COMENTARIO: La descafeinada disculpa de Abe suspende en sinceridad

Spanish.xinhuanet.com   2015-08-14 22:54:41

BEIJING, 14 ago (Xinhua) -- Al mencionar este viernes las disculpas de los previos gobiernos japoneses en su discurso para conmemorar el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Shinzo Abe espera dar un paso adelante hacia la reconciliación con los países vecinos.

Sin embargo, dado el contexto cuidadosamente calibrado en el que ha incrustado unos términos "demasiado fundamentales para ser evitados", la disculpa resultó, en el mejor de los casos, descafeinada, marcando tan sólo un comienzo cojo para fomentar la confianza entre sus vecinos.

Observado de cerca tanto dentro como fuera del país, Abe pisó una línea muy delicada con trampas lingüísticas, intentando así, por un lado, agradar a su base derechista, y por el otro, evitar un ulterior daño de los vínculos de Japón con sus vecinos.

En esencia, el diluido discurso es un retroceso con respecto al que dio en 1995 el entonces primer ministro Tomiichi Murayama, quien de forma valiente y honesta admitió el pasado bélico de Japón y manifestó un "profundo arrepentimiento" y una "disculpa sentida" por los crímenes bélicos de su país.

En vez de ofrecer una disculpa sin ambigüedades, la declaración de Abe está plagada de giros retóricos como "mantener nuestra posición de disculpa", señales reveladoras del revisionismo histórico que tiene profundamente arraigado y que ha acosado las relaciones de vecindad de Japón.

Añadiendo que es innecesario que las futuras generaciones japonesas sigan disculpándose, Abe parece decir que su perdón "de una vez por todas" puede cerrar esta página de la historia.

Sin embargo, los países que sufrieron la agresión nipona nunca olvidarán ese oscuro periodo histórico, así como los japoneses siempre recordarán las terribles escenas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

El apocado perdón no es de mucha ayuda para eliminar el déficit de confianza de Japón. Falla a la hora de consolidar -si es que no sirve para seguir recortando- la credibilidad que el Gobierno de Abe necesita para reconducir las interacciones de su país con los vecinos asiáticos.

Por lo tanto, el sueño de "país normal" que hace tiempo Abe pregona no está más cerca. El camino que lleva a ese objetivo no puede estar pavimentado sobre la reticencia a extender una disculpa completa por las atrocidades cometidas por el Japón imperial.

Abe debería tener en mente que no es posible la reconciliación en el Este Asiático mientras se vea que Tokio niega sus crímenes pasados, una imagen que ha ayudado a forjar repetidamente, entre otras cosas, con sus visitas al polémico Santuario de Yasukuni y blanqueando el pasado bélico de Japón.

Dados los antecedentes de Abe sobre el sensible asunto histórico, su disculpa adulterada está lejos de ser suficiente para que los vecinos de Japón y toda la comunidad interancional bajen la guardia.

Por el bien del futuro de Japón y la estabilidad de Asia, el mundo debería continuar escrutando las palabras y acciones niponas sobre esta cuestión histórica y unirse para ayudar a que Abe se mueva en la dirección correcta.

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COMENTARIO: La descafeinada disculpa de Abe suspende en sinceridad

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BEIJING, 14 ago (Xinhua) -- Al mencionar este viernes las disculpas de los previos gobiernos japoneses en su discurso para conmemorar el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Shinzo Abe espera dar un paso adelante hacia la reconciliación con los países vecinos.

Sin embargo, dado el contexto cuidadosamente calibrado en el que ha incrustado unos términos "demasiado fundamentales para ser evitados", la disculpa resultó, en el mejor de los casos, descafeinada, marcando tan sólo un comienzo cojo para fomentar la confianza entre sus vecinos.

Observado de cerca tanto dentro como fuera del país, Abe pisó una línea muy delicada con trampas lingüísticas, intentando así, por un lado, agradar a su base derechista, y por el otro, evitar un ulterior daño de los vínculos de Japón con sus vecinos.

En esencia, el diluido discurso es un retroceso con respecto al que dio en 1995 el entonces primer ministro Tomiichi Murayama, quien de forma valiente y honesta admitió el pasado bélico de Japón y manifestó un "profundo arrepentimiento" y una "disculpa sentida" por los crímenes bélicos de su país.

En vez de ofrecer una disculpa sin ambigüedades, la declaración de Abe está plagada de giros retóricos como "mantener nuestra posición de disculpa", señales reveladoras del revisionismo histórico que tiene profundamente arraigado y que ha acosado las relaciones de vecindad de Japón.

Añadiendo que es innecesario que las futuras generaciones japonesas sigan disculpándose, Abe parece decir que su perdón "de una vez por todas" puede cerrar esta página de la historia.

Sin embargo, los países que sufrieron la agresión nipona nunca olvidarán ese oscuro periodo histórico, así como los japoneses siempre recordarán las terribles escenas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

El apocado perdón no es de mucha ayuda para eliminar el déficit de confianza de Japón. Falla a la hora de consolidar -si es que no sirve para seguir recortando- la credibilidad que el Gobierno de Abe necesita para reconducir las interacciones de su país con los vecinos asiáticos.

Por lo tanto, el sueño de "país normal" que hace tiempo Abe pregona no está más cerca. El camino que lleva a ese objetivo no puede estar pavimentado sobre la reticencia a extender una disculpa completa por las atrocidades cometidas por el Japón imperial.

Abe debería tener en mente que no es posible la reconciliación en el Este Asiático mientras se vea que Tokio niega sus crímenes pasados, una imagen que ha ayudado a forjar repetidamente, entre otras cosas, con sus visitas al polémico Santuario de Yasukuni y blanqueando el pasado bélico de Japón.

Dados los antecedentes de Abe sobre el sensible asunto histórico, su disculpa adulterada está lejos de ser suficiente para que los vecinos de Japón y toda la comunidad interancional bajen la guardia.

Por el bien del futuro de Japón y la estabilidad de Asia, el mundo debería continuar escrutando las palabras y acciones niponas sobre esta cuestión histórica y unirse para ayudar a que Abe se mueva en la dirección correcta.

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