COMENTARIO: Abe debe abandonar negación de historia

Actualizado 2015-07-08 07:59:13 | Spanish. xinhuanet. com

BEIJING, 7 jul (Xinhua) -- El aniversario del incidente del 7 de julio, o Incidente del Puente Lugou, que se conmemora en China todos los años, una vez más trae a la mente la actitud cobarde de Japón hacia la historia.

El 7 de julio de 1937, un día grabado en las mentes del pueblo chino, marcó el comienzo de la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa de China, que duró ocho años.

Setenta y ocho años han pasado, y aún el pueblo chino sigue sintiendo el profundo dolor infligido no sólo por las atrocidades japonesas durante la guerra, sino por la negación actual de la historia por parte del gobierno japonés.

Desde que el primer ministro japonés Shinzo Abe llegó al poder en diciembre de 2012, la actitud de Tokio hacia la historia de la guerra ha sido una de negación total, un enorme retroceso en comparación con su actitud previa de esconder su cabeza en la arena.

En realidad, este cambio de actitud ha dañado más a Japón que a China.

La actitud de Japón ha preocupado a la comunidad internacional y debilitado la credibilidad de Japón en el mundo, pues Abe se ha desviado de manera alarmante de la Declaración Murayama.

La declaración de 1995 del entonces primer ministro Tomiichi Murayama ofreció una disculpa por el sufrimiento y daños causados por la agresión japonesa en Asia y estableció los fundamentos para las relaciones pacíficas con otros países.

Las relaciones gélidas de Japón con los países vecinos como China y la República de Corea han perdurado por mucho tiempo y Abe debe tener en mente que cualquier intento de restablecer las buenas relaciones con los países víctimas de la Segunda Guerra Mundial, como China y la República de Corea, será en vano si él persiste en negar, distorsionar o embellecer la historia de agresión.

Ahora corresponde a Japón hacer frente a su historia de guerra y descongelar sus frías relaciones con los países vecinos.

Cuando el mundo conmemora el 70° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, es buen momento para que Tokio deje de adornar su propia imagen y siga el ejemplo de Alemania de asumir la responsabilidad por su papel en la Segunda Guerra Mundial.

En específico, es momento de que Abe se dé cuenta de que su gobierno necesita cambiar su actitud hacia la historia reuniendo valor para mirar el pasado militarista de Japón de manera honesta y asumiendo sus obligaciones con la historia.

De otra forma, Japón no disfrutará de relaciones normales con otros países del mundo, en especial con sus vecinos asiáticos.

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