Por Luo Jun
BEIJING, 25 jul (Xinhua) -- Con la nominación oficial de la candidata demócrata a las elecciones presidenciales esta semana, la carrera por la Casa Blanca entrará en su fase final, y lo mismo ocurrirá con la carrera por insultar a China.
Está ampliamente aceptado que la relación entre China y Estados Unidos es una de las más importantes del mundo y, durante años, los dos países han luchado para promover el comercio global y la recuperación económica, además de aunar esfuerzos para solucionar muchos de los problemas más acuciantes para la humanidad, como el cambio climático, el terrorismo y el crimen organizado internacional.
Sin embargo, culpar a China por los quebraderos de cabeza domésticos de EEUU es todavía una obsesión de Washington, y una herramienta útil para que los políticos norteamericanos ganen capital político.
En su discurso en la convención nacional republicana el pasado viernes, el candidato del partido, Donald Trump, acusó abiertamente a China de un "escandaloso robo de la propiedad intelectual", de "dumping ilegal" y de una "manipulación monetaria devastadora".
Sin embargo, sus acusaciones son contrarias a los hechos. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual nombró a China como el país que crece más rápido en el registro de patentes y a la empresa china Huawei como la que más patentes registró en 2015 en todo el mundo.
Con respecto al yuan, China emprendió en 2005 una senda de reformas estructurales vigorosas. La inclusión del renminbi en la cesta de los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional es una persuasiva evidencia que justifica la contribución de China.
En la convención nacional demócrata de esta semana, en Filadelfia, también está previsto que los demócratas no ahorren en sus ataques con China.
Al tiempo que los políticos estadounidenses buscan beneficios a corto plazo con sus insultos a China, tienen que saber que este tipo de enfoque populista y electoralista va a costa de los intereses de su propio país y de sus relaciones con China, un socio importante con que el tendrán que trabajar una vez que estén sentados en el Despacho Oval.
Es cierto que mucha de la retórica contra China durante las campañas presidenciales luego no se traslada a las políticas de Washington, pero esos políticos camaleónicos no deberían esperar siempre que las heridas se curen automáticamente. Si se permite que los lazos China-EEUU se consuman por esos políticos de miras cortas, las empresas estadounidenses estarán entre los primeros en sufrir.