Por Tian Dongdong
BEIJING, 11 ene (Xinhua) -- El rotundo rechazo que Washington expresó el sábado a la propuesta de Pyongyang de suspender temporalmente sus pruebas nucleares a cambio de una congelación de los ejercicios militares conjuntos por Estados Unidos y Corea del Sur, no hace ningún bien a la construcción de la confianza y la materialización de la paz en la península dividida.
De hecho, la oferta, que EEUU calificó de "amenaza implícita", es una forma de buena voluntad emitida por la República Popular Democrática de Corea (RPDC) para una solución pacífica a la crisis en la Península Coreana, que se prolonga desde hace una década.
La propuesta supone el último esfuerzo en los recientes meses para aliviar la tensión por parte de la administración de Kim Jong Un, con miras a un diálogo basado en la confianza y en la distensión con EEUU y Corea del Sur.
Desafortunadamente, esta no fue recibida de manera acogedora.
La portavoz estadounidense del Departamento de Estado, Jen Psaki, criticó de manera abierta que la RPDC enlace "inapropiadamente" los ejercicios rutinarios entre EEUU y Corea del Sur con la posibilidad de un ensayo nuclear y definió la propuesta como una "amenaza implícita".
EEUU fue incapaz de percibir, u optó por ignorar, el cambio que podría producirse si la propuesta fuese implementada y que sería potencialmente positivo para la atmósfera intensa que rodea a la Península Coreana.
La seguridad nacional es la "prioridad de prioridades" para cualquier país en el planeta, tanto más para una nación como la RPDC, que ha sido aislada y sancionada durante décadas.
Al contrario de lo que ha dicho Psaki, la posibilidad de ensayos nucleares por parte de Pyongyang y los ejercicios militares EEUU-Corea del Sur no son asuntos independientes.
Por una parte, los ejercicios militares, que se prolongan por casi 40 años y que el Tío Sam utilizaba como una espada de Damocles, hasta el momento han fracaso en el objetivo de devolver la paz y la reconciliación a la península.
Por otro lado, los juegos de guerra anuales a gran escala en Corea del Sur y "sus inmediaciones" estimulan una política arriesgada en la península, y constituyen la causa principal, si no la original, de la actitud desasosegada y susceptible de la RPDC.
Lo crea o no, una RPDC arrinconada e imprudente no es una bendición para la región ni para el mundo en general. La arrogancia ciega y la constante inobservancia de las ramas de olivo (símbolo de la paz) que el país ha ofrecido podría ser la gota que colmase el vaso para la nación aislada.
Tal y como ha reclamado China en repetidas ocasiones, el diálogo basado en la confianza es la única salida para las décadas de estancamiento y para la reanudación de las conversaciones a seis bandas sobre la desnuclearización en la península, y ello ha sido respaldado por la comunidad internacional.
Es muy deseable que Estados Unidos coja la oportunidad y responda positivamente a la última oferta. Después de todo, la paz en la península y el reacercamiento entre viejos enemigos necesita acciones recíprocas. Ahora la pelota está en el tejado de Washington.