LA HABANA, marzo 1, 2018 (Xinhua) -- Tabaqueras laboran en la fábrica La Corona, en La Habana, Cuba, el 1 de marzo de 2018. Torcer un tabaco totalmente a mano es un arte que en Cuba se transmite de generación en generación, familias que por décadas heredan a sus seres queridos el legado de un oficio apreciado y respetado por quienes conocen la grandeza oculta en un habano manufacturado. Miles de puros se producen diariamente en estas instalaciones, para luego ser vendidos en el mundo y que el año pasado representaron un ingreso de 500 millones de dólares estadounidenses para el grupo cubano-español, Habanos S.A. (Xinhua/Joaquín Hernández)
Por Noemí Galbán
LA HABANA, 1 mar (Xinhua) -- Torcer un tabaco totalmente a mano es un arte que en Cuba se transmite de generación en generación, familias que por décadas heredan a sus seres queridos el legado de un oficio apreciado y respetado por quienes conocen la grandeza oculta en un habano manufacturado.
Tal es el caso de José Alvarez, un tabaquero cubano con más de 25 años de experiencia, quien ha pasado esta pasión al resto de su familia y que hoy en la fábrica La Corona de La Habana labora junto a su hijo y su nieta.
"Realmente en mi familia el tabaco es una tradición. Desde que yo era niño mis padres trabajaban como torcedores en Cienfuegos en el centro del país y visitaba las pequeñas fábricas donde se hacían los puros, allí aprendí un poco de este mundo", afirmó Alvarez a Xinhua.
De acuerdo con el experimentado tabaquero fue su esposa quien le introdujo en el sector, pues ella ya era torcedora cuando se conocieron y tras varios años trabajando en otros oficios decidió dedicarse totalmente a una profesión que lo ha atrapado para el resto de su vida.