Por José Luis Barceló
MADRID, 11 ago (Xinhua) -- El próximo 2 de septiembre se cumple el 70 aniversario del fin de la II Guerra Mundial, un acontecimiento que merece nuestra atención especial pues, pese a constituir una fuente importante de investigaciones, no deja de apasionar a generaciones enteras. En este contexto, China tuvo un papel determinante del cual hacen falta más estudios.
Si hay en la historia un acontecimiento que ha marcado el transcurso de generaciones enteras éste ha sido, sin duda alguna, la II Guerra Mundial, del que no se conoce el número definitivo de víctimas totales, que oscilaría entre los 45 millones y los 70 millones de personas, entre civiles y soldados.
Muchos de los soldados eran también civiles al cabo de los seis años de contienda y, en el caso de Alemania, incluso niños.
Es comúnmente reconocido que el país que más pérdidas de vidas humanas arrojó especialmente en la defensa de su propio territorio, fue la Unión Soviética (URSS), un total de más de más de 26 millones de personas entre los casi 9 millones de soldados y los 17 millones de civiles.
Alemania, en su fervorosa ofensiva contra todos, arrojó un total de 7 millones de víctimas, y países que suelen pasar desapercibidos en los relatos de la guerra arrojan cifras catastróficas, como es el caso de Yugoslavia, con casi 2 millones de muertos, o Polonia, con casi 3 millones, de los que 2,5 millones eran civiles.
Pero el caso de China es prácticamente desconocido para la mayor parte de los que se interesan por la II Guerra Mundial. Es cierto que algunos historiadores comienzan a considerar que China entró en "guerra mundial" bastante antes de que fuera declarada el 1 de septiembre de 1939.
Es un caso parecido al de España, cuya Guerra Civil es considerada por la mayor parte de los estudiosos como una especie de "tubo de ensayo" para la gran confrontación entre Rusia y Alemania.
El papel de China en la Guerra de la que ahora se conmemora el final, es un gran desconocido. Aunque ahora no sea creído, murieron en la confrontación 13,5 millones de personas, entre los 10 millones de civiles y los 3,5 millones de soldados.
El Frente de China fue abierto realmente mucho antes de iniciarse la II Guerra Mundial en Europa y se extiende desde el 18 de septiembre de 1931 hasta el 2 de septiembre de 1945, cubriendo todo el territorio de las actuales República Popular China, la península de Corea y parte de Mongolia.
La ignición de dicho frente fue provocada por el Imperio de Japón al invadir Manchuria y luego el resto de China durante el transcurso de la invasión japonesa, siendo cerrado al acabar la contienda mundial por las fuerzas conjuntas de la Unión Soviética y China en 1945.
La historia demuestra que Japón ya apuntaba una inclinación por sus deseos de dominar el Pacífico, siendo el episodio más destacado previo al estallido de la II Guerra Mundial la invasión de China entre 1937 y 1938, que colocaban a Japón en idéntico papel al que desempeñaría durante la Guerra contra la URSS y los Estados Unidos en su control por las costas de Asia y el Océano Pacífico.
China tuvo su papel de ignición en la II Guerra Mundial con la invasión de Manchuria por Japón. En Manchuria se había establecido un estado títere llamado Manchukuo, gobernado nominalmente por el Emperador Puyi, que había sido depuesto de la corona imperial china.
Esta agresión japonesa sería condenada en la Liga de Naciones, y Japón se retiraría del organismo, desafiándolo. Finalmente, en julio de 1937, tras el incidente del Puente de Marco Polo, los nacionalistas chinos por fin decidirían hacerle frente a Japón, y se llevaría a cabo una cruenta guerra no declarada que duraría hasta 1945, justo con el fin de la contienda mundial tras la derrota de Japón.
Después de haber ocupado Pekín y Shanghai, las tropas japonesas se aproximarían a la entonces capital de China, Nankín, tomándola en diciembre de 1937. Lo que siguió a continuación fue uno de los episodios más oscuros de la guerra, ya que las tropas niponas se entregaron a una orgía de matanzas y violaciones por seis semanas.
De acuerdo con el Tribunal de Guerra de Tokio, murieron unas 100.000 personas a manos de las tropas comandadas por el general Iwane Matsui, pero distintas fuentes hacen llegar la cifra hasta 200.000.
La ofensiva japonesa continuaría hasta octubre de 1938. El gobierno nacionalista se refugiaría en Chongqing, donde pasaría el resto de la guerra, mientras que los sobrevivientes del Partido Comunista de China, al mando de Mao Zedong, se fortalecerían en Yan'an.
Una inundación provocada del río Amarillo y la persistencia china a no rendirse a pesar de las derrotas, frustraron a los generales japoneses, que regresarían a Manchuria, con el objetivo de acabar con la influencia rusa en la región de una vez por todas.
Japón tenía en 1938 dos frentes abiertos: el del control de China y la guerra contra las posiciones rusas. Los generales nacionalistas japoneses detendrían en seco su avance en Mongolia, protegida por la Unión Soviética, tras la batalla de Jaljin Gol, manteniéndose como una guerra no declarada, con el objetivo de no involucrar a otras potencias en el conflicto.
La batalla empezó el 11 de mayo de 1939, cuando unidades de caballería de Mongolia cruzaron la no definida frontera con Manchukuo. Los japoneses los expulsaron, pero dos días después las tropas mongoles regresaron con refuerzos, lo que atrajo más y más tropas de ambos bandos.
Stalin ordenó a un joven general, Gueorgui Zhúkov, que se hiciera cargo de la situación. A mediados de agosto de 1939, Zhukov logró romper las líneas enemigas y rodeó a dos divisiones completas. Ante la negativa japonesa de rendirse, fueron completamente destruidas y Japón solicitó inmediatamente el cese de hostilidades, firmándose dos años después el Pacto de Neutralidad entre ambas naciones.
Fue a partir de este momento cuando la influencia del Ejército Imperial Japonés en el gobierno decayó, favoreciéndose a la Armada Imperial, que deseaba una expansión hacia las colonias europeas del sur. Este cambio de curso llevaría a Japón a chocar de frente con la esfera de influencia de otro gigante: Estados Unidos, que asistiría a China con una fuerza aérea secreta llamada los Tigres Voladores, y que impuso poco después un bloqueo económico a Japón.
Esta política estadounidense llevó finalmente a Japón a atacar a los Estados Unidos dos años y medio después de la batalla contra la Unión Soviética. La victoria del general Zhukov en Mongolia sería una de las muchas que lo convertirían el principal general del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial.
China perdió unos 3,22 millones de combatientes en la guerra con Japón y se estima que entre 10 y 17,4 millones de civiles murieron en el conflicto, aunque un poco menos de la mitad no murió durante una batalla, sino en asesinatos masivos. No se sabe con seguridad cuántos japoneses murieron en China, pero la cifra suele situarse entre 1 millón y 1,7 millones de combatientes.
Por su parte, los soviéticos perdieron menos de 20.000 soldados en Manchuria entre 1939 y 1945. La cifra japonesa de bajas en estos encuentros contra la Unión Soviética fue muy superior.
Un escenario, el de China, es bastante desconocido y merece un acercamiento inteligente. La distancia en la historia nos puede permitir cierta objetividad. Cabría esperar que los estudiosos avancen sobre el papel real que tuvo China en la II Guerra Mundial y los efectos de una participación silenciosa que, probablemente, habrá sido más decisiva de lo que hasta ahora haya podido pensarse en el frente asiático de la II Guerra Mundial.
José Luis Barceló es periodista, Diplomado en Historia Militar por el Instituto de Historia y Cultura Militar del Ministerio de Defensa. Actualmente es director general del diario digital El Mundo Financiero.