Guizhou muestra la poco conocida cara “verde” de China

Actualizado 2018-10-18 15:58:29 | Spanish. xinhuanet. com

Por Jimmy Tapia Borja

La Cascada Huangguoshu, el 24 de mayo de 2017. (Xinhua/Zhang Hui)

La “Suiza de Asia” la llaman en algunas guías turísticas, pero el calificativo que más se ajusta a Guizhou (suroeste de China) es “provincia verde”.

Mientras el avión planea previo a su aterrizaje en el territorio de 176.000 kilómetros cuadrados asoman montañas y cerros, los cuales rodean a la terminal aérea.

En el traslado en automóvil hacia el centro, por calles empinadas, se aprecian las quebradas y la abundante vegetación.

Esos recursos naturales han sido aprovechados para convertirse en uno de los sitios que más visitantes nacionales recibe (744 millones el año pasado). Los turistas desean conocer sus 18 atractivos.

Precisamente, la tecnología y la naturaleza encontraron un punto medio en el Escenario Paisajístico de la Cascada Huangguoshu, localizado al suroeste de la provincia y a 128 kilómetros de la ciudad de Guiyang (su capital).

Una escalera eléctrica para recorrer parte de la montaña refleja la intervención del hombre en espacios naturales de forma sustentable.

El armazón permite descender con rapidez 340 metros hacia el conjunto de cataratas más grande del mundo, según el libro de Récord Guinness.

Desde cada nivel de los escalones asoma el correntoso río Baishui y se escucha su choque contra las rocas.

Pero previamente se debe pasar por un jardín de “frutos amarillos”, donde crece una especie de limón-lima que perfuma el camino con aroma cítrico. Justo la traducción de Huangguoshu es árboles de frutos amarillos. También allí están sembrados 3.000 bonsáis.

Así empieza el recorrido de dos horas por un sendero de madera, con miradores, donde los visitantes detienen la marcha para realizarse una autofoto, y cuyo fondo es un serpenteante y espumoso afluente.

En la caminata aparecen personas que expenden fundas plásticas (cobertores) para tapar el cuerpo y los zapatos. Aquellos que no los adquieren -por ahorrar dinero o por falta de precaución- más adelante se arrepienten y tienen que regresar, pues el agua cae con tanta violencia desde 77,8 metros de altura que empapa los miradores. Un paraguas no es suficiente para “salvaguardar” el celular o las cámaras.

Un turista chino baja indignado de un sendero, un viernes por la mañana, y con las manos advierte que ya no se ascienda más por las escalinatas. El guía traduce el gesto: “Dice que hay mucha gente y demasiada agua”.

Efectivamente, existe un instante en el que ya no se sabe si es lluvia o líquido de las cascadas lo que cae desde lo alto; y el roce con otras personas es inevitable entre la multitud.

Algunos, por preservar sus equipos, dejan de grabar o retratarse y solo caminan rápido; en cambio, otros, como Liu Wu se arriesgan y empiezan a posar en miradores mientras el viento dispersa con violencia el líquido cristalino. “Esto es único”, dice empapado.

Las personas están a la “caza” de que un espacio quede libre y llevarse un recuerdo fotográfico con el fondo de este ícono natural del gigante asiático.

La marcha es lenta y se prolonga, pues los caminos en ciertos tramos son muy angostos. Cuando algunos se detienen bloquean el paso a los cientos o miles que vienen atrás, que enojados empiezan a gritar reprimendas en mandarín.

La geografía de la Huangguoshu permite admirarla desde seis perspectivas: de frente, detrás, izquierda, derecha, arriba y abajo.

Para pasar por detrás de la catarata se debe ingresar por una de sus cuevas, iluminada de luces azules y rojas. Para seguridad de los caminantes hay cámaras de vigilancia en su interior. El clímax del paseo es poder acariciar el “velo líquido” al salir de la caverna, mientras se camina a decenas de metros de altura por la ladera.

El recorrido concluye con el paso por un puente colgante que tiene tambores con diseños asiáticos y pueden ser acariciados para arrancarles melodías.

Allí también existen locales donde se venden artesanías como muñecas de madera, las cuales portan vestimentas tradicionales de las 17 minorías étnicas, que residen en la provincia de 35 millones de habitantes.

TIERRA DE PARQUES

Una caminata “sobre el agua” es lo que se puede realizar en el Área Escénica Tianxingqiao, a seis kilómetros de la anterior cascada.

Un camino de piedras calizas sobre el agua, que forman hileras, permite pasar sobre los lagos que allí se forman y donde flotan redondas hojas verdes que lo decoran.

El sitio tiene un área de seis kilómetros, de los cuales 4,5 están habilitados para que los turistas transiten.

En una roca blanca está inscrita una leyenda en la que reza que es una obra “del viento, el agua y el tiempo”. Su geografía se caracteriza por poseer ese tipo de material.

Una verdadera exploración se vive cuando se continúa el trayecto entre delgadas aberturas de piedra en las rocas.

Al paso por las camineras van apareciendo vendedoras de alimentos tradicionales del lugar: mazorcas de maíz, ciruelas y dulces. También hay algunas adultas mayores que expenden llaveros y otras artesanías.

Los asiáticos demuestran que saben explotar sus recursos naturales y, con infraestructura adecuada, convertirlos en puntos turísticos de referencia.

El Parque Forestal de la Montaña Denggaoyun está entre esos ejemplos. Este sitio está en la segunda carretera de circunvalación al noroeste de Guiyang, en el distrito de Yunyan y Wudang.

Las familias, un miércoles por la tarde, visitan su museo, aclimatado y con luces tenues. Allí aprenden sobre los tipos de plantas de forma lúdica: ven videos con animaciones en 3D y, con un programa, se puede aparecer en la proyección como parte del elenco.

Ya en sus jardines, que son parte de 135 hectáreas de sectores planificados, no pueden faltar las parejas que capturan con gráficas los instantes previos a sus nupcias.

El parque integra deporte, ocio, ciencia y es la barrera ecológica más importante del noroeste de la ciudad.

LA HUELLA DE CONFUCIO

“No hagas a otros lo que no te gusta que te hagan a ti”. La frase muy conocida en el imaginario popular de Oriente y Occidente pertenece al pensador chino Confucio (551-479 A.C.).

La sentencia provoca más sensaciones al verla escrita con ideogramas y en un iluminado mural, de al menos 10 metros de altura, en la academia que lleva su nombre, edificada en Huaxi, al sur de Guiyang.

Un monumento gigantesco, a la entrada del lugar, evidencia el aprecio que tienen por sus ideas.

Por ello, en 2013 se inauguró dicho templo en su honor. Las actividades se intensifican el 28 de septiembre, día de su cumpleaños.

En su edificación principal, donde predomina el silencio característico de los templos, existen imágenes de él solo y recreaciones de encuentros con sus discípulos.

Aunque aquello cambia cuando se efectúan allí distintas clases de ceremonias para niños que ingresan a las escuelas, adultos, bodas chinas, encuentros para mayores, universitarios y reuniones de líderes.

En un área de 150.000 metros cuadrados fueron construidas, por empresas privadas, parques de educación y cultura. Al final el mensaje del filósofo es claro: “El mundo es de todos”.

El neoconfucionismo también posee un espacio. Esto se aprecia en el Parque Cultural de Yangmimg, de 3.500 metros cuadrados.

Un portal de roca, en forma de arco, está en la entrada principal de esta atracción turística del país.

La guía del sitio recuerda que la piedra de ingente dimensión fue trasladada desde otra provincia y no se utilizó cemento para pegarla. “Fue esculpida completamente en una pieza”, repite la trabajadora del sitio.

Atrás de ella se erige la imagen de Wang Yangming (1472-1529), un filósofo y educador que impulsó la doctrina de acción y conocimiento, es decir, dos elementos que deben ir de la mano.

Los quince metros de alto y ocho de ancho de la efigie de bronce están relacionados con el año en el que llegó, por castigo, a Guizhou (1508).

En el parque destacan el complejo de posadas Longchang y la famosa “Cueva Yangming” (donde vivió el pensador).

Las edificaciones viejas, con detalles de madera y que pertenecían a la Dinastía Qing, poseen patios y construcciones internas.

La caverna, oscura y húmeda, puede ser visitada por los turistas. En las paredes de piedra hay inscripciones con ideogramas, algunos hechos por japoneses que siguieron al maestro. Los rostros de los visitantes apenas se ven cuando entran al lugar.

Según los historiadores locales, Yangming tuvo que vivir en cuevas, por tres meses, porque cuando llegó a la provincia no había espacio para él. Su pensamiento tuvo en dicho túnel un gran cambio. Hizo profunda meditación y elaboró allí textos importantes para el neoconfucionismo.

La última caverna -de acuerdo con la guía del sitio- era una “más cómoda”.

Por la tranquilidad del lugar es considerado como uno de los destinos mundiales para “viajes mentales” y espirituales.

UN PUEBLO ANTIGUO

Una caminata por Qingyan (Huaxi) es remontarse seis siglos atrás (los años de su construcción).

Un grueso portón de troncos, rocas y armas evidencian que este pueblo, a 29 kilómetros de Guiyang, era un refugio de tropas en el reinado del emperador Hongwu, de la dinastía Ming, por el año 1378.

Desde la entrada destaca una muralla y escalinata que lleva a su zona montañosa, la cual servía para su defensa militar.

Actualmente los comerciantes, que están en locales y a la entrada, se encuentran distribuidos por las largas y angostas calles empedradas. Venta de pierna de puerco, tambores y pequeños frutos diminutos de sabor ácido se expenden en el trayecto.

Algunos de ellos ofrecen jugos de rosas, una bebida resfrecante con sabor único y difícil de hallar fuera de ese pueblo que significa “roca azul”. “Esto no hay que perdérselo”, comenta Julia, turista española que estaba de paso por el país.

En Qingyan llama la atención la presencia de iglesias de diversas religiones o creencias. Por ejemplo, allí conviven pacíficamente el cristianismo, catolicismo, taoísmo y budismo.

Los ladridos de un perro y el incienso dan la bienvenida en uno de los templos taoístas. La construcción, con más de 200 años de historia, aún conserva un balcón de madera tallado artesanalmente. Allí, en ese escenario, se desarrollaban representaciones artísticas. “Era un teatro”, cuenta el encargado, quien esboza una sonrisa.

En cambio, la iglesia católica, que tiene más de 150 años, permaneció cerrada en la tarde de un miércoles.

En dicha población, de 300 hectáreas, la mayoría de las etnias minoritarias pertenecen a la última religión.

Sus calles ya han sido testigo de rodajes de películas como Looking for gun y el pueblo recibió en 2017 el máximo título de atracción turística nacional.

EL “KIWITURISMO”

China y en particular Guizhou es la tierra del kiwi, esa fruta agria y dulce que es costosa en los países latinoamericanos.

En Gubao, distrito Xiuwen, que es parte de la provincia, la especie cubre sus principales plantaciones.

Allí precisamente se desarrolla un proyecto que tiene por finalidad sacar de la pobreza a los menos favorecidos (generar ingresos de 100.000 yuanes anuales a las familias).

En total 1.400 hogares de la zona se dedican a su cultivo en ese pueblo. “Y se lo hace de forma natural y cuidando el medio ambiente”, expresa Huang Yaxin, directora de administración del kiwi del distrito.

Parte del plan es también promover un turismo del kiwi. Esto es llevar a la gente en el mes de maduración de la fruta, en octubre, para que recolecte el alimento y conozca el sitio.

“Por 300 yuanes diarios (60 dólares) podrán tener hotel, alimentación y traslado hacia aquí”, precisa.

En el lugar está prevista la producción de 80 mil toneladas.

El valor de la caja, de cuatro kilos, puede llegar a los 50 yuanes (ocho dólares).

Los productos elaborados también ya son parte de este negocio. Yang Jian, vicepresidente de Xiuwen Agricultural Investment Developnent, muestra dos marcas de jugos de kiwi que ya se expenden masivamente en las tiendas. También saldrá próximamente un vino de kiwi (a 60 dólares una presentación grande).

La compañía tiene 4.000 hectáreas de plantaciones y ya exportan la fruta a Taiwán, Hong Kong y Malasia. El “oro líquido”, cómo llaman al aceite extraído de las semillas, es usado con fines medicinales.

La fotografía aérea de la Cascada Huangguoshu en Guizhou, el 9 de mayo de 2017. En verano, toda área escénica alrededor de la cascada está verde, con una vista magnífica y espectacular. (Xinhua/Lu Wei)

Los turistas visitan la Cascada Huangguoshu el 5 de junio de 2018. Debido a las continuas precipitaciones, la Cascada Huangguoshu ha entrado en un período de alto flujo. (Xinhua/Yang Wenbin)

Un camino de piedras en el área escénica de Tianxingqiao, a varios kilómetros de la Cascada Huangguoshu, permite pasar sobre el agua, el 1 de mayo de 2009. (Xinhua/Qin Gang)

Imagen de Wang Yangming (1472-1529) en el Parque Cultural de Yangming, de 3.500 metros cuadrados. (Jimmy Tapia Borja)

Los turistas visitan el Parque Forestal de la Montaña Denggaoyun, en la ciudad de Guiyang, el 5 de julio de 2018. (Xinhua/Tao Liang)

El pueblo antiguo de Qingyan, en la ciudad de Guiyang, el 8 de julio de 2018. (Xinhua/Ou Dongqu)

Wang Jijian, joven agricultor de Xiuwen, Guizhou, está observando el crecimiento de la fruta en su plantación de kiwi recién desarrollada, el 2 de julio de 2015. (Xinhua/Ou Dongqu)

Los productores están cosechando kiwis en la plantación Hongyang en Jianhe, Guizhou, el 7 de septiembre de 2017. (Xinhua/Yang Wenbin)

 
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Guizhou muestra la poco conocida cara “verde” de China

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Por Jimmy Tapia Borja

La Cascada Huangguoshu, el 24 de mayo de 2017. (Xinhua/Zhang Hui)

La “Suiza de Asia” la llaman en algunas guías turísticas, pero el calificativo que más se ajusta a Guizhou (suroeste de China) es “provincia verde”.

Mientras el avión planea previo a su aterrizaje en el territorio de 176.000 kilómetros cuadrados asoman montañas y cerros, los cuales rodean a la terminal aérea.

En el traslado en automóvil hacia el centro, por calles empinadas, se aprecian las quebradas y la abundante vegetación.

Esos recursos naturales han sido aprovechados para convertirse en uno de los sitios que más visitantes nacionales recibe (744 millones el año pasado). Los turistas desean conocer sus 18 atractivos.

Precisamente, la tecnología y la naturaleza encontraron un punto medio en el Escenario Paisajístico de la Cascada Huangguoshu, localizado al suroeste de la provincia y a 128 kilómetros de la ciudad de Guiyang (su capital).

Una escalera eléctrica para recorrer parte de la montaña refleja la intervención del hombre en espacios naturales de forma sustentable.

El armazón permite descender con rapidez 340 metros hacia el conjunto de cataratas más grande del mundo, según el libro de Récord Guinness.

Desde cada nivel de los escalones asoma el correntoso río Baishui y se escucha su choque contra las rocas.

Pero previamente se debe pasar por un jardín de “frutos amarillos”, donde crece una especie de limón-lima que perfuma el camino con aroma cítrico. Justo la traducción de Huangguoshu es árboles de frutos amarillos. También allí están sembrados 3.000 bonsáis.

Así empieza el recorrido de dos horas por un sendero de madera, con miradores, donde los visitantes detienen la marcha para realizarse una autofoto, y cuyo fondo es un serpenteante y espumoso afluente.

En la caminata aparecen personas que expenden fundas plásticas (cobertores) para tapar el cuerpo y los zapatos. Aquellos que no los adquieren -por ahorrar dinero o por falta de precaución- más adelante se arrepienten y tienen que regresar, pues el agua cae con tanta violencia desde 77,8 metros de altura que empapa los miradores. Un paraguas no es suficiente para “salvaguardar” el celular o las cámaras.

Un turista chino baja indignado de un sendero, un viernes por la mañana, y con las manos advierte que ya no se ascienda más por las escalinatas. El guía traduce el gesto: “Dice que hay mucha gente y demasiada agua”.

Efectivamente, existe un instante en el que ya no se sabe si es lluvia o líquido de las cascadas lo que cae desde lo alto; y el roce con otras personas es inevitable entre la multitud.

Algunos, por preservar sus equipos, dejan de grabar o retratarse y solo caminan rápido; en cambio, otros, como Liu Wu se arriesgan y empiezan a posar en miradores mientras el viento dispersa con violencia el líquido cristalino. “Esto es único”, dice empapado.

Las personas están a la “caza” de que un espacio quede libre y llevarse un recuerdo fotográfico con el fondo de este ícono natural del gigante asiático.

La marcha es lenta y se prolonga, pues los caminos en ciertos tramos son muy angostos. Cuando algunos se detienen bloquean el paso a los cientos o miles que vienen atrás, que enojados empiezan a gritar reprimendas en mandarín.

La geografía de la Huangguoshu permite admirarla desde seis perspectivas: de frente, detrás, izquierda, derecha, arriba y abajo.

Para pasar por detrás de la catarata se debe ingresar por una de sus cuevas, iluminada de luces azules y rojas. Para seguridad de los caminantes hay cámaras de vigilancia en su interior. El clímax del paseo es poder acariciar el “velo líquido” al salir de la caverna, mientras se camina a decenas de metros de altura por la ladera.

El recorrido concluye con el paso por un puente colgante que tiene tambores con diseños asiáticos y pueden ser acariciados para arrancarles melodías.

Allí también existen locales donde se venden artesanías como muñecas de madera, las cuales portan vestimentas tradicionales de las 17 minorías étnicas, que residen en la provincia de 35 millones de habitantes.

TIERRA DE PARQUES

Una caminata “sobre el agua” es lo que se puede realizar en el Área Escénica Tianxingqiao, a seis kilómetros de la anterior cascada.

Un camino de piedras calizas sobre el agua, que forman hileras, permite pasar sobre los lagos que allí se forman y donde flotan redondas hojas verdes que lo decoran.

El sitio tiene un área de seis kilómetros, de los cuales 4,5 están habilitados para que los turistas transiten.

En una roca blanca está inscrita una leyenda en la que reza que es una obra “del viento, el agua y el tiempo”. Su geografía se caracteriza por poseer ese tipo de material.

Una verdadera exploración se vive cuando se continúa el trayecto entre delgadas aberturas de piedra en las rocas.

Al paso por las camineras van apareciendo vendedoras de alimentos tradicionales del lugar: mazorcas de maíz, ciruelas y dulces. También hay algunas adultas mayores que expenden llaveros y otras artesanías.

Los asiáticos demuestran que saben explotar sus recursos naturales y, con infraestructura adecuada, convertirlos en puntos turísticos de referencia.

El Parque Forestal de la Montaña Denggaoyun está entre esos ejemplos. Este sitio está en la segunda carretera de circunvalación al noroeste de Guiyang, en el distrito de Yunyan y Wudang.

Las familias, un miércoles por la tarde, visitan su museo, aclimatado y con luces tenues. Allí aprenden sobre los tipos de plantas de forma lúdica: ven videos con animaciones en 3D y, con un programa, se puede aparecer en la proyección como parte del elenco.

Ya en sus jardines, que son parte de 135 hectáreas de sectores planificados, no pueden faltar las parejas que capturan con gráficas los instantes previos a sus nupcias.

El parque integra deporte, ocio, ciencia y es la barrera ecológica más importante del noroeste de la ciudad.

LA HUELLA DE CONFUCIO

“No hagas a otros lo que no te gusta que te hagan a ti”. La frase muy conocida en el imaginario popular de Oriente y Occidente pertenece al pensador chino Confucio (551-479 A.C.).

La sentencia provoca más sensaciones al verla escrita con ideogramas y en un iluminado mural, de al menos 10 metros de altura, en la academia que lleva su nombre, edificada en Huaxi, al sur de Guiyang.

Un monumento gigantesco, a la entrada del lugar, evidencia el aprecio que tienen por sus ideas.

Por ello, en 2013 se inauguró dicho templo en su honor. Las actividades se intensifican el 28 de septiembre, día de su cumpleaños.

En su edificación principal, donde predomina el silencio característico de los templos, existen imágenes de él solo y recreaciones de encuentros con sus discípulos.

Aunque aquello cambia cuando se efectúan allí distintas clases de ceremonias para niños que ingresan a las escuelas, adultos, bodas chinas, encuentros para mayores, universitarios y reuniones de líderes.

En un área de 150.000 metros cuadrados fueron construidas, por empresas privadas, parques de educación y cultura. Al final el mensaje del filósofo es claro: “El mundo es de todos”.

El neoconfucionismo también posee un espacio. Esto se aprecia en el Parque Cultural de Yangmimg, de 3.500 metros cuadrados.

Un portal de roca, en forma de arco, está en la entrada principal de esta atracción turística del país.

La guía del sitio recuerda que la piedra de ingente dimensión fue trasladada desde otra provincia y no se utilizó cemento para pegarla. “Fue esculpida completamente en una pieza”, repite la trabajadora del sitio.

Atrás de ella se erige la imagen de Wang Yangming (1472-1529), un filósofo y educador que impulsó la doctrina de acción y conocimiento, es decir, dos elementos que deben ir de la mano.

Los quince metros de alto y ocho de ancho de la efigie de bronce están relacionados con el año en el que llegó, por castigo, a Guizhou (1508).

En el parque destacan el complejo de posadas Longchang y la famosa “Cueva Yangming” (donde vivió el pensador).

Las edificaciones viejas, con detalles de madera y que pertenecían a la Dinastía Qing, poseen patios y construcciones internas.

La caverna, oscura y húmeda, puede ser visitada por los turistas. En las paredes de piedra hay inscripciones con ideogramas, algunos hechos por japoneses que siguieron al maestro. Los rostros de los visitantes apenas se ven cuando entran al lugar.

Según los historiadores locales, Yangming tuvo que vivir en cuevas, por tres meses, porque cuando llegó a la provincia no había espacio para él. Su pensamiento tuvo en dicho túnel un gran cambio. Hizo profunda meditación y elaboró allí textos importantes para el neoconfucionismo.

La última caverna -de acuerdo con la guía del sitio- era una “más cómoda”.

Por la tranquilidad del lugar es considerado como uno de los destinos mundiales para “viajes mentales” y espirituales.

UN PUEBLO ANTIGUO

Una caminata por Qingyan (Huaxi) es remontarse seis siglos atrás (los años de su construcción).

Un grueso portón de troncos, rocas y armas evidencian que este pueblo, a 29 kilómetros de Guiyang, era un refugio de tropas en el reinado del emperador Hongwu, de la dinastía Ming, por el año 1378.

Desde la entrada destaca una muralla y escalinata que lleva a su zona montañosa, la cual servía para su defensa militar.

Actualmente los comerciantes, que están en locales y a la entrada, se encuentran distribuidos por las largas y angostas calles empedradas. Venta de pierna de puerco, tambores y pequeños frutos diminutos de sabor ácido se expenden en el trayecto.

Algunos de ellos ofrecen jugos de rosas, una bebida resfrecante con sabor único y difícil de hallar fuera de ese pueblo que significa “roca azul”. “Esto no hay que perdérselo”, comenta Julia, turista española que estaba de paso por el país.

En Qingyan llama la atención la presencia de iglesias de diversas religiones o creencias. Por ejemplo, allí conviven pacíficamente el cristianismo, catolicismo, taoísmo y budismo.

Los ladridos de un perro y el incienso dan la bienvenida en uno de los templos taoístas. La construcción, con más de 200 años de historia, aún conserva un balcón de madera tallado artesanalmente. Allí, en ese escenario, se desarrollaban representaciones artísticas. “Era un teatro”, cuenta el encargado, quien esboza una sonrisa.

En cambio, la iglesia católica, que tiene más de 150 años, permaneció cerrada en la tarde de un miércoles.

En dicha población, de 300 hectáreas, la mayoría de las etnias minoritarias pertenecen a la última religión.

Sus calles ya han sido testigo de rodajes de películas como Looking for gun y el pueblo recibió en 2017 el máximo título de atracción turística nacional.

EL “KIWITURISMO”

China y en particular Guizhou es la tierra del kiwi, esa fruta agria y dulce que es costosa en los países latinoamericanos.

En Gubao, distrito Xiuwen, que es parte de la provincia, la especie cubre sus principales plantaciones.

Allí precisamente se desarrolla un proyecto que tiene por finalidad sacar de la pobreza a los menos favorecidos (generar ingresos de 100.000 yuanes anuales a las familias).

En total 1.400 hogares de la zona se dedican a su cultivo en ese pueblo. “Y se lo hace de forma natural y cuidando el medio ambiente”, expresa Huang Yaxin, directora de administración del kiwi del distrito.

Parte del plan es también promover un turismo del kiwi. Esto es llevar a la gente en el mes de maduración de la fruta, en octubre, para que recolecte el alimento y conozca el sitio.

“Por 300 yuanes diarios (60 dólares) podrán tener hotel, alimentación y traslado hacia aquí”, precisa.

En el lugar está prevista la producción de 80 mil toneladas.

El valor de la caja, de cuatro kilos, puede llegar a los 50 yuanes (ocho dólares).

Los productos elaborados también ya son parte de este negocio. Yang Jian, vicepresidente de Xiuwen Agricultural Investment Developnent, muestra dos marcas de jugos de kiwi que ya se expenden masivamente en las tiendas. También saldrá próximamente un vino de kiwi (a 60 dólares una presentación grande).

La compañía tiene 4.000 hectáreas de plantaciones y ya exportan la fruta a Taiwán, Hong Kong y Malasia. El “oro líquido”, cómo llaman al aceite extraído de las semillas, es usado con fines medicinales.

La fotografía aérea de la Cascada Huangguoshu en Guizhou, el 9 de mayo de 2017. En verano, toda área escénica alrededor de la cascada está verde, con una vista magnífica y espectacular. (Xinhua/Lu Wei)

Los turistas visitan la Cascada Huangguoshu el 5 de junio de 2018. Debido a las continuas precipitaciones, la Cascada Huangguoshu ha entrado en un período de alto flujo. (Xinhua/Yang Wenbin)

Un camino de piedras en el área escénica de Tianxingqiao, a varios kilómetros de la Cascada Huangguoshu, permite pasar sobre el agua, el 1 de mayo de 2009. (Xinhua/Qin Gang)

Imagen de Wang Yangming (1472-1529) en el Parque Cultural de Yangming, de 3.500 metros cuadrados. (Jimmy Tapia Borja)

Los turistas visitan el Parque Forestal de la Montaña Denggaoyun, en la ciudad de Guiyang, el 5 de julio de 2018. (Xinhua/Tao Liang)

El pueblo antiguo de Qingyan, en la ciudad de Guiyang, el 8 de julio de 2018. (Xinhua/Ou Dongqu)

Wang Jijian, joven agricultor de Xiuwen, Guizhou, está observando el crecimiento de la fruta en su plantación de kiwi recién desarrollada, el 2 de julio de 2015. (Xinhua/Ou Dongqu)

Los productores están cosechando kiwis en la plantación Hongyang en Jianhe, Guizhou, el 7 de septiembre de 2017. (Xinhua/Yang Wenbin)

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