables. Ahora tienen problemas psicológicos. Viven con miedo constante.

"Las cosas no siempre fueron así. Eramos como ustedes, normales, personas felices. Eramos muy felices antes de que comenzara la guerra. Teníamos una casa, un negocio familiar. La vida era buena", dijo.

Y luego, hace cuatro años, comenzaron los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes y su vida se llenó de sangre y dolor. El primer muerto que vio fue un vecino al que dieron un balazo frente a ella. La lista se hizo cada vez más larga.

La familia de Raja trató de escapar hace dos años trasladándose a vivir con familiares en otra ciudad siria. Las matanzas también llegaron hasta allá y hace algunos meses tomaron la decisión de proseguir el viaje hacia la seguridad. Primero a Turquía y después a Europa.

Después de perder a su esposo y sus hijos, Raja se unió a un grupo de 60 refugiados sirios que se dirigieron hacia Turquía. Caminaron 50 kilómetros y cruzaron la frontera en medio de los disparos de las fuerzas turcas, dijo. Dos personas murieron y varias resultaron heridas.

La familia se alojó con amigos en Turquía durante un mes antes de llegar a las costas del mar Egeo y arriesgaron la vida para llegar a la isla griega de Cos en una balsa de goma junto con otros 45 migrantes indocumentados.

Miles mueren cada año al intentar cruzar el mar Mediterráneo con rumbo a Europa.

Raja pagó a los contrabandistas en el puerto turco de Bodrum los 1.000 dólares que llevaba en la bolsa. Los demás refugiados pagaron hasta 2.000 dólares cada uno, pero los contrabandistas mostraron "compasión" y le hicieron un descuento para que abordara la atestada embarcación con capacidad normal para 10 personas.

Los traficantes de personas enseñaron a un joven de 16 años a manejar la embarcación y los dejaron partir.

"Cuando protestamos, los contrabandistas nos dijeron: 'Ustedes ya no son humanos. Para nosotros, ustedes son mercancía. Pueden hacer el viaje o no hacerlo. Lo que nos importa es el dinero", recordó Raja.

A fines de julio, Raja, su hija y su nieta se unieron a miles de refugiados que inundaron las playas y parques de Cos en el verano, durmiendo en el piso y esperando durante días la entrega de los documentos necesarios para continuar el viaje hacia el continente.

Aunque en los últimos diez años Grecia ha sido un punto de tránsito para los migrantes con rumbo al norte de Europa, el desgastado mecanismo en las islas griegas no puede abordar de manera eficiente la afluencia sin precedentes de este año. Grecia no cuenta con las instalaciones adecuadas para alojar a tantas personas.

Por otra parte, voluntarios intentan llenar los vacíos suministrando comida, agua y ropa a refugiados como Raja y su familia que estuvieron a la intemperie durante siete días en Cos durante el proceso de identificación, antes de llegar al puerto de El Pireo y ahora al pequeño departamento en Atenas.

Duermen en el piso del único dormitorio del departamento, pero Raja se considera afortunada porque un empresario sirio que ha vivido en Grecia durante años y es dueño del departamento le está proporcionando un techo, alimentos y medicina para la familia.

Otros sirios que han vivido en Grecia durante décadas como Mohammad, un profesional de 60 años de edad quien realiza la traducción durante la entrevista, también la ayuda a ella y a los recién llegados por todos los medios posibles.

La barrera del idioma (Raja sólo habla árabe) no la ayuda cuando tiene que pedir asistencia a los vecinos griegos si su hija no se siente bien.

El problema cardiaco de su hija es la razón principal por la que quiere establecerse en algún país del norte de Europa. Raja sabe que la endeudada Grecia no puede ayudar de manera eficiente. Ya solicitó el estatus de refugiada y está esperando los documentos para continuar el viaje.

La mujer no cree que Siria regrese pronto a la calma como para regresar. Ahora, el futuro de su familia se encuentra en Europa. No espera volver a ver su pueblo natal. Sólo espera que algún día, su hija y su nieta puedan visitar su amada Siria.

"Se ha derramado mucha sangre. Dos generaciones de sirios no lo olvidarán. Nuestros sueños han sido destrozados", dijo sobre las cicatrices emocionales.

Cuando se le preguntó qué puede hacer la comunidad internacional para ayudar a los refugiados sirios, Raja respondió: "Faciliten nuestro viaje hacia la seguridad. No vuelvan las cosas más difíciles para nosotros. De todos modos arriesgaremos la vida para escapar de la muerte. De todos modos nos iremos. Suministren los documentos, abran las puertas, ayúdennos a ser autosuficientes de nuevo".

(Por motivos de seguridad, el nombre, la edad y las fechas han sido cambiados sin que esto comprometa la confiabilidad de la historia).

 
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ESPECIAL: Cada refugiado sirio tiene una historia trágica que contar

Spanish.xinhuanet.com 2015-08-29 03:39:12

ATENAS, 28 ago (Xinhua) -- Raja S., una mujer de 50 años y madre de tres hijos, lloró al contar a Xinhua la desoladora historia de su familia en un pequeño departamento en malas condiciones ubicado en un distrito pobre del centro de Atenas, en donde ha estado viviendo durante el último mes con su hija de 21 años y su nieta de un año de edad.

Como Raja, cada refugiado sirio tiene una historia que contar.

A cuatro años del inicio de la guerra civil en Siria, el número de refugiados que huyen del país ha establecido un sombrío récord y ha superado los cuatro millones de personas, de acuerdo con los datos más recientes de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Acnur.

El 80 por ciento de los 160.000 migrantes y refugiados que han llegado en lo que va del año a las costas de Grecia son sirios y detrás de las cifras se encuentran innumerables tragedias familiares.

Raja no sabe qué ocurrió con su esposo y dos hijos de 55, 18 y 24 años de edad. La familia fue separada en un puesto de control cercano a la frontera turca hace tres meses. Se permitió a las mujeres y los niños seguir adelante, pero los hombres fueron retenidos.

Su nieta no conoció a su padre, quien murió en un bombardeo.

La familia de Raja es originaria de Douma, una ciudad de cerca de 100.000 habitantes en el sur de Siria que se ha visto seriamente afectada desde el inicio del conflicto.

Raja y su familia rota, al igual que millones de sirios, perdió su "hogar, familia, amigos, país, la alegría y los sueños", dijo la mujer a Xinhua.

"Ahora en la mente y en el corazón llevamos miedo, terror, humillación y pesadillas", dijo Raja.

Raja tema revelar su identidad y su rostro. La mujer de ojos llorosos y cabello cano explica que ella y su hija solían ser muy extrovertidas y sociables. Ahora tienen problemas psicológicos. Viven con miedo constante.

"Las cosas no siempre fueron así. Eramos como ustedes, normales, personas felices. Eramos muy felices antes de que comenzara la guerra. Teníamos una casa, un negocio familiar. La vida era buena", dijo.

Y luego, hace cuatro años, comenzaron los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes y su vida se llenó de sangre y dolor. El primer muerto que vio fue un vecino al que dieron un balazo frente a ella. La lista se hizo cada vez más larga.

La familia de Raja trató de escapar hace dos años trasladándose a vivir con familiares en otra ciudad siria. Las matanzas también llegaron hasta allá y hace algunos meses tomaron la decisión de proseguir el viaje hacia la seguridad. Primero a Turquía y después a Europa.

Después de perder a su esposo y sus hijos, Raja se unió a un grupo de 60 refugiados sirios que se dirigieron hacia Turquía. Caminaron 50 kilómetros y cruzaron la frontera en medio de los disparos de las fuerzas turcas, dijo. Dos personas murieron y varias resultaron heridas.

La familia se alojó con amigos en Turquía durante un mes antes de llegar a las costas del mar Egeo y arriesgaron la vida para llegar a la isla griega de Cos en una balsa de goma junto con otros 45 migrantes indocumentados.

Miles mueren cada año al intentar cruzar el mar Mediterráneo con rumbo a Europa.

Raja pagó a los contrabandistas en el puerto turco de Bodrum los 1.000 dólares que llevaba en la bolsa. Los demás refugiados pagaron hasta 2.000 dólares cada uno, pero los contrabandistas mostraron "compasión" y le hicieron un descuento para que abordara la atestada embarcación con capacidad normal para 10 personas.

Los traficantes de personas enseñaron a un joven de 16 años a manejar la embarcación y los dejaron partir.

"Cuando protestamos, los contrabandistas nos dijeron: 'Ustedes ya no son humanos. Para nosotros, ustedes son mercancía. Pueden hacer el viaje o no hacerlo. Lo que nos importa es el dinero", recordó Raja.

A fines de julio, Raja, su hija y su nieta se unieron a miles de refugiados que inundaron las playas y parques de Cos en el verano, durmiendo en el piso y esperando durante días la entrega de los documentos necesarios para continuar el viaje hacia el continente.

Aunque en los últimos diez años Grecia ha sido un punto de tránsito para los migrantes con rumbo al norte de Europa, el desgastado mecanismo en las islas griegas no puede abordar de manera eficiente la afluencia sin precedentes de este año. Grecia no cuenta con las instalaciones adecuadas para alojar a tantas personas.

Por otra parte, voluntarios intentan llenar los vacíos suministrando comida, agua y ropa a refugiados como Raja y su familia que estuvieron a la intemperie durante siete días en Cos durante el proceso de identificación, antes de llegar al puerto de El Pireo y ahora al pequeño departamento en Atenas.

Duermen en el piso del único dormitorio del departamento, pero Raja se considera afortunada porque un empresario sirio que ha vivido en Grecia durante años y es dueño del departamento le está proporcionando un techo, alimentos y medicina para la familia.

Otros sirios que han vivido en Grecia durante décadas como Mohammad, un profesional de 60 años de edad quien realiza la traducción durante la entrevista, también la ayuda a ella y a los recién llegados por todos los medios posibles.

La barrera del idioma (Raja sólo habla árabe) no la ayuda cuando tiene que pedir asistencia a los vecinos griegos si su hija no se siente bien.

El problema cardiaco de su hija es la razón principal por la que quiere establecerse en algún país del norte de Europa. Raja sabe que la endeudada Grecia no puede ayudar de manera eficiente. Ya solicitó el estatus de refugiada y está esperando los documentos para continuar el viaje.

La mujer no cree que Siria regrese pronto a la calma como para regresar. Ahora, el futuro de su familia se encuentra en Europa. No espera volver a ver su pueblo natal. Sólo espera que algún día, su hija y su nieta puedan visitar su amada Siria.

"Se ha derramado mucha sangre. Dos generaciones de sirios no lo olvidarán. Nuestros sueños han sido destrozados", dijo sobre las cicatrices emocionales.

Cuando se le preguntó qué puede hacer la comunidad internacional para ayudar a los refugiados sirios, Raja respondió: "Faciliten nuestro viaje hacia la seguridad. No vuelvan las cosas más difíciles para nosotros. De todos modos arriesgaremos la vida para escapar de la muerte. De todos modos nos iremos. Suministren los documentos, abran las puertas, ayúdennos a ser autosuficientes de nuevo".

(Por motivos de seguridad, el nombre, la edad y las fechas han sido cambiados sin que esto comprometa la confiabilidad de la historia).

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