TOKIO, 14 ago (Xinhua) -- El primer ministro japonés, Shinzo Abe, lamentablemente decepcionó hoy a su audiencia al eludir las responsabilidades de guerra de Japón en su discurso de aniversario de la guerra y su revisionismo histórico alejará más a su país de la normalidad.
El primer ministro defendió en su declaración que Japón fue obligado a emprender guerras en el pasado para "superar" el estancamiento diplomático y económico de la nación provocado por los bloqueos económicos de los países occidentales.
Sin embargo, respecto a la agresión y régimen colonial, palabras clave utilizadas por el entonces primer ministro Tomiichi Murayama en su declaración histórica de 1995, Abe evitó mencionar que Japón fuera culpable de esas barbaridades antes y durante la guerra. Se limitó a decir que fueron incidentes y que la agresión y la guerra jamás deben ser los medios para resolver las disputas internacionales y que Japón abandonará su régimen colonial para siempre.
Abe también evitó ofrecer una nueva disculpa por el mar proceder de Japón durante la guerra y dijo que su país ha ofrecido disculpas reiteradamente y que no es necesario que las nuevas generaciones japonesas sigan haciéndolo en el futuro, aunque mencionó las disculpas y profundo remordimiento de los gobiernos previos.
Sobre otro tema muy destacado, las "mujeres de confort", el primer ministro lo abordó de manera superficial y sólo dijo que la dignidad y honor de las mujeres fueron severamente dañados durante guerras en el siglo XX, sin mencionar las responsabilidades de Japón por el daño.
Al emitir ese discurso, que está lleno de un revisionismo histórico, para conmemorar el 70° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, Abe ha asestado un duro golpe a la comunidad internacional, la cual restableció la paz y la estabilidad hace siete décadas al precio enorme de millones de almas inocentes.
La percepción histórica errónea continua de Japón resucitará definitivamente a los fantasmas históricos que continuarán dañando las relaciones entre Japón y sus vecinos que sufrieron enormemente sus atrocidades de tiempos de guerra.
Con ese revisionismo histórico, Japón jamás será el país que el primer ministro describió en su discurso como contribuyente de la paz mundial, sino que sólo servirá como creador de problemas para sacudir más la estabilidad en la región de Asia del noreste.
La historia reciente ha demostrado claramente cuán devastadora puede ser la percepción histórica errónea de Japón.
La elección imprudente y sin visión del primer ministro ha alejado su propio sueño de dirigir a Japón para convertirse en un país normal, y sus palabras y acciones contradictorias se combinarán para volver a la normalización en una misión imposible.