Por Raúl Menchaca
Mujeres integrantes de la comparsa "Willy y Las Voluminosas de Cuba" participan durante el Carnaval de La Habana, en La Habana, Cuba, en las primeras horas del 25 de agosto de 2018. Estar pasadas de peso no impide que un grupo de cubanas, integrantes de la comparsa Willy y Las Voluminosas de Cuba, bailen como el mejor grupo en el carnaval de La Habana, la fiesta más masiva que se realiza en la isla. (Xinhua/Joaquín Hernández)
LA HABANA, 25 ago (Xinhua) -- Estar pasadas de peso no impide que un grupo de cubanas, integrantes de la comparsa Willy y Las Voluminosas de Cuba, bailen como el mejor grupo en el carnaval de La Habana, la fiesta más masiva de que se realizan en la isla.
La singular agrupación fue formada en 2010 por el sociólogo Willy Ortíz en Santiago de Cuba donde, durante dos décadas, su creador fue director de los carnavales de esa ciudad del oriente de Cuba.
Ortíz, quien entre sus tarea se encargaba de evaluar las comparsas del emblemático carnaval santiaguero, descubrió por casualidad el interés que algunas mujeres con sobrepeso tenían por el baile y sin pensarlo organizó una comparsa que desfiló con notable éxito.
En la calurosa ciudad de Santiago de Cuba, a unos 960 kilómetros al este de La Habana, nació ese proyecto, el cual más tarde llegó a la capital cubana gracias a que en 2014 el fundador cambió de residencia.
Ahora Ortíz, de 54 años, tiene bajo su mando a una cincuentena de mujeres de todas las edades, quienes cada verano, cuando comienza la fiesta carnavalesca en La Habana, ensayan una elaborada coreografía y bailan con desenfado en el Malecón de la capital cubana, tradicional escenario de los festejos.
"Muchas de ellas son personas que tuvieron muy baja autoestima y se sintieron marginadas por su peso corporal, pero que al hallar un espacio de reconocimiento público son capaces de demostrar sus deseos y capacidades lúdicas", dijo Ortíz quien estudió sociología en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba.
En el mismo sentido opinó Adelaida Oñate, una desinhibida mujer de 61 años quien es la llamada "Reina" de la comparsa.
"Aquí hay un grupo de mujeres que estaban en su casa marginadas, maltratadas, mal atendidas o simplemente eran las 'gordas' de la casa", dice Oñate quien trabaja en la emisora nacional Radio Rebelde como especialista en Relaciones Públicas.
Oñate quien además es fundadora de la agrupación habanera, alaba el trabajo de Ortíz, el cual considera que va mucho más allá de lo bailable para convertirse en un proyecto de inclusión social y de lucha contra la discriminación.
"La gente me reconoce en la calle porque tenemos una popularidad increíble, lo que ha ayudado a muchas de nosotras a reconocerse como son", dice mientras se prepara para el desfile en el que utilizará un vistoso traje amarillo.
Por su parte, Bárbara Pérez, de 54 años, es una ama de casa que siente que la comparsa como una nueva familia, donde también baila su hija, Bárbara Zurita, una enfermera de 26 años que no esconde la risa cuando el público la aplaude.
Ambas viven en la tradicional barriada cubana del Cerro, conocida por sus famosas comparsas, pero por su gruesa figura corporal nunca tuvieron la oportunidad de integrar alguna de esas agrupaciones.
"Willy me cambió la vida cuando un día me mandó a buscar después de verme bailando en la calle", recuerda Pérez quien afirma que después de cinco años "ya no puedo vivir sin bailar en los carnavales".
No obstante, Ortíz es exigente, por eso antes de empezar el desfile comprueba todos los detalles sobre una carroza, donde sus mujeres bailan al son de una pequeña agrupación de conga y de la orquesta femenina "Las Canelas".
Durante casi una hora, el director organiza a sus bailarinas, revisa el vestuario, prueba los micrófonos y recorre la carroza de arriba abajo.
Cuando considera que todo está listo, toma un micrófono y afirma "¡vamos a darlo todo!", una frase electrizante que enciende las cinturas de las bailarinas, quienes no se detienen hasta casi dos horas después, al terminar el desfile.
El paso de esas cubanas, de las que emana una tremenda energía lúdica cataliza en un público entregado que también baila, canta y aplaude cada movimiento, atrapado por un inusual espectáculo que ha recibido varios premios en el carnaval habanero.
Al borde del mar, el calor nocturno se atenúa un poco, pero Ortíz suda y no deja de dar órdenes con un silbato para marcar cada paso, una forma, dice, "de demostrar que las personas pasadas de peso tienen todo el derecho del mundo".
Según Ortíz, su esfuerzo está empeñado "en romper el canon occidental de que la mujer tiene que ser perfecta".
"Sueño con tener una comparsa de 500 'gordas'", dice Ortíz, entre estruendosas risas.
Los aplausos de la gente y los constantes premios en cada presentación confirman que nada es imposible para Willy y Las Voluminosas Cuba.
