BEIJING, 6 abr (Xinhua) -- Las predicciones de que las fricciones entre China y Estados Unidos se escalarían después de que Donald Trump asumiera la presidencia estadounidense no se han materializado.
A pocas horas de que comiencen las reuniones entre los presidentes de China y Estados Unidos en Mar-a-Lago, Florida, los observadores de China deberían reflexionar sobre el tono de las interacciones entre los dos líderes y las reuniones que se han realizado entre diplomáticos y funcionarios de las autoridades financieras de ambos países desde cuando comenzó la administración Trump. ¿Y cuál ha sido ese tono? La cooperación.
Ninguna de las partes se puede permitir el sacrificio de la cooperación. De ese modo, la relación sino-estadounidense seguirá navegando hacia adelante, impulsada por los casi 520.000 millones de dólares que representan sus nexos comerciales.
El comercio bilateral entre los dos países en 2016 equivalió a 200 veces más de lo que fue en 1979, año en el que establecieron relaciones diplomáticas.
Esa saludable relación comercial ha generado empleos. El comercio en ambas direcciones y la inversión mutua crearon, solo en 2015, 2,6 millones de puestos de trabajo para Estados Unidos, según estadísticas del Consejo de Negocios EEUU-China, con sede en Washington.
La manera más eficiente de beneficiar a los pueblos de los dos países es preparar una "torta" más grande de intereses comunes. La cooperación es el único camino hacia adelante.
De hecho, una mirada más detallada a los desequilibrios existentes entre los dos países muestra que el 40 por ciento del superávit comercial de China con Estados Unidos tiene su origen en empresas estadounidenses que producen en China.
Si hubiera una guerra comercial, las firmas perjudicadas serían aquellas financiadas por otros países, y en particular las de capital estadounidense.
Lo único que lograría una guerra comercial es dañar un vínculo estrecho y muy entretejido que ha beneficiado a las dos naciones, y al mundo entero, por décadas.
Por tanto, las reuniones entre los líderes de las dos economías más poderosas del planeta tienen el poder de enviarle una señal positiva.
Guiada por los principios de evitar la confrontación y los conflictos, mantener el respeto mutuo y poner en práctica una cooperación de ganancia compartida, China está lista para trabajar junto con Estados Unidos con el fin de expandir la cooperación y administrar sus diferencias.