Por Juan Manuel Nievas

BUENOS AIRES, 8 may (Xinhua) -- Los controladores biológicos desarrollados por instituciones especializadas en Argentina son una solución natural y de bajo impacto ambiental contra las plagas agrícolas, afirmó hoy el biólogo Eduardo Botto.

El subdirector del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) dialogó en exclusiva con Xinhua y resaltó las ventajas de este recurso biotecnológico aplicado al campo.

El licenciado en Ciencias Biológicas y especialista en control de plagas con estudios en la Universidad de Riverside en California, en el suroeste de Estados Unidos, expuso que en su país este campo es "relativamente incipiente".

Dijo que la utilización de agentes biológicos para el control de plagas, incluido lo micro y lo macro, es reciente en Argentina.

El control biológico es un método que emplea organismos vivos para reducir la densidad de la población de seres considerados como plaga, los cuales dañan o reducen la disponibilidad y la calidad de un cultivo.

Botto recordó que en otros países de América Latina estas técnicas tienen un desarrollo superior al de la nación sudamericana, donde incluso existen empresas dedicadas a su producción y venta como Brasil, Chile, Colombia y México.

"En países como Holanda, Bélgica, Alemania, Francia, España e Italia (en Europa), hay laboratorios que se dedican a la producción comercial de controladores biológicos y son distribuidores a nivel mundial", comentó.

El especialista mostró a Xinhua el laboratorio del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola fundado a finales de 1960 del Centro de Investigaciones de Ciencias Veterinarias y Agropecuarias del INTA, localizado en Castelar en la periferia oeste de la capital argentina.

El laboratorio está dedicado a la investigación aplicada con agentes de control de plagas agrícolas, forestales y frutales, que "son insumos naturales de bajo o mínimo impacto ambiental".

Cuenta, además, con cámaras para el desarrollo de crías y salas climatizadas, secciones de cuarentena y acceso restringido.

Expuso que se trata de una mejor solución a otras convencionales, como la modificación genética de los productos, porque "cuando se altera un organismo de manera genética, se busca hacerlo más resistente".

"En la naturaleza la diversidad biológica es tan grande, que conocemos un porcentaje muy pequeño, por lo que bien se podría poner el esfuerzo en utilizar esa diversidad biológica como controlador", dijo.

El biólogo mostró los cultivos de avispas de menos de 1 milímetro de tamaño que actúan como controlador biológico, al actuar como "un destructor de los huevos que coloca la chinche" en los cultivos.

Los insectos fueron introducidos a Argentina hace un año desde Uruguay y son originarios de Australia.

"Se los reproduce en el laboratorio, se les acondiciona en frío y se les suelta en el campo, en nuestro caso, en tubos de ensayo", comentó.

Expuso que es un trabajo "artesanal" que consiste en llevarlas al lugar donde serán liberadas, luego se les coloca en ramas, se atan los tubos en ellas y se quita la tapa del tubo.

"El controlador biológico original fue provisto por Australia. Lo recibió Sudáfrica, luego Chile, luego Brasil y finalmente Uruguay. Argentina lo recibió de Uruguay", detalló el biólogo.

Recordó que al ser Argentina uno de los mayores productores mundiales de soya, su desarrollo es un tema importante.

"La evolución de este cultivo en ambientes no tradicionales de la producción ha determinado el desplazamiento de otras actividades agropecuarias, lo que trae un trastorno a nivel nacional y local, y si no se previene no se sabe qué es lo que puede ocurrir".

Señaló que en zonas como el noroeste de Argentina, la soya ha tenido una explosión muy grande, lo que ha desplazado a terrenos que se utilizaban para la ganadería.

"Esto genera una descompensación o desbalance, lo que requerirá un tiempo de adaptación", comentó Botto.