BEIJING, 21 ene (Xinhua) -- Donald Trump se convirtió este viernes en el nuevo presidente de Estados Unidos y merece ser felicitado por asumir un cargo tan importante en un momento tan crítico como el actual.
El mundo espera de él que lidie con los retos nacionales y globales con discreción y sabiduría y que desarrolle al máximo la cooperación sino-estadounidense a fin de superar las dificultades.
El nuevo líder en Washington, un reconocido y hábil empresario, conoce mejor que nadie las ventajas de una sólida asociación entre China y Estados Unidos.
Así pues, seguro que sabe que la inversión de las empresas chinas beneficia a la economía estadounidense y puede ayudar a crear más puestos de trabajo en el país.
El fundador del gigante del comercio electrónico chino Alibaba, Jack Ma, prometió en su última reunión con Trump que su compañía creará un millón de empleos estadounidenses al posibilitar que pequeñas empresas y agricultores vendan productos de EEUU a los consumidores chinos y asiáticos a través de su plataforma de comercio en línea.
En el frente diplomático, Beijing y Washington disfrutan de más espacio para la cooperación que nunca antes.
Ante el inminente reto de ayudar a conseguir la desnuclearización de la península de Corea, Trump no puede encontrar un socio más comprometido y dispuesto, con suficiente influencia y recursos, que China.
Los dos países también tienen oportunidades sin precedentes de trabajar juntos para abordar los retos globales en materia de seguridad no convencional, como el terrorismo, el calentamiento global y la ciberseguridad.
En las últimas semanas, Trump ha levantado suspicacias en todo el mundo con sus tuits en relación a la moneda china, Taiwan y la península de Corea.
Su intención de regatear para lograr más ganancias con esas "monedas de cambio" no puede ser pronunciada más, pero pronto se dará cuenta de que los líderes de los dos países deben usar vías de comunicación más maduras y efectivas que las pullas a través de Twitter.
La cooperación llama a la buena fe, la provocación incita la animosidad. Para los dos países con las relaciones más complejas, debido a sus diferencias en cuanto a sus sistemas sociales y niveles de desarrollo, son imprescindibles líderes que prioricen el sentido común sobre la confrontación de visiones y la generación de confianza sobre el buscarle los tres pies al gato.
Pero la cooperación requiere respeto por las líneas esenciales de cada uno y prudencia para no violarlas.
La resolución de China por salvaguardar sus intereses fundamentales y definitorios en Taiwan y en el Mar Meridional de China siempre ha sido intensa.
La cooperación también exige flexibilidad recíproca en lugar de una mentalidad de empobrecer al vecino. Entre todas estas alternativas, la menos deseable para Trump es la de ejecutar sus amenazas previas de imponer tarifas punitivas sobre el mayor socio comercial de su país y tachar a China de "manipulador de moneda", dado que el proteccionismo solo suscita represalias.
Existe una gran esperanza de que la administración Trump sea capaz de tomar los intereses de su país y del mundo como un todo, y empiece por buscar una cooperación de beneficio mutuo con China tan pronto como sea posible.
