Por Alien Fernández
CIEGO DE ÁVILA, Cuba, 24 dic (Xinhua) -- El doctor Dayán Meneces, de 46 años, trabaja como jefe de control sanitario en el Aeropuerto Internacional Jardines del Rey de Cuba, que atiende principalmente a los balnearios de Cayo Coco y Cayo Guillermo.
Como él, miles de trabajadores de primera línea garantizan el estricto cumplimiento de los protocolos de seguridad a nivel nacional, vigentes en los puntos de control de seguridad de los aeropuertos para detectar viajeros con síntomas de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19) y reducir los riesgos de contagio.
Meneces, quien vive con su familia en la ciudad central de Morón, ha cambiado su rutina diaria desde que el aeropuerto reabrió en septiembre pasado con la llegada de un avión que transportaba turistas internacionales desde Canadá.
"La economía cubana depende en gran medida del turismo. Los procedimientos implementados en el aeropuerto Jardines del Rey ayudarán al país a ganar divisas fuertes y al mismo tiempo mantener alejada a la pandemia de COVID-19", comentó el galeno a Xinhua.
A principios de julio anterior, Cuba reabrió de forma gradual las fronteras a turistas interesados en visitar el norte y el sur del país caribeño, y disfrutar así de vacaciones en la playa sin cuarentena.
"Médicos y enfermeras desempeñan un papel fundamental en la estrategia gubernamental para controlar la propagación de la pandemia de coronavirus. Nosotros mantenemos los ojos bien abiertos en busca de síntomas como tos y fiebre", contó Meneces.
En un año normal, la industria del turismo representa casi el 20 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país caribeño, en el que canadienses y cubanos residentes en el extranjero son los principales mercados.
Ubicados a unos 530 kilómetros de La Habana, Cayo Coco y Cayo Guillermo permanecen como burbujas turísticas hacia donde los visitantes internacionales vuelan de manera directa desde sus países.
Los pasajeros se someten a su llegada a controles de temperatura y pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar la COVID-19, además de que se les exige que mantengan una distancia de dos metros entre sí y que presten atención a las barreras de tracción y las marcas del piso dentro del área de espera.
Los turistas extranjeros reciben soluciones desinfectantes antes y después del proceso de selección, además de los procedimientos normales como sacar artículos personales de sus bolsillos.
"Los miembros del personal cuentan con cubiertas faciales, gafas protectoras, máscaras faciales, guantes. Tenemos todo lo que necesitamos para hacer nuestro trabajo correctamente con riesgos mínimos", contó a Xinhua Leyanis Gutiérrez, de 32 años, quien trabaja como microbióloga en el aeropuerto.
El aeropuerto canceló sus operaciones desde finales de marzo pasado, después que las autoridades de aviación de la isla suspendieron la llegada de pasajeros internacionales con el fin de detener la propagación de la pandemia en el país.
Durante la temporada alta de turismo en Cuba, que va de noviembre a marzo, el Aeropuerto Internacional Jardines del Rey operó unos 70 vuelos internacionales semanales, que ahora han disminuido a menos de 10 vuelos.
El director general del aeropuerto, Mario Antonio Hernández, comentó a Xinhua que los aeropuertos y las instalaciones hoteleras cubanas trabajan en conjunto para garantizar el estricto cumplimiento de las medidas sanitarias.
"Hemos recibido más de 7.000 turistas internacionales desde el 4 de septiembre y esperamos aumentar gradualmente el número de llegadas en las próximas semanas", subrayó.
Los aeropuertos de todas las provincias de Cuba se encuentran en funcionamiento, al tiempo que la isla ha batido en un solo día el récord de casos del nuevo coronavirus en las últimas semanas.
Más de 100 trabajadores, incluidos profesionales de la salud, personal de carga logística y oficiales de aduanas, están desplegados en el Aeropuerto Internacional Jardines del Rey, con el propósito de garantizar la llegada segura de pasajeros a centros turísticos libres del virus.
Uno de estos empleados es Raudel Méndez, de 49 años, quien trabaja como conductor de autocar en la empresa estatal Transtur y lleva a turistas del aeropuerto a las instalaciones del hotel.
"Rociamos el equipaje con soluciones de hipoclorito y aconsejamos a los pasajeros que se laven las manos y se ajusten las mascarillas antes de subir al autobús", dijo Méndez con una sonrisa, mientras esperaba a los turistas en el estacionamiento del aeropuerto.