LA HABANA, 2 jul (Xinhua) -- Cuba y Estados Unidos volvieron a acaparar la atención mundial tras anunciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas bilaterales y la apertura de las respectivas embajadas, a partir del próximo 20 de julio, luego de 54 años de ruptura.

La histórica decisión recogida en sendas cartas que se enviaron la víspera los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, se da a conocer seis meses después de que ambos mandatarios sorprendieron al planeta con su determinación de iniciar el proceso para reanudar los nexos.

Los vínculos entre ambos países vecinos fueron rotos de manera unilateral por Estados Unidos el 3 de enero de 1961, unas semanas antes de lanzar la invasión a Playa Girón (Bahía de Cochinos), en el sur de la occidental provincia de Matanzas.

Desde entonces, el restablecimiento de los lazos a uno y otro lado del Estrecho de la Florida pareció ser una quimera, pero ahora es algo concreto que materializa el inesperado anuncio del 17 de diciembre y manifiesta la voluntad de las partes por mejorar el clima bilateral.

Sin embargo, y como han reconocido ambos gobiernos, la reanudación de los vínculos y la apertura de sedes diplomáticas en La Habana y Washington es tan solo un paso más en un "largo y complejo" camino hacia la normalización de sus nexos.

Uno de los asuntos más espinosos que tendrán que dirimir ambos países es el bloqueo económico, financiero y comercial que Estados Unidos mantiene contra la isla desde 1962, de manera oficial, y que ha causado pérdidas a Cuba que superan el billón de dólares, según cifras oficiales.

Esta política de cerco fue decretada por el presidente John F. Kennedy el 3 febrero de 1962 y es considerada por Cuba como el principal obstáculo para su desarrollo y también para el restablecimiento de las relaciones.

Tras la oficialización del bloqueo a Cuba, la medida de fuerza fue recrudecida al paso de 10 administraciones con otras normativas, como las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), con el fallido propósito de aislar a la mayor de las Antillas y originar una desestabilización interna que derivara en el derrocamiento del gobierno revolucionario.

El pasado 16 de enero, un mes después del trascendental anuncio y previo a la primera reunión para iniciar el proceso, Washington puso en vigor directivas que flexibilizan de alguna forma el bloqueo pues permiten determinadas transacciones financieras y comerciales.

El propio Obama, del Partido Demócrata, calificó de "fracasada" esa política y ha solicitado al Congreso, de mayoría republicana, que derogue las leyes que la respaldan, pero todo indica que sus rivales políticos no facilitarán las cosas y será algo inalcanzable en lo que resta de su mandato.

También está el tema de la base naval estadounidense de Guantánamo, que ocupa un área de 45 millas cuadradas en el extremo oriental cubano y que se estableció en 1903 tras la ocupación militar de la isla por parte de Estados Unidos.

Cuba desconoce ese documento al considerar que se firmó bajo presiones y chantajes y exige la devolución de ese territorio soberano de la mayor de las Antillas.

La base recibió gran descrédito internacional a raíz de la apertura allí de una prisión durante el gobierno del ex presidente estadounidense George W. Bush para retener a extranjeros sospechosos de ser militantes del grupo terrorista Al-Qaeda tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.

En una "Declaración del Gobierno Revolucionario" emitida el miércoles, Cuba planteó que para alcanzar la normalización será "indispensable" además el cese de las transmisiones radiales y televisivas hacia la isla.

Demandó, igualmente, la eliminación de los programas dirigidos a promover la subversión y la desestabilización internas, y se compense al pueblo cubano por los daños humanos y económicos provocados por las políticas de Estados Unidos.

Otros asuntos no menos polémicos que quedan en el tintero son las políticas estadounidenses de "pies secos/pies mojados" y la Ley de Ajuste Cubano, que son defendidas por Washington pero La Habana las califica de un incentivo para la emigración ilegal y el tráfico de personas.

La primera de ellas, aplicada en los últimos 20 años, permite a los cubanos ilegales que pisan territorio estadounidense quedarse legalmente en ese país, pero aquellos capturados en el mar son devueltos a la isla, en tanto la Ley de Ajuste concede de forma inmediata a los cubanos permisos de residencia y trabajo, privilegios que no tiene ningún otro inmigrante en Estados Unidos.

Y finalmente está la polémica referida a los derechos humanos, en la que Washington hace reiterados señalamientos a La Habana y esta sostiene que también tiene sus "puntos de vista" y sus "preocupaciones" sobre esas prácticas en el país vecino.

Son muchas y profundas diferencias acumuladas a lo largo de más de cinco décadas de enemistad. Todo está en la voluntad política que muestren las partes para vencer los desafíos.

Lo más difícil fue dar el primer paso para el deshielo y ya se hizo, con repercusión internacional muy favorable.

Convencidas las partes de que aún resta mucho por hacer, sería provechoso avanzar en los asuntos que son de interés mutuo como telecomunicaciones, seguridad aérea, protección del medio ambiente, prevención de desastres naturales, enfrentamiento al narcotráfico, al terrorismo y a las epidemias.

Buscar el beneficio común por encima de las diferencias sobre asuntos políticos, económicos y sociales, fomentaría una convivencia civilizada y pacífica entre dos naciones vecinas. (Rogelio del Río)