BEIJING, 3 jun (Xinhua) -- A pesar de los recientes esfuerzos de EEUU para erigirse en supuesto juez imparcial sobre la polémica en el Mar Meridional de China, Washington tiene, sin duda, profundos prejuicios contra Beijing, como en muchos otros casos, y no ha mostrado ninguna intención de detener su intromisión.
En el Diálogo Shangri-La recientemente celebrado en Singapur, el secretario de Defensa de EEUU, Ashton Carter, en una rara muestra de imparcialidad, instó no solo a China sino al resto de los implicados en la disputa a detener sus reclamaciones en la zona.
Unos días después, el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo que todas las reclamaciones y acciones hostiles efectuadas por las partes implicadas en la zona son contraproducentes.
Las declaraciones llegan semanas después de que EEUU criticara las obras chinas en ese mar (algo que, por cierto, es legítimo ya que todos los proyectos están en territorio chino) y marcan un ligero cambio en la práctica habitual de Washington de señalar con dedo acusador a Beijing mientras hace la vista gorda ante los actos cometidos por los demás.
Sin embargo, el ajuste es mínimo y está lejos de ser suficiente para contrarrestar los efectos negativos que su país ha provocado en el asunto.
Desde que Washington anunciara su decisión de "pivotar hacia Asia", el Mar Meridional de China ha perdido su tranquilidad, algo que no es ni mucho menos una coincidencia.
Al interferir una y otra vez, Washington no hace más que cargarlo el asunto de tensión. Los países del Sudeste Asiático que tienen desavenencias con Beijing sobre el Mar Meridional de China deben ser cautos con los motivos ocultos de EEUU.
Va en el mejor interés de los involucrados encontrar una solución pacífica por sí mismos, en vez de que les diga lo que tienen que hacer una potencia exterior que saldría fácilmente ilesa si las disputas se transformasen en conflictos.
Y para Estados Unidos, que obviamente ha ayudado a instigar el caos en el Mar Meridional de China, el mensaje también está claro: Beijing aplaude un rol constructivo de Washington en Asia, pero una excesiva intromisión no será en absoluto apreciada.