LA HABANA, marzo 1, 2018 (Xinhua) -- Tabaqueros laboran en la fábrica La Corona, en La Habana, Cuba, el 1 de marzo de 2018. Torcer un tabaco totalmente a mano es un arte que en Cuba se transmite de generación en generación, familias que por décadas heredan a sus seres queridos el legado de un oficio apreciado y respetado por quienes conocen la grandeza oculta en un habano manufacturado. Miles de puros se producen diariamente en estas instalaciones, para luego ser vendidos en el mundo y que el año pasado representaron un ingreso de 500 millones de dólares estadounidenses para el grupo cubano-español, Habanos S.A. (Xinhua/Joaquín Hernández)
"Al parecer, esta profesión está en los genes de nuestra familia, yo empecé con 16 años y ahora tengo 40 y me ha ido bien. Mucho de lo que he aprendido se lo debo a mi papá y mamá", dijo Iván Alvarez a Xinhua.
Las manos de este tabaquero elaboran cada día más de 100 tabacos tipo robusto que después llevan la famosa marca Cohíba, algo de lo que Iván se vanagloria.
"Siento que de mis manos sale un producto que da vida a la fábrica y a Cuba. Estoy orgulloso de ser tabaquero", aseveró.
Muy cerca del puesto de trabajo de su tío Iván y al lado de su abuelo, José, se enfrasca en torcer los puros denominados "Maravilla 2" la joven Sheyla Estrada Alvarez, quien desde hace ocho años ejerce este difícil oficio.
"Empecé tan joven por la tradición familiar, mis abuelos me embullaron (involucraron) e hice el curso para ser torcedora. Comencé en la fábrica Partagás y luego vine a trabajar con ellos a esta fábrica", explicó a Xinhua la joven de 25 años.