Por Zhao Hui y Zheng Jiandong
BEIJING, 2 jul (Xinhua) -- Noventa millas de agua, tan cerca y tan lejos.
Tras más de medio siglo de hostilidad, Estados Unidos y Cuba acordaron este miércoles abrir una nueva página de las relaciones bilaterales con la reapertura de las embajadas en Washington y La Habana respectivamente.
"Este es un paso histórico en nuestros esfuerzos para normalizar relaciones con el gobierno y pueblo cubanos, y para empezar un nuevo capítulo con nuestros vecinos en las Américas", declaró el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en una intervención hecha desde la Casa Blanca.
Gracias al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los antiguos adversarios antagónicos desde la Guerra Fría, junto a la reanudación de la conexión aérea directa y del servicio telefónico directo, las 90 millas entre los dos países ya han dejado de ser infranqueables.
No obstante, que las banderas ondeen en el territorio del otro solo representa un símbolo político si Estados Unidos mantiene el bloqueo comercial, económico y financiero impuesto contra Cuba, que ha acarreado a la isla pérdidas por valor de unos 120.000 millones de dólares.
Incluso el presidente Obama reconoció el fracaso del bloqueo y el aislamiento en contra de Cuba, afirmando que "tratar de llevar a Cuba al colapso no sirve ni a los intereses de Estados Unidos ni al pueblo cubano".
Sin embargo, Obama no tiene la última palabra para acabar con esa medida, y los conflictos entre la Casa Blanca y el Capitolio enredan la normalización definitiva de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
A comienzos de junio, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, de mayoría republicana, votó para mantener las restricciones sobre los viajes de estadounidenses a Cuba, en claro desafío a la nueva política de acercamiento de la Casa Blanca con Cuba.
La rotunda negación del Congreso a la estrategia de Obama hacia la nación caribeña implica, además de los cálculos político-electorales, el anacronismo que los mantiene anclados a una era de Guerra Fría, ridículamente en contra de la opinión mayoritaria de la población del país.
Según una encuesta realizada en febrero por la consultora Gallup, un 46 por ciento de los consultados muestra una opinión favorable hacia Cuba, el porcentaje más alto en los últimos 20 años.
En cuanto al fin del bloqueo, el 59 por ciento se expresó a favor de levantarlo, la cifra más alta desde que la consultora incluyera esta pregunta en su cuestionario por primera vez en 1999. Además, el 59 por ciento también es partidario de acabar con las restricciones de viaje a Cuba.
En la arena internacional, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprueba anualmente, desde 1992, una resolución que exhorta al fin del bloqueo estadounidense contra Cuba, en la que cuenta incluso con los votos a favor de los aliados tradicionales del Tío Sam.
Ahora, la cuestión es hasta qué punto tiene la administración Obama la voluntad de empujar el cese parcial o total del bloqueo, y cómo jugar sus cartas con los congresistas republicanos que rechazan enérgicamente las iniciativas del Ejecutivo sobre Cuba.
Aunque los republicanos se aferren a la ideología anacrónica de la Guerra Fría, ninguno de ellos puede negar que el actual bloqueo comercial ha causado y sigue causando cuantiosas pérdidas tanto a Cuba como al país norteamericano, incluso con mayor magnitud.
En 2001, la Comisión de Comercio Internacional estadounidense estimó que las pérdidas en exportaciones estadounidenses a Cuba podrían alcanzar los 1.200 millones de dólares anuales. En 2009, la Cámara de Comercio de Estados Unidos elevó la cifra hasta los 3.600 millones de dólares anuales.
Aún más, Cuba ha llevado a cabo desde 2008 una reforma económica que concede más libertades a los individuos y los empresarios, mientras que la creación de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y la aprobación de una nueva Ley de Inversión Extranjera han suscitado un gran interés internacional.
Como consecuencia, una avalancha de delegaciones europeas y asiáticas de alto nivel han acudido prontamente a la isla caribeña, mostrando un vigoroso interés por invertir. Por ejemplo, las autoridades cubanas han recibido más de 300 pedidos de inversión en Mariel desde unos 30 países.
No cabe duda de que el cese de hostilidad entre Cuba y Estados Unidos constituye una buena noticia para la región, pero los esfuerzos por parte del Tío Sam, resultan insuficientes para normalizar las relaciones bilaterales.
Sería importante que los políticos estadounidenses entiendan que la corriente del acercamiento entre Cuba y el resto del mundo es irreversible, y que los intentos de aislar a Cuba, con la ideología obsoleta y el bloqueo infundado, terminarán por ser rechazados y aislados por la absoluta mayoría de la comunidad internacional.