ESPECIAL: Millones de brasileños esperan celebración de Año Nuevo

Spanish.xinhuanet.com   2016-12-31 00:51:13

Por Pau Ramírez

RIO DE JANEIRO, 30 dic (Xinhua) -- La celebración de Año Nuevo es una de las más esperadas en Brasil, donde el cambio de año que se conoce como Reveillon reúne a millones de personas entre amigos, conocidos y familias en todo el país sudamericano.

Entre las miles de fiestas que hay en el mayor país de América Latina, hay una que destaca del resto y que se ha convertido en una de las más famosas del mundo: la de Río de Janeiro que cada año reúne entre 2 y 3 millones de personas en la playa de Copacabana.

Las fiestas más tradicionales de Brasil se llevan a cabo en la zona del litoral, donde las personas van a la playa, mientras que en el interior del país lo más habitual son reuniones en casa de amigos o familiares, para luego asistir a festejos callejeros una vez que terminaron las campanadas de medianoche.

En los municipios de playa, los brasileños tienen una forma muy particular de celebrar la Nochevieja.

En la tarde-noche de cada 31 de diciembre, las personas se visten de blanco de pies a cabeza y se van a la playa, donde adornan sus inmaculadas prendas blancas con vistosos y coloridos collares de flores.

El blanco es considerado el color de la suerte y simboliza que el año siguiente traerá prosperidad, de ahí que se le utilice en las prendas de Año Nuevo.

Los distintos colores también tienen un simbolismo y se utilizan principalmente en accesorios. Por ejemplo, se dice que el rojo es bueno para atraer el romance, el amarillo para la prosperidad y el verde para una buena salud.

En la playa hay música a todas horas de muy distintos géneros y para todas las clases, como conciertos en vivo por parte de grupos de samba, rock y hasta electrónica, para que la gente no pare de bailar durante toda la noche.

Para que la fiesta no decaiga y se puedan reponer fuerzas, hay cestas con frutas, además de puestos de bebidas y bocadillos distribuidos a lo largo de la playa.

Llegada la hora más esperada, es decir las las 00:00 tiempo local (02:00 GMT) del día 1 de enero, los cielos de las principales ciudades brasileñas se iluminan con espectaculares fuegos artificiales.

La población rinde en ese momento homenaje a Lemanjá, la diosa protectora del mar, con botes adornados de flores blancas, frutas, velas encendidas que guían el camino y miles de pequeños papelitos con deseos escritos.

Tras ese momento, la celebración sigue con música, baile y regocijo hasta el amanecer, momento en que las personas que aún aguantan se dan el primer baño del año.

No hay un platillo típico que se coma en las celebraciones de fin de año en Brasil, aunque como la Nochevieja es en pleno verano en el hemisferio sur en que se registran altas temperaturas, ello hace que muchas familias eviten hacer comidas cargadas de calorías.

Eso sí, en todas partes no faltan las uvas para comerse durante las doce campanadas, ni la bebida de champaña, que las personas de menos recursos económicos sustituyen por caipiriña, cóctel típico de Brasil a base de cachaza (aguardiente) y cerveza.

Esta vez, la fiesta de Año Nuevo en Brasil estará marcada por la grave crisis económica que vive el país, lo que ha provocado que los ayuntamientos dispongan de menos dinero para las celebraciones públicas.

La llegada de 2017 es vista entre la población con esperanza para dejar atrás un año muy duro en Brasil.

La crisis económica ha provocado, tras años de bonanza, 12 millones de desempleados, a lo que se suma la crisis política, que se tradujo en la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, lo que ha polarizado el país entre sus partidarios y detractores.

A esta situación se agregan las investigaciones del gigantesco caso de corrupción en la empresa estatal Petróleo Brasileño Sociedad Anónima (Petrobras), con más de 200 políticos implicados.

"Sólo espero que el nuevo año no sea peor que este. Mi padre se quedó sin trabajo y no encuentra nada, y he visto otros amigos perder su empleo", comentó a Xinhua la vendedora Amanda Lima, de 25 años de edad.

Agregó que a nivel personal no se podía quejar, aunque piensa que el 2016 no ha sido un buen año para el país, "y sólo espero que mejore".

A su vez, Ronaldo Sousa, de 37 años y quien trabaja como camarero, señaló para esta agencia: "Lo único que le pido al 2017, es salud y trabajo, y que todas las previsiones negativas que hay sobre Brasil no se cumplan".

Tras años de bonanza, en los que Brasil organizó la Copa Mundial de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016, el país está sumergido en la peor recesión económica de su historia.

En 2015, la economía brasileña se contrajo 3,8 por ciento y las previsiones del mercado financiero contemplan que lo haga en 3,5 por ciento en todo 2016.

Esta situación ha provocado un descenso en la actividad económica y un aumento del desempleo, por lo que seguro la población brasileña buscará en esta Nochevieja olvidarse por al menos unas horas de los problemas internos y pedir que las cosas mejoren en 2017.

En 2017, llegará también la toma de posesión de un nuevo mandato y el cambio de alcaldes en los 5.570 municipios del país, que asumirán el 1 de enero tras las elecciones de octubre pasado.

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Por Pau Ramírez

RIO DE JANEIRO, 30 dic (Xinhua) -- La celebración de Año Nuevo es una de las más esperadas en Brasil, donde el cambio de año que se conoce como Reveillon reúne a millones de personas entre amigos, conocidos y familias en todo el país sudamericano.

Entre las miles de fiestas que hay en el mayor país de América Latina, hay una que destaca del resto y que se ha convertido en una de las más famosas del mundo: la de Río de Janeiro que cada año reúne entre 2 y 3 millones de personas en la playa de Copacabana.

Las fiestas más tradicionales de Brasil se llevan a cabo en la zona del litoral, donde las personas van a la playa, mientras que en el interior del país lo más habitual son reuniones en casa de amigos o familiares, para luego asistir a festejos callejeros una vez que terminaron las campanadas de medianoche.

En los municipios de playa, los brasileños tienen una forma muy particular de celebrar la Nochevieja.

En la tarde-noche de cada 31 de diciembre, las personas se visten de blanco de pies a cabeza y se van a la playa, donde adornan sus inmaculadas prendas blancas con vistosos y coloridos collares de flores.

El blanco es considerado el color de la suerte y simboliza que el año siguiente traerá prosperidad, de ahí que se le utilice en las prendas de Año Nuevo.

Los distintos colores también tienen un simbolismo y se utilizan principalmente en accesorios. Por ejemplo, se dice que el rojo es bueno para atraer el romance, el amarillo para la prosperidad y el verde para una buena salud.

En la playa hay música a todas horas de muy distintos géneros y para todas las clases, como conciertos en vivo por parte de grupos de samba, rock y hasta electrónica, para que la gente no pare de bailar durante toda la noche.

Para que la fiesta no decaiga y se puedan reponer fuerzas, hay cestas con frutas, además de puestos de bebidas y bocadillos distribuidos a lo largo de la playa.

Llegada la hora más esperada, es decir las las 00:00 tiempo local (02:00 GMT) del día 1 de enero, los cielos de las principales ciudades brasileñas se iluminan con espectaculares fuegos artificiales.

La población rinde en ese momento homenaje a Lemanjá, la diosa protectora del mar, con botes adornados de flores blancas, frutas, velas encendidas que guían el camino y miles de pequeños papelitos con deseos escritos.

Tras ese momento, la celebración sigue con música, baile y regocijo hasta el amanecer, momento en que las personas que aún aguantan se dan el primer baño del año.

No hay un platillo típico que se coma en las celebraciones de fin de año en Brasil, aunque como la Nochevieja es en pleno verano en el hemisferio sur en que se registran altas temperaturas, ello hace que muchas familias eviten hacer comidas cargadas de calorías.

Eso sí, en todas partes no faltan las uvas para comerse durante las doce campanadas, ni la bebida de champaña, que las personas de menos recursos económicos sustituyen por caipiriña, cóctel típico de Brasil a base de cachaza (aguardiente) y cerveza.

Esta vez, la fiesta de Año Nuevo en Brasil estará marcada por la grave crisis económica que vive el país, lo que ha provocado que los ayuntamientos dispongan de menos dinero para las celebraciones públicas.

La llegada de 2017 es vista entre la población con esperanza para dejar atrás un año muy duro en Brasil.

La crisis económica ha provocado, tras años de bonanza, 12 millones de desempleados, a lo que se suma la crisis política, que se tradujo en la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, lo que ha polarizado el país entre sus partidarios y detractores.

A esta situación se agregan las investigaciones del gigantesco caso de corrupción en la empresa estatal Petróleo Brasileño Sociedad Anónima (Petrobras), con más de 200 políticos implicados.

"Sólo espero que el nuevo año no sea peor que este. Mi padre se quedó sin trabajo y no encuentra nada, y he visto otros amigos perder su empleo", comentó a Xinhua la vendedora Amanda Lima, de 25 años de edad.

Agregó que a nivel personal no se podía quejar, aunque piensa que el 2016 no ha sido un buen año para el país, "y sólo espero que mejore".

A su vez, Ronaldo Sousa, de 37 años y quien trabaja como camarero, señaló para esta agencia: "Lo único que le pido al 2017, es salud y trabajo, y que todas las previsiones negativas que hay sobre Brasil no se cumplan".

Tras años de bonanza, en los que Brasil organizó la Copa Mundial de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016, el país está sumergido en la peor recesión económica de su historia.

En 2015, la economía brasileña se contrajo 3,8 por ciento y las previsiones del mercado financiero contemplan que lo haga en 3,5 por ciento en todo 2016.

Esta situación ha provocado un descenso en la actividad económica y un aumento del desempleo, por lo que seguro la población brasileña buscará en esta Nochevieja olvidarse por al menos unas horas de los problemas internos y pedir que las cosas mejoren en 2017.

En 2017, llegará también la toma de posesión de un nuevo mandato y el cambio de alcaldes en los 5.570 municipios del país, que asumirán el 1 de enero tras las elecciones de octubre pasado.

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