BEIJING, 31 mar (Xinhua) -- El Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), impulsado por China, ha sido ampliamente reconocido como un importante instrumento para la cooperación mutuamente beneficiosa en Asia, pero, por desgracia, algunos medios occidentales han ignorado hechos básicos para retratarlo como un invento siniestro.

La floreciente institución atrajo una gran atención mediática a mediados de marzo, después de que Gran Bretaña anunciase su intención de unirse como miembro fundador, a pesar de que Washington cuestionase que el banco, liderado por China, fuese a tener unos estándares de gobernanza y unas salvaguardias ambientales y sociales suficientes.

Hasta el 31 de marzo, la fecha límite para solicitar el estatus de miembro fundador, más de 40 países han manifestado su interés, con una notable presencia de muchos aliados de EEUU, tanto de Europa como de la región Asia-Pacífico.

Sin embargo, a la vista del ánimo positivo que rodea al BAII, algunos medios occidentales han desencadenado una nueva ronda de informaciones que demonizan a China, en las que alegan que esta nueva institución financiera es un vehículo para que China imponga su dominio en Asia e incluso más allá.

Como en casos similares, este tipo de noticias publicitaron la denominada "amenaza china" sin aportar detalles adecuados que respalden esa idea. Esas informaciones estaban basadas, fundamentalmente, en las teorías de aquellos que siempre buscan perjudicar la imagen del país asiático.

Hojear las informaciones sobre China de esos medios de comunicación ofrece un destello del rutinario y absurdo prejuicio contra China: por un lado, bombardean al país su supuesta renuencia a asumir responsabilidades globales; por el otro, resaltan la inminente "amenaza china" si esta hace un movimiento sólido para abordar ciertos retos globales.

Con el impulso del BAII, China pretende romper el cuello de botella de las infraestructuras en Asia a través del acceso a la gran cantidad de reservas en divisas del país.

Con la invitación a más países para que se unan a la iniciativa, China tiene el objetivo de aunar recursos en aras del desarrollo de Asia y, al tiempo, ofrece a los socios una oportunidad mejor para crecer con Asia a largo plazo.

De hecho, el banco de desarrollo propuesto por China es un ejemplo perfecto para mostrar el deseo del país de desempeñar un rol mayor en la asunción de responsabilidades globales.

Aquellos que acusan a China de eludir sus responsabilidades globales deberían saber que solo es justo que el país asuma su deber compartido dentro de su capacidad y ello es compatible con su estatus en varios aspectos.

Mientras tanto, cada vez que predigan que un esfuerzo de China provocará cambios tangibles en el orden existente, también deberían acordarse de sopesar si el viejo sistema todavía es suficiente.